Capítulo 57: La noche de antes.

Start from the beginning
                                    

¿Quién mandaba un mensaje a estas horas?

Con curiosidad, abrí la pestaña del nuevo mensaje. Era Débora. 

Aquel hecho me extrañó, e incluso llegué a preocuparme momentáneamente por si la hubiera pasado algo, pero caí en la cuenta de que si así fuera, me hubiera llamado en vez de escribirme. 

Di a la nueva ventana que me había salido, agrandándola, con el propósito de abrirla y leer el contenido del mensaje.  

Cuándo lo hice, no pude evitar que mis labios se deslizaran hacía arriba y mis ojos brillaran ilusionados, incluso llegándolos a sentir acuosos. 

"Siempre estaré ahí, contigo. Clay, recuérdalo, te amo. Débora."

Inspiré aire, de forma entrecortada. Y releí aquel mensaje cientos de veces, una y otra vez. Aprendiendo firmemente las palabras que lo formaban. 

Pasara lo que pasara, ella era mi alegría, mi soporte. 

Olvidé todo. Olvidé a mi padre, al que vería de nuevo mañana. Olvidé a mi madre, quién testificaría a su favor. Olvidé todos aquellos malditos golpes que todavía marcaban mi cuerpo. Y finalmente, olvidé el juicio. 

Para mí, era irremediablemente, perfecta. 

Era ella, y solo ella. 

....................................................................................................

Aria.

El ruido de la leche precipitándose contra el vaso de cristal irrumpía el pulcro silencio de la madrugada. 

Apoyé una de las manos en la silla más cercana y con cuidado, de que no chirriara contra el suelo, la moví, y me senté tranquilamente en ella, observando desde aquel ventanal en la cocina, el raso cielo de un, ya, 1 de marzo. 

Velozmente habían pasado los días, y yo, todavía estaba intentando encontrar la calma. Demasiadas cosas en poco tiempo, y es que, el que dos policías vigilaran mi casa, y a mí constantemente, inclusive en el instituto, por la posible aparición de Ethan, no ayudaba demasiado. 

Además sin contar el extraño ambiente que Ryan y yo habíamos formado en aquellas semana y media. 

Muchas veces hablábamos por simples monosílabos, y estrictamente, cuándo era necesario. Y si no, un fácil movimiento de cabeza, lo solucionaba todo. 

Y es que desde aquella noche en la que habíamos dormido abrazados y entrelazados, todo había cambiado de una manera bastante brusca. Ni si quiera éramos capaces de mirarnos a los ojos, sin apartar rápidamente la mirada, yo, claramente, sabía porque lo hacía. Las posibilidades de que me ruborizase eran gigantescas, acordándome de como habíamos amanecido aquel día, y la sensación de sus labios en mi frente, y sus manos en mi piel, en vez de hacerme sentir sucia como me solía ocurrir, me hacía saltar de felicidad, y que aquel curioso ardor en mi tripa volviera intensificadamente. 

Di un primer trago, a la fría leche. Mi reseca boca la tomó agradecida, y elevé mis ojos hasta el azulado y ennegrecido cielo. Observando las estrellas. 

Cerré los ojos, cuándo un recuerdo de cuándo tenía siete años, apareció en mi mente. 

"-¿Y qué son?- pregunté confundida, mientras, como todas las noches observaba detenidamente aquellos brillantes puntitos en el cielo oscurecido. Joey frunció el ceño, sin entender. 

-¿El qué? ¿Las estrellas?- yo asentí, sin alejar mis ojos de aquel manto luminoso. En cambio, mi amigo, armónica en mano, arrugo todavía más su entrecejo pensando bien su respuesta. Varios graciosos mechones rubios cayeron sobre este. -Pues...

Jamás pensé en ti: Mentira. EN PAUSA.Where stories live. Discover now