Parte 3

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Capítulo 3: Uno no puede dominar todo el poder, lo debe compartir, ya que éste corrompe, te ata, te envuelve en una fantasía de que lo controlarás todo y sin consecuencias, pero en esos momentos, para John, el deseo de acabar con el Vietcong era algo muy fuerte, un deseo que ansiaba cumplir de una buena vez. Es duro perder a un ser querido, sea quien sea, la pérdida no se repara con dinero o con el tiempo, en algunos casos sí, pero en otros no y en este caso, John era el que más sufría por la muerte de su hijo Rafael en el campo de batalla hacia tres años atrás, si tan solo lo hubiera pensados dos veces antes de permitirle ir allí.

Desde que comenzó la investigación, aún siendo pocos días de sus comienzos, John era el que más trabajaba y no abandonaba para nada su puesto, ya que quería acabar con los "asesinos" de su hijo. Llevaba varios días sin dormir, se le notaban las ojeras, el cansancio, pero aún así, éste no pensaba en abandonar su investigación.

- John, John.- Le llamó uno de sus amigos, el cual era afroamericano y de lentes gruesos.- Date un descanso, por el amor a Dios, te estás durmiendo.-

- ¿Qué? Ah...Joseph...no, no digas tonterías, estoy bien, solo voy a recargar mi taza de café, permiso.- Fue la respuesta, muy corta al respecto, de aquel hombre y de ahí se dirigió hacia la Cafetería.

- Has estado trabajando duro desde hace días, vamos, debes descansar, te va a hacer daño.- Intentó Joseph en convencerlo, pero alguien tan terco como John solo el pensar en descansar, sería darle la victoria a los del Vietcong y su avance hacia Saigon.

- Déjame de joder de una vez, mejor vuelve tú a trabajar.- Ordenó el otro con severidad, dejando callado al afroamericano.

Joseph no podía creerlo, pero esa persona, a la cual conocía desde hacía mucho, desde su graduación en la Universidad, estaba siendo hostil, severo, con un aire de pura superioridad en su voz. ¿Acaso esa fue la manera en que habían prometido ayudar al Mundo?. Se estaba replanteando al respecto sobre seguir participando en ese proyecto, ya no le podía sacar provecho a algo como eso y además, el uso de cadáveres de soldados recién traídos del frente de guerra, ¿qué cosas más retorcidas estaban pasando por la cabeza de los miembros del Pentágono y el gobierno?.

Llegaba un nuevo día a Nueva York, una brisa fresca provenía del océano y los primeros rayos del Sol que salían temprano hacia los edificios, proyectándose, eliminando las sombras de la noche. En el barrio de los Louds, Lincoln se despertaba con emoción, había llegado aquel día que tanto esperaban él y sus amigos, el de reunirse después de clases y pasar todo el Viernes en el cine, en el parque y luego quedarse a dormir en la casa de Clyde para volver el Sábado por la mañana.

- Será mejor que me prepare.- Sostuvo el joven albino, mientras que se dirigía al baño, por suerte no había fila, se lavaba los dientes, bajaba a desayunar y de ahí se iba a ir con sus hermanas a la escuela.

En la planta baja, el muchacho llegó y comenzó a preparar el desayuno para sus hermanas, les hizo panqueques para cada una de ellas y mientras comían, iban discutiendo sobre lo que harían ese Viernes, ya que era el primer día sin sus padres y las menores.

- Bueno, ¿qué tienen pensado hacer hoy?.- Preguntó Lori al respecto.

- Hoy no tengo clases con mi maestra de artes marciales, me dijo que tiene un asunto privado por atender hoy.- Dijo Lynn como primera respuesta.

- Voy a comprar el nuevo disco de "Los Rolling Stones" que ya salió a la venta después de clases, ¿quién viene conmigo?.- Alegó Luna sobre esa salida.

- Puede que yo te acompañe, ya que voy ir a mis clases de arquería, así que voy contigo.- Sostuvo Lori en acompañarla.

- Suspiro, no me queda nada más que hacer, así que iré con ustedes, pero me deben llevar a la librería, ya que tengo un libro encargado hace un montón.- Fue el pedido de Lucy, quien asustó a todos los presentes.

dead land The Loud House Where stories live. Discover now