-Yo le dije, pero sabes cómo es.- se excusa su madre.

Lauren soltó un suspiro, sentándose en el escritorio que ella había formado en esa habitación apoyando su celular sin dejar de mirar a su madre, mientras bebía coca cola sin azúcar.

-Esta bien, pero dile que no más.-

-Le dire... ¿Cuando vuelves?.-

-Esperó que el miércoles, aunque lo más probable es que intente cerrar todo esta semana y vuelva el viernes.- anunció.

-Bastante tiempo, ¿Y después no debes volver?.-

-No, si se termina la fiscalización y se ordena el funcionamiento, luego se manda a otra persona cada cierto tiempo.- comentó. -Aunque el pueblo está mucho más bonito que antes, se hace agradable.-

-Me imagino... con los años que han pasado debe estar
todo distinto por allá, un muy lindo lugar.- sonrió su mamá. -Pero igual te hemos extrañado, además que ahora vives en la capital, y te vemos solo los fines de semanas.

-Iré a verlos apenas vuelvas, extraño a Alex y también a ustedes así que iré.- le sonrió.

Su mamá la observó por unos minutos, notando los ojos más felices de su hija, desde que se había acabado la relación con Camila nunca más vio ese brillo en los ojos de ella, nunca más la vio sentirse cómoda con otra persona, y sobre todo nunca mas vio esa alegría innata que caracterizaba a Lauren. Sabía que no era solo porque había terminado con Camila, entendía que la felicidad de su hija no dependía de una persona, de hecho con los años siempre se ha sentido culpable por haber sido tan prejuiciosa, y pensar que en algún momento toda esa relación iba a terminar, que Lauren podía ver la vida de una forma diferente, más cuando terminara sus estudios.

Pero se equivocó rotundamente, no cuando entendió luego de ver por años a su hija triste, desolada, que Camila era la persona que la vida había destinado para ella, y todas las cosas que alguna vez le causaron prejuicios y sobre todo en las brechas que ella oponía en su relación terminaron doliéndole.

Sabía que había indirectamente presionado a su hija con un pensamiento religioso, la había arrastrado a luego de terminar su relación sin decirle algo, a que saliera con un hombre, viendo aún más el apagón en la esencia de su hija, entendía que Lauren no podía forzarse a sentir otra cosa que no era, no cuando no le nacía, y menos cuando su corazón siempre le iba a pertenecer a esa mujer.

Camila nunca le desagrado, siempre la encontró una muchacha educada, inteligente, agradable, una niña muy respetable que incluso le tenía cariño, solo le costaba verla como la real pareja de su hija delante del mundo, de su familia, amigos por el temor de que dirían los demás.

Fue su hijo, quien con el paso de los años le había hablado de las cosas que habían afectado a la relación de Lauren con Camila, sabía que la opinión de los demás no era importante cuando veía a su hija de una manera que no le agradaba, y mas cuando veía las decisiones que tomaba ahora.

No teniendo una relación estable, de seguro llevando una vida lejos a lo que una vez soño y como muchos de los sueños que deseo se paralizaron o se esfumaron, centrándose en la vida de éxitos laborales, con todo lo otro que siempre quiso pero con un gran vacío dentro de lo esencial para la vida de cualquier persona, y era un complemento como lo fue Camila.

-¿No has visto a la mamá de Camila?.- cuestionó su mamá de manera directa, a pesar de que al principio dudo si preguntarle o no.

-Si, la he visto, sigue teniendo el local.-

-No te dijo nada de Camila.- Aseguro.

Lauren hizo una mueca, para mirar a su mamá directamente.

-Camila vive aquí mamá.- anunció Lauren. -Es la directora del hospital.-

El pasar del tiempo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora