Extraño idiota

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¿Ya había dicho lo malo que era estar desempleado? Porque era muy malo, quería sumergirse en la bañera, pero sería un gasto de agua y no tenía como pagarla. Agradecía enormemente que su padre se estuviera haciendo cargo de Naruto mientras el buscaba trabajo, pero sus opciones parecían reducirse y era mucho trabajo para una paga tan mala, pero era eso o morir de hambre.

No quería terminar como un fracasado, pero todo apuntaba que iba rumbo a ello. Maldita la hora en que abandonó la universidad para irse a vivir con Minato, odiaba que sólo podría aspirar a trabajar en una cafetería o como mucho a un Mac Donald's y eso era soñar muy alto.

Tacho su libreta, yendo a la banca vacía de un parque, estaba cansado y hambriento, ningún lugar parecía querer contratar a un inútil sin experiencia, y no podía pedirle dinero a Minato para los cuidados de Naruto por dos cosas, una porque tenía dignidad y la otra porque no sabía de su paradero.

Maldito mal padre, no merece tener genes con su hijo.

Fruncio el ceño sintiendo la mirada de alguien encima suyo. Miró a todos lados, y sin embargo no vio a nadie, pero no podía quitarse la sensación de ser observado. Se levantó de la banca, no se iba a quedar ni un segundo más en ese lugar.

De un auto blanco salió un hombre con un traje bien ajustado, su cabello era ébano y sus ojos parecían un trozo de carbón puro. Era lindo, tenía brazos fornidos y un cuerpo bien trabajado, pero no miró a ese hombre sólo porque si, sino que el animal frenó el vehículo justo al lado suyo cómo un loco sin estribos, ¿Y si lo hubiera atropellado? Ni todo el porte que tenía ese hombre podría quitar el susto. Tal vez una coca porque se le bajó la presión.

—¿Pero es que acaso estás loco? — recriminó cuando el azabache se posicionó frente suyo. — Podrías haberme matado y te juro que mi fantasma iría a molestarte

El azabache rio, dejando a relucir sus dientes pulcramente blancos.

—Quieto, bestia

Se indignó, eso era más que obvio.

—¿Bestia yo? ¡Si el animal eres tú! Ni te fijas y aparte vienes encima mío a ofenderme, malvado infeliz.

El azabache continuó riendo, haciendo hervir su sangre, aparte de bruto idiota.

—Belleza, no sabía que eras tan bravo, te vi en esa banca del parque y dije dios mio ¿Me enviaste un ángel? —sonrió ladino. —Pero creo que me envió al diablo.

¿Pero ese que se creía? Como se atrevía a llamarlo de esa forma.

—No voy a perder mi tiempo con un animal. —Hizo alusión de marcharse, pero el extraño lo sujeto del brazo. —¿Qué? ¿Vas a secuestrarme y a pedir un rescate? No pierdas tu tiempo, más fácil mi padre te agradece por quitarle ese grano en el culo

—Fiu, y una boca que tienes — volvió a reír. —No voy a secuestrarte, sólo quiero hablar de negocios contigo.

Tenía cara de menso, no tenía cara de ser negociante, aparte de bruto, idiota y ahora ciego, este hombre extraño era todo un complemento.

—¿Negocios? Yo no tráfico drogas e, se que tengo pinta de loquito, pero no llego a esas —negó con la cabeza.

El azabache volvió a reír, ¿Pero tenía cara de payaso o algo?

—Déjame explicarte, ¿Que tal si vamos por un café? Bueno para que tengas más tranquilidad al de allí enfrente.

Levantó sus hombros, no estaba demás comida gratis.

Al entrar a la cafetería pudo ver que era un lugar pintoresco y sobretodo ¡Buscaban empleados! De ahí era.

—Se breve, no quiero perder mi tiempo.

El azabache asintió.

—Necesito que hagas algo para mi, bueno algo que nos involucra a ambos juntos

¿Quee?, casi escupe su café.

—Pero que de verdad estás demente —iba a levantarse de la mesa, cuando el azabache lo tomó de la muñeca, parecía que ya se le estaba haciendo costumbre.

—Te pagaré cinco mil dólares por día y si se extiende mucho diez mil — apretó un poco la muñeca del peliplata.

La sorpresa debía relucir por todo su rostro.

—¿Me ves cara de que me prostituyo?

Nunca le habían faltado el respeto tanto en su vida.

—No, no —no sabía ni dónde esconder su cara de la vergüenza, parecía que todos los del lugar lo habían escuchado.
—Quiero que finjas ser mi prometido delante de mi familia por unos días.

Ok había hecho el oso de su vida, no debió decir tan alto lo anterior, ahora todos lo veían raro. Ya no iría a buscar trabajo en ese establecimiento.

—Eso es raro, ¿Por qué quieres un prometido falso?

El azabache suspiró.

—Iba a casarme hace dos años y mi prometida me engañó — apretó sus puños, odiaba con todo su ser no haberse dado cuenta antes. —No le dije a nadie por vergüenza, sólo dije que ella y yo nos dimos un tiempo.

Enarcó una de sus cejas, dejando que el de ojos carbón prosiguiera.

—¡Ahora la descarada regresa! — elevó un poco su voz —Al parecer a su amante se le agotó el dinero y fue a decirle a mis padres que quería ayuda para regresar conmigo, que según ella no entendía porque la deje

—Pero que arpía, tal parece que estamos conectados — sonrió ladino.

—¿Ha que te refieres? —fruncio el entrecejo.

—A mi también me pusieron los cuernos — puso sus manos por encima de su cabeza, fingiendo ser un venado. —Soy Kakashi ¿Y tú?

—Obito — dejó entrever sus dientes. —Bueno entonces podrías simpatizar conmigo y ayudarme.

Puso una mano en su barbilla, tampoco era tan idiota.

—¿Y por qué yo? No te sería más fácil un conocido — indagó.

—Es qué tú estás muy lindo, si llego contigo todos se quedarán asombrados y mis padres dejaran de molestarme con que regresé con Rin, sólo serán unos días, ya luego me invento que te moriste o algo.

Rio, realmente Obito era todo un caso.

—No es que quiera ayudarte, tengo un hijo que mantener así que acepto.

Vaya al parecer el cielo había escuchado todas tus plegarias.

Naruto al cuidado de Kakashi |Obikaka|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora