Calma después de la tormenta

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Obito acariciaba el cabello de Kakashi mientras observaba su respiración tranquila, los días habían sido tediosos con el padre de Naruto rondando por ahí, que apenas el peliplateado había pegado un ojo. Claro que luego de todos estos malos días el cansancio le pasó factura, y así era como estaba ahora dormitando en los brazos del azabache.

Decir que Obito estaba tranquilo era como decir que Naruto había perdido su obsesión por el pequeño Nara, algo remotamente imposible.

Un sonido en la puerta fue el detonante para salir de sus pensamientos, mirando con dulzura al pequeño rubio que estaba de pie con timidez frente a la cama.

—Naruto, es de madrugada ¿Que haces despierto? —su voz no era de reproche, sólo quería saber si al pequeño le sucedía algo.

Un poco dubitativo el rubio se movió detrás para adelante.

—No podía dormir y quería saber si podía hacerlo con ustedes —fijo su vista en la alfombra gris del piso.

Obito sonrió con suavidad, pasando sus dedos por las sedosas hebras de pelo rubio.

—Claro que si mi niño, pero intenta no hacer mucho ruido para no despertar al oso gruñón. — picoteo de forma amistosa la nariz del pequeño.

Naruto rio bajito de forma risueña, acomodándose en el medio de los dos adultos. El peliplateado estaba tan exhausto que ni siquiera se dio cuenta del pequeño intruso. Obito como pudo pasó su brazo por ambos cuerpos, en un abrazo incomodo pero reconfortante.

—Gracias tubito — bostezo Naruto.

Obito rodó los ojos, realmente quería demasiado a ese niño como para dejarle pasar ese estúpido apodo tan a la ligera.

Perder algo que desde un comienzo no fue suyo sonaba bastante doloroso

Los rayos de sol le pegaban de forma molesta en el rostro, parpadeó varias veces hasta que sus ojos se acostumbraron a la luz. Cuando estuvo lo suficientemente despierto fue que cayó en la cuenta de que se encontraba sólo en la cama y en el dormitorio ¿Dónde estaban esos dos pequeños diablillos? Con pies perezosos se encaminó primero al baño, cepillando sus dientes y refrescando su rostro. Su reflejo dio de golpe en el espejo, observando las bolsas debajo de sus ojos, claro que esas ojeras ya eran conocidas, antes por el trabajo, ahora por el gran estrés de perder a una familia que no le pertenecía.

Se sentía como un jodido intruso.

Más despierto camino por el pasillo hasta dar con la cocina, de dónde se oían unas risas y uno que otro utensilio. Al llegar allí su sonrisa se ensanchó, Naruto y Kakashi estaban preparando el desayuno, mientras que el pequeño rubio tenía su pijama de ositos cubierta de harina para hot cakes y Kakashi ni se diga.

Fue inevitable no reír cuando el peliplata sacó un hot cake todo quemado y sin forma de la salten.

—Si ríete, esto era lo único que quedaba para desayunar —Naruto lo señaló con una cuchara cubierta de masa líquida, con su pequeño ceño fruncido.

Obito rió más fuerte, viendo como Kakashi también batallaba para no explotar en carcajadas, el pequeño Hatake tenía una expresión de como si alguien le acabará de clavar un cuchillo.

—Ay vamos rubio, te puedo llevar a comer con tu noviecito, no tienes porque enojarte conmigo.

La sonrisa de Naruto fue de oreja a oreja, y rápidamente bajó de la silla en la que estaba subido ayudando en la cocina, gritando con felicidad que iría a comer pastel de chocolate con su amor.

Cuando sólo quedaron sólo los mayores, el azabache depósito un casto beso en los labios carmín del peliplata, quién dejó ver una pequeña sonrisa ladina.

—Eres muy consentidor — reprochó, pero la sonrisa suave aún se vislumbraba en sus labios.

Obito también sonrió de lado, limpiando un poco de harina de las mejillas de Kakashi.

—Puede ser que quiero ganarme el puesto de favorito — alardeo.

Kakashi rió, llevando sus manos a la boca.

—Ay Obito, podrías mover cielo, mar y  tierra — chasqueo la lengua— pero ese puesto siempre será mio, incluso para tu sobrina soy el mejor tío.

Obito besó las mejillas de Kakashi dándole la razón, su chico era realmente perfecto.

Los meses de calma eran realmente alentadores.

Obito no podría estar más agradecido con la estupidez de Minato, después de unos meses ambos padres se habían ido a juicio, y claro que el rubio hizo de esos días una miseria para Kakashi, le recalco cientos de veces como le quitaría a Naruto, y que se lo llevaría lejos. Claro que todo esto causó estragos en todos lados, tanto en la corte como a solas el aire se sentía pesado, como si cada segundo que pasara se asfixiaran. No fue hasta un mes en peleas que el abogado de Kakashi presentó el papel que ambos ex-esposos habían firmado hace ocho años, en dónde Minato renunciaba totalmente a su paternidad. Claro que el rubio protestó, pero al final toda la custodia fue para Kakashi, nada del mundo del pequeño Naruto fue alterado de manera drástica. Y era allí en dónde Obito le agradecía con todo el alma al ser tan estúpido de dejar ir a dos personitas sumamente maravillosas.

Los meses habían pasado y con ello el recuerdo de Minato volvía a ser sólo una sombra muy oscura. Obito había estado cortejando a Kakashi y tratando al pequeño Naruto como su hijo.

—Te odio tanto Obito — sollozó, con su cabeza pegada al escusado. —Solo hice poner un pie en tú casa para que algo como esto sucediera —maldijo por lo bajo.

Obito acariciaba con suavidad la espalda de Kakashi. Eran las una de la madrugada cuando el peliplata se había levantado por segunda vez a devolver todo lo que había en su estómago.

—Nunca más volveremos a tener sexo Obito.

Se viene la bendi

Se viene la bendi

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Naruto al cuidado de Kakashi |Obikaka|Where stories live. Discover now