12.

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ー No se puede estar aquí. Ni un minuto ni un segundo. Ahora mismo se levanta, se lleva las bolsas y se va casa.

ー Yo sé, yo sé, agente, pero son bolsas pesadas, y el carrito también. Era solo por descansar un segundo y me iba. Ya me voy de todos modos. Cambio las bolsas de mano y está bien. Es que es una compra grande, de las de no volver, usted sabe.

ー No me interesa. Ahora mismo se levanta y se va. Esto es muy serio. Muy serio.

ー Es raro porque, es verdad que es muy serio, muchos lo están pasando tan mal, pero es raro que siendo así uno pueda pillar el virus en el botón del ascensor. Puedes estar dando vueltas a la ciudad todo el día rondándolo y, al final, todo es tocar el timbre, de ahí se lo pasas a tus llaves y luego las coje tu pareja y entonces lo pilla también.

ー Mire, esto son probabilidades. No salir, probabilidad cero. Ir a comprar y sentarse a la vuelta, posibilidad cinco por ciento. Ir dando lametones en los váteres, noventa y nueve por ciento.

ー Cuánta razón, sí señor. Pero fíjese que yo ayer estuve en Canarias, fui y volví, y no me pasó nada. Un viajecito corto. Miré mucho pero estuve poco, al final siempre estoy muy poco. Nada. Estuve con un abuelo y escuché un poco lo que le preocupaba, pero tampoco pude arreglar nada.

ー ¿Cómo? Hombre, pues muy poca vergüenza.

ー Bueno. Y mañana tengo que ir a algún otro viaje así, entrar y salir, relámpago, escuchar y volverme cuando terminan. Es que es mucha gente hablando.

ー Ya, bueno, pues usted ni caso. Usted es un peligro, se va a venir conmigo en vez de tanto viajecito.

ー No, no, tampoco me he expresado bien. Yo voy a esos sitios pero es tan fugaz, no hay probabilidad de contagio. Procuro ir a sitios inventados además. Así nadie enferma, a nadie le duele. Fíjese que la ida dura solo una hora o así, hasta que ya me pongo serio y llego al sitio y la vuelta deben de ser dos minutos, me imagino. Es terminar y ya estoy, casi ni me han echado de menos. Unas horas y está todo visto.

ー ¿Sin tocar a nadie?

ー Pues ojalá y sí. Pero usted sabe, yo de eso no me puedo enterar. Al final, tocar a alguien es una casualidad, uno de esos roces repentinos de las manos que, cuando eres niño, te dan vergüenza y luego te dan igual. Con que la gente se extrañe está bien. Todo lo que me queda es desear que se arquee una ceja y se vuelva a leer un párrafo pensando que no se ha leído bien lo que se ha dicho. Y entonces se ve que sí, que todo era raro y la realidad es precaria, aunque nos la habían prometido de otro modo. Usted sabe.

ー ¿Que se extrañe, gente inventada...? Esos viajes son otra cosa, ¿no? Los hace en su casa, seguro.

ー En la medida de mis posibilidades trato de que no sea así, pero mis posibilidades también están confinadas, claro.

ー Ya. Hace cuentecillos. Historietas para que la gente pase el rato en su casa.

ー No, no, qué va, esos ratos pasan de todos modos ¿A usted no le cansa tanta gente queriendo alegrarle el día con este vídeo, esta canción o este artículo?

ー A veces.

ー Yo a veces pienso que me quedaría pasando el rato con el vídeo de quien me diga "he hecho esto para ponerte triste". Al final son solo emociones pasajeras, en un ratito se han ido. Pero es esa avalancha... es tan pesada.

ー Ya. Y las llamadas, ¿eh?

ー Esas me dan pena. Son gente que me quiere, que quiero, pero que se hace raro ese contacto. Supongo que las cuarentenas son más mediocres que desconsoladas. Son unos días raros, sin nada que haya que hacer realmente, pero con algo que pasar el cuento. Y esa sensación de que si no es cara a cara no es lo mismo, que no me puede parecer tan importante.

ー Bueno, cada uno la pasa como la pasa.

ー Por supuesto.

ー Por supuesto.

ー Y hay que apoyar. Y está bien el apoyo. Y las llamadas y los vídeos y las canciones y las chorradas incluso. Están mejor cuando se han hecho que cuando te las proponen. Es que me siento tan cansado. Muevo estas bolsas y sé que cuando llegue a casa sentiré que he terminado una maratón. Usted está en la calle, claro, hará mucho esfuerzo, digo yo. Acabará cansado también, claro.

ー Pues claro. Y esos cuentecillos, ¿le ayudan a pasarlo mejor?

ー No lo paso mal, lo paso mediocre. Los días parecidos, incapaces. A veces me da la sensación, cuando me hacen preguntas así, de que quiero contestar que me da igual. Me da igual la cuarentena, me da igual el virus. No es así, claro, no se preocupe. Quiero ver a mis amigos y quiero que no enferme mi familia. Pero a veces pienso que, si tengo que vivir así, no quiero que me molesten preguntándome mi opinión. Qué tontería, claro que quiero. Y sí, supongo que los cuentecillos me ayudan ¿A usted qué le ayuda?

ー Yo hago las preguntas aquí. Me parece a mí que a usted le cuesta ver la diferencia, que eso es así. Hay gente verdaderamente angustiada, que les come el mundo con lo de estar encerrados ¿Cómo cree que me siento cuando los mando a casa con una multa de seiscientos euros?

ー Oh, pues, no lo sé, no lo sé. Intento saberlo, de verdad. Intento aproximarme a la verdad lo máximo posible sin molestar. Me imagino que usted juzgará por las voces, cuando alguno suplica después de que les haya pedido el DNI. Ahí se puede ver la angustia, las carantoñas las hace cualquiera fingiendo aunque, hoy en día, hasta los que fingen darán lástima. Me figuro que cuando está escribiendo los números en el papel le sabe mal. Ya es muy tarde para arrepentirse, ya no se va a echar atrás, usted lo sabe. Pero le veo poniendo cara severa, la cara del deber y pensando si será verdad lo que le diga el pobre diablo al que le ha tocado la multa, si serán ciertas las penurias que le cuenta.

ー ¿Eso hace? ¿Es así con todo?

ー Sí. Ya ve que son viajes sin mucho peligro. Si le ha molestado le pido perdón. Recojo mis bolsas y me voy, me voy ya.

ー Anda, lárguese. Fuera ahora mismo, a su casa ¿Cuánto llevamos aquí? Esto es un peligro. Que no le vuelva a ver en la calle.

ー No, no. Qué va, agente. Habrán sido diez o doce segundos. Es que todo pasa muy lento en la cuarentena.


Cuentos del virusWo Geschichten leben. Entdecke jetzt