Jung Hoseok.

188 42 100
                                    

Expediente dos: Jung Hoseok.

(Se leen temas fuertes como violación y abuso infantil.)

- Muy bien, ayer nos contó su historia Beomgyu ¿a quién le toca hoy? - preguntó Namjoon.

Todos nos miramos entre sí, nadie sabía por quién empezar el día de hoy.

Levanté mi mano, no quería esperar más con esto que guardo en mi cabeza y pecho.

Por cierto, me llamo Jung Hoseok, tengo veinte años y fobia social, debido a que abusaron de mi a mis diez años. Lo digo por si me han olvidado.

- Puedes comenzar, Hobi. - me dio el pase Nam, sonreí nervioso, no sabía por dónde empezar.

<< Era veintiuno de marzo del dos mil doce, mis compañeros y yo hacíamos un trabajo en varios equipos, nuestra maestra no estaba, así que, cada quien estaba bien portado y haciendo lo que nos dejó encargado.

Yo terminaba de dibujar una flor con diferentes colores en sus pétalos y una carita sonriente en el centro del gran círculo, desde mis ocho años era afecto a dibujar eso cuando estaba tranquilo, lo hacía porque yo ya había terminado mi parte del trabajo, es por eso que decidí hacer otra cosa que no fuera desastre.

Una música tranquila sonaba de fondo, a la maestra siempre le gustó dejarnos trabajar con música, pues decía que nos animaba más, a mis diez años, yo creía que la música podría ser lo mejor del mundo.

Hasta ese día.

Llegó la hora de receso cuando el debido timbre nos lo indicó, mis amigos sacaron sus loncheritas con rapidez, dejándome solo en el salón, limpiando unas cosas que manché con mis marcadores.

Un intendente entró al salón, yo le sonreí, como hacía con todo el personal de la escuela, no sabía que segundos después iba a subir el volumen de la música, haciendo que el ruido de afuera fuera inaudible, que segundos después me iba a sonreír de una forma macabra, mientras sacaba un pedazo de tela de su bolsillo. Yo no alcancé a correr o gritar, pues rápidamente me había atado aquel pedazo de tela al rededor de mi cabeza, tapando mi boca.

Unas lágrimas de miedo salían de mis ojos, yo no podía creer que una persona pudiera ser tan mala. Entiéndanme, tenía tan sólo diez años, la inocencia de un niño puede llegar a ser extraordinaria.

Aquel intendente me bajó mis pantalones azules del uniforme obligatorio, comenzaba a sentirme demasiado débil, pero el colmo fue cuando bajó mis calzoncillos, comenzando a tocar mis genitales, haciendo ruidos obscenos y cerrando sus ojos con una gran y maldita satisfacción. Era, y es, un enfermo de mierda, ¿cómo podía hacerle eso a un niño de diez años?

El martirio no terminó ahí, apenas comenzaba.

Me quitó mi suéter azul marino del uniforme, para después quitarme mi camisa blanca, no sabía lo que ocurría, lo único que quería era que todo eso terminara. Al estar desnudo por completo, dejó mis genitales y comenzó a pellizcar mis pezones, tomándose todo el tiempo del mundo, porque, claro, no había alguien que entrara al salón, hasta que se cumplieran los treinta minutos del receso.

El maldito, al terminar con mis pezones, optó por bajarse el pantalón junto a su bóxer, en menos de lo que yo pensé, él ya me había penetrado, haciendo que un dolor inmenso comenzara a surgir en mi ano, dolía demasiado, yo lloraba gritando. Hay algo que recuerdo con mucha facilidad, tanto que no me deja dormir por las noches. Recuerdo la música sonando de fondo, mis sollozos no pudiendo ser escuchados y los gemidos de satisfacción salir de la boca del bastardo.

Mis fuerzas bajaron rápidamente, haciendo que me desmayara. Lo último que escuché fue al intendente gritando, mientras salía horriblemente de mi interior. Lo demás fue cuando ya estaba en el hospital.

La sala de pláticas. || BTS, TXT, EN-.Where stories live. Discover now