Sospechas

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Perfume suave de rosas, puede olerlo semanalmente en la camisa de su esposo. Definitivamente no es su perfume, y lo sabe, pero es más fácil crearse una mentira al respecto. Puede sentir sus manos tensas apretando la tela fina, quería llorar y arrojar todo lo que había en su habitación en un ataque de rabia, ¿Pero de que le serviría aquello? Podría ir y ver quién es esa chica que deja manchas de labial en la nuca de su esposo, pero otra vez ¿Que ganaría con eso? Enojarse tal vez, pero no tenía la fuerza mental de siquiera confirmar sus sospechas. Se deslizó por la pared hasta tocar el suelo, llorando sin reparo y sintiéndose tan traicionado por el hombre que juró amarlo, ¿En que momento su matrimonio se había deteriorado tanto? Si todo solía ser tan perfecto y de pronto todo se iba en declive. Minato solía llegar tarde a casa con la excusa de que tenía mucho trabajo, y se lo creía, no por nada vivían de maravilla sin problemas económicos y hasta hace unos meses sin problemas maritales.

Sospecha que todo empezó a mitad de su embarazo, había perdido su forma y su hermoso cuerpo, Minato pasaba menos tiempo a su lado o siquiera lo tocaba, como si sintiera asco.

Cuando nació su hijo un mes después se propuso volver a recobrar su figura y lo logro, podría decir que hasta se veía mejor que antes. Pero era muy obvio que todo ya estaba quebrado y no había reparo alguno.

La primera vez que sospechó fue cuando el rubio llegó a las dos de la madrugada, con una sonrisa de oreja a oreja, recuerda que le dio un beso y se metió a la ducha, aunque quiso hacer caso omiso a su cabeza, pudo oler ese perfume de mujer. Y así pasaron las semanas hasta volverse meses, Minato apenas interactuaba con Naruto o siquiera estaba en casa, le era doloroso aceptarlo, pero era más que obvio que lo estaba engañando.

Suspiró sintiendo sus piernas flaquear, su esposo extrañamente estaba temprano en casa, y no aguantaba más, necesitaba encararlo, no era justo que le siguieran viendo la cara de forma tan ruin. Se encaminó hasta el pasillo, en dónde encontró al rubio tomándose una copa de vino. Tragó saliva de forma áspera, mientras podía sentir el sudor bajar por su frente y su garganta, algo imposible con todo el frío que hacía.

—Dime la verdad. —No sabía de donde había recurrido tanto valor, pero seguía sintiendo los nervios escocerle por dentro.

Minato sólo arrugó el rostro.

—Kakashi ¿De que verdad hablas? —rio llevando la copa de vidrio a sus labios, tan sólo remojandolos.

—Eres tan cínico, ¿Como te atreves a siquiera preguntarme? — escupió sus palabras con recelo. —¿Tienes la cara tan dura como para hacerte el inocente?

Su cara se contrajo, como si estuviera a punto de llorar, pero no lo haría, no le daría el gusto.

—Kakashi por dios, ¿Amaneciste dramático hoy? No tengo deseos de escuchar tus quejas, tú sólo dedícate a cuidar de Naruto.

Se sintió herido, Minato nunca le había hablado de una forma tan nula y fría.

—¡Sólo admite que me engañas! — estalló en rabia —que te acuestas con alguien más.

El rubio tragó saliva de forma magra, sintiéndose vilmente expuesto.

—Ka-kakashi — podía sentir los nervios en la garganta. —No es lo que crees cariño.

—Y todavía tienes el descaro de negarlo
—su corazón parecía que se rompía en finas líneas. — ¿Quién es? —el rubio sólo permaneció en silencio. —¡Sólo dime!

—¡Bien! Es mi secretaria ¿Contento?

Sintió su mejilla tibia llevando sus dedos, limpiando las lágrimas que se acumulaban y planeaban un descenso catastrófico, como un gran aguacero.

—¿Por qué? —fue lo único que atinó a decir.

El rubio pasó sus manos por su rostro un tanto frustrado.

—Ella no estaba de encimosa todo el día como tú — sobo el puente de su nariz. —A diferencia de ti ella si sabía hacerlo bien. Contigo estaba por lástima, con ella no.

Y si no fue suficiente su corazón se desplomó ahí mismo, pero no iba a hacer una escena y a pedirle que se quedará con el y su hijo, debía tener un poco de dignidad y orgullo.

Agradecía haber sido precavido y tener una mochila lista con algunas prendas. Hombre precavido vale por dos, o eso le decía su padre. Se detuvo en el marco de la puerta, con Minato casi pisándole los talones.

—Si sales por esa puerta olvídate de mi.

Sintió un calambre en su pecho, teniendo que remojar sus labios ante la resequedad.

—Y también te puedes olvidar de que soy el padre de Naruto, ninguno recibirá nada de mi. La decisión es tuya.

Con la vista al frente y el corazón herido dio dos pasos afuera, escuchando las quejas al otro lado de la puerta. Levantó su barbilla y apretó muy bien a su hijo, saliendo con dignidad del recinto.

Vagó un largo rato, hasta una cabina telefónica, en dónde llamó a su padre para pedirle refugio. Apenas tenía cien dólares en los bolsillos, eso no sería suficiente para comida y un pasaje de autobús, y para sumarle Naruto estaba incómodo. Era algo comprensible, sólo era un bebé de siete meses y ya estaba hastiado de la misma posición de hace unas cuantas horas.

Se sentó en una banca del parque, ¿Aquí no era el momento dónde un hombre rico le proponía un trato y él se iba a vivir una vida de lujos? Rio, estaba viendo demasiadas novelas, esas cosas no sucedían en la vida real.

Al casi caer el anochecer observó al auto de su padre, quién le hacía señas desde adentro.

Se levantó rápido, sin perder el tiempo, agradecía que Naruto se haya dormido y fuera de sueño pesado.

—No lo digas — podía ver a su padre suprimir sus labios.

—Te lo dije.

Una risa cancina abandonó sus labios.

—Puaf, me imagino que llevabas todo el camino ansiando decírmelo.

Sakumo asintió, encendiendo el vehículo y cambiando de dirección.

—Es que Kakashi siempre te dije que eras muy joven para casarte, apenas vas a cumplir veintiuno, y ahora tienes un hijo. Ay dios mio que tú no piensas, ¿ahora que harás? ¿Piensas regresar con él? — miró al peliplata a través del retrovisor.

Negó tajante, tenía un poco de amor propio.

—Mah papá, deberías saber qué yo no permito atropellos de este estilo, si me voy no regreso.

—No parece porque estás regresando a casa conmigo — murmuró para si mismo.

—¡Papá! Sabes que son cosas diferentes —sus mejillas se tornaron rosas por la vergüenza.

Sakumo rio, comenzando el trayecto para regresar a su casa.

Vaya día.

Naruto al cuidado de Kakashi |Obikaka|Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt