3. Amanece

4.1K 287 13
                                    

Maraton 1/4
Campeonato de Quidditch

Un maldito ruido de una alarma comenzó a sonar. Rápidamente la apagué estirando uno de mis brazos. Abrí los ojos lentamente, alcanzando la mirada hacia la ventana; el cielo azul oscuro de la noche comenzaba a aclararse, comenzaba a amanecer.
Me levanté con el cuidado de no hacer ruido, prendiendo mi lámpara de noche, sentada en el borde de mi cama. Una cálida y pequeña luz alumbraba una esquina de la habitación en la que dormía.

Miré hacia un costado, los gemelos dormían plácidamente, ambos boca abajo y con un brazo bajo su almohada, se toman en serio el papel de gemelos.
Me levanté en silencio, mis pies tocaron la fría madera del suelo. Caminé hacia la puerta y fui directo al baño. Molly no tardaría en levantarse. Me dediqué a lavarme la cara, los dientes y cepillarme el cabello.
Al salir, Molly se dirigía al baño, me dirigió una sonrisa.

—Buenos días, Eleonor.

—Buenos días, Molly.

Le dirigí una sonrisa y me devolví al cuarto, los gemelos aún dormían por lo que no tenía problema en cambiarme de ropa en la misma habitación que ellos.

Me acerqué a mi armario, busqué la ropa adecuada y comencé a cambiarme rápidamente, rogando que ninguno de los dos se despertara accidentalmente.

Bajé las escaleras, Arthur ya se encontraba sentado en la mesa, sosteniendo una taza de café con una mano y leyendo un diario con la otra.

—Buenos días Arthur. —Espeto.

Levanta la vista del periódico y dirige una sonrisa.

—¿Qué tal? ¿Lista para el gran día? —Pregunta con felicidad.

Le devuelvo la sonrisa.— Sí, de verdad agradezco que puedan darme la oportunidad de asistir a tal evento.

—No hay de que, Eleonor, es un placer tenerte con nosotros. —Responde y sigue leyendo con su diario.

—Recuerda que también somos tu familia, querida. —Agrega Molly, sonriéndome.

Asiento gentilmente.

—Iré a despertar a aquellos dos ogros, en un momento vuelvo. —Espeto y vuelvo hacia las escaleras.

Y cuando pasé por la puerta del baño, se abrió.

—Uh, hola. —Saludó tímidamente Hermione.

—¡Hermione! No sabía que habías llegado ya, ¿Qué tal? —Respondí mientras me acercaba para abrazarla.

—Bien, ¿Y tú?

—Bastante bien a decir verdad.

Nos dirigimos una sonrisa y cada una retomó su camino; Hermione hacia la cocina y yo hacia mi cuarto.

Me acerqué sigilosamente a mi cama, debajo yacían varios de mis productos, agarré una bocina de aire que había modificado hace un par de días.

Me acerqué lo suficiente a ambas camas, rogando que el ruido que saldría de la bocina no sea lo suficientemente fuerte para despertar a toda la casa. Pero para mi buena suerte, el chillido que salió de ésta fue lo suficientemente fuerte para que inundara solo la habitación.

Ambos gemelos saltaron del susto.

—¡Arriba, torres! ¡Es hoy!

Y comenzaron a gruñir bajo sus frazadas.

—¡Pues no dejaré la bocina hasta que se levanten!

Y pesadamente, ambos comenzaron a levantarse. Lentamente dejé la bocina, un cómodo silencio se acentuó en la habitación.

—Dulce venganza.

Dije con una sonrisa en mi rostro. Salí del cuarto, dispuesta a desayunar.

Molly me había preparado un té, agradecí y me lo tomé.

Harry Potter también participaba del viaje, por lo que también se encontraba en la casa desayunando con el resto de la familia.

—¿Ron aún duerme? —Pregunto dirigido a Harry y Hermione.

—Como si no hubiera dormido en días. —Responde Hermione.

—¿Y si le tiramos agua? Se hace tarde. —Agrega Fred.

—Ya me ocupo yo de ese muchacho. —Espeta Molly y comienza a subir las escaleras en dirección al cuarto de Ron.

El desayuno dio por concluido y rápidamente nos ocupamos de tener todo preparado para salir. Molly sería la única en no asistir al campeonato.

Ron bajó rápidamente por las escaleras, con un bolso en mano, la ropa puesta y el pelo alborotado.

—¡Vamos tarde! —Espetó el señor Weasley.— ¡Vamos, niños! ¡Debemos irnos!

Ya en camino. Nos adentramos en un bosque; Arthur nos guiaba. Ciertamente nadie mas que él sabía a dónde íbamos.

—¿A dónde nos llevas papá? —Preguntó Ginny en voz cansada.

—¡Ya lo veran! —Respondió el señor Weasley.

Mientras tanto, los gemelos y yo molestabamos a Ron y Harry, que extrañamente estaban desanimados.

Percy, Charlie y Bill estaban fundidos en una animada conversación que, al parecer, era algo seria.

Mientras tanto, Ginny y Hermione andaban a los susurros, apuntando discretamente y aguantando algunas risas.

En algún punto del desconocido bosque, un señor esperaba al lado de un árbol. Al ver movimiento, rápidamente reconoció quién estaba al frente:

—¡Arthur! —saludó, alcanzado su mano para estrecharla.

—¡Él es Amos Diggory, muchachos! —Apuntaba el señor Weasley con su mano libre.

Entre todos se murmuró un "hola".

En ese instante un joven alto y de pelo castaño claro saltó del mismo árbol en el que esperaba el señor Diggory. La vista de todos se desvió hacia él.

—Y tú debes ser Cedric. —Espetó amablemente el señor Weasley.

—Así es, señor. —Respondió y estrecharon sus manos.

El resto del grupo se dedicó a saludar y de nuevo retomamos el camino.

—Hola. —Cedric se acercó a hablarme.

—¿Qué tal, Hufflepuff?

—Soy Cedric, aunque ya lo sabías. —Me ofreció su mano.

—Eleonor. —Respondí amablemente y estrechamos las manos.

Gran parte del recorrido lo pasé hablando con él, recibiendo miradas celosas con George.

—¡Ellie! ¡Ven! —Llamó Fred.

—Bien, supongo que mis bromas a los Hufflepuff disminuirán —me despedí de Cedric. Me dirigió una sonrisa y adelantó el paso para estar con su padre.

Caminé rápidamente hacia los gemelos:

—¿De qué hablaban?

—Estuviste suficiente con él —habló George, fingiendo celos.

—Y yo un verano con ustedes, ¿Eso no es suficiente? —me burlé.

—Nope —respondió Fred.

Dos almas | Fred WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora