004

1.3K 102 12
                                        

Por culpa de los nervios, me levanto media hora antes de que suene el despertador. Me asomo por la ventana, y todo lo que se podía ver era una espesa niebla que casi no dejaba distinguir los focos de las farolas.

Aprovechando estos minutos extras que me había dado esta inquietud que me caracteriza, y decido darme una ducha con agua caliente, así llegaría al aeropuerto algo más despejada.

Sin haberme secado el pelo, más que agitándolo un poco contra la toalla, me empiezo a vestir. Todo ello en silencio para no despertar a nadie.

Cuando estoy por marcharme, cojo un cacho de papel de la cocina y escribo: "Ya he salido, no podré activar los datos móviles en el avión, así que os mando un mensaje cuando llegue al hotel. Os quiero."

Con todo ello, agarro el equipaje, y bajo a la calle donde me esperaba el Uber.

Una vez en el aeropuerto, lo primero que me encargo de hacer, es el check in, para luego estar más tranquila, así que, ya acabadas todas las gestiones de mi equipaje y de mi propia persona, voy tranquilamente a desayunar.

Mientras ojeaba curiosa el Duty Free con el café en la mano, el tiempo había pasado volando, y ya estaban llamando a los pasajeros con el vuelo AM608 con destino directo a Atlanta.

Pasé tranquilamente el último control, y recorrí el pasillo del avión en busca de mi asiento. Para mi suerte, tenía el sitio de al lado de la ventana, y a mi izquierda tenía un hombre bastante bien trajeado, y según me ha parecido, bastante cortante, así que parece que no voy a tener problema en tener verme obligada a entablar una conversación cordial con el señor.

Ahora toca descansar, así que, me pongo los cascos y abro una de mis playlist. Agarro mi bolso de mano y saco el libro que me había empezado a leer hace un par de días, Normal People. Y pasivamente voy pasando las hojas hasta que finalmente caigo rendida.

Me levanto un poco antes de empezar a sobrevolar la ciudad, una de mis mayores virtudes, o bueno, también puede ser defecto, dependiendo de por dónde se mire, es que puedo dormir profundamente en literalmente cualquier situación.

Tras todo el barullo que se organizó al aterrizar, tardé unos 40 minutos en conseguir que un taxi me acerqué hasta la dirección que me habían proporcionado desde la productora.

Mientras miraba por la ventana, no podía estar más impresionada, las gotas de agua que se iban deslizando por el cristal hacían que todo fuera aún más épico. A pesar del tiempo, y que prácticamente eran ya las 4 de la tarde (sí, sé que no puede parecer una hora totalmente normal, pero vengo de una cultura de la siesta por lo que estaba muy sorprendida), las calles estaban llenas de gente, eran todo tal y como se veía en las películas.

Después de unos 20 minutos de trayecto, llegamos al Hotel Renaissance Atlanta Midtown. Tanto los desplazamientos, como el hospedaje los cubría la empresa, así que, únicamente, le doy las gracias al conductor mientras me ayuda a sacar el equipaje del maletero, y me dispongo a entrar al hotel.

- Buenas tardes, soy Verona Gómez, debe haber una habitación para mí, a nombre de 21 Laps Entertainment. - le digo al hombre que se encontraba detrás de la mesa de recepción. -

- Buenas tardes, -me sonríe- espere unos segundos mientras voy a comprobarlo. -y se aleja unos pasos hasta el ordenador, momento que aprovecho para fijarme en la calidez que transmite el lobby. -

He estado en algunos hoteles, la mayoría de no más de 3 estrellas, y puedo asegurar que ninguno se veía de esta manera. Nada más entrar había un camino de baldosas imitando a cuarzo hasta la recepción, y a ambos extremos había un suelo de parqué, cubierto con moqueta, que albergaba una especie de zona común para los huéspedes, con divanes, mesas, y hasta una barra americana con varias marcas de licores.

- Correcto. -vuelve otra vez a ponerse delante de mí. - Su habitación es la 102. 9º piso a mano derecha, muchas gracias y feliz día. -me extiende la tarjeta, y segundos después saluda a otro huésped que acababa de llegar. -

Un hombre con uniforme me ayuda a subir las maletas hasta mi piso, y de nuevo también él me desea un feliz día. Nunca me habían tratado tan bien en un hotel, así que estaba impresionada.

Llegué por fin a la puerta de mi habitación y entré. Todo estaba muy ordenado, y era bastante colorido, no sé por qué me esperaba algo parecido a una habitación de un hospital, con paredes blancas y suelo de baldosas. En general era muy acogedor, y doy las gracias por ello, ya que este sería mi hogar, al menos durante los siguientes 12 meses.

Di una vuelva de reconocimiento y saqué mi tablet del bolso. Intenté hacer video llamada con mi familia, pero no hubo respuesta. Según mis cálculos, en España deberían ser las 12 de la noche, pero parece ser que se habían acostado pronto. Aun así, les escribí un mensaje diciendo que había llegado bien, y que el hotel era precioso, les adjunté algunas fotos.

No pensé en deshacer la maleta, ya que, ya tendría tiempo para ello. Y, aunque dormí 8 horas en el avión y aun así estaba cansada, luché contra mis instintos de irme a descansar, y decidí salir a dar una vuelta por la manzana.

Dicho esto, me puse el abrigo de nuevo, cogí un paraguas, y salí de la habitación rumbo al ascensor. Cuando estaba por salir de él, en la planta baja, me choqué con un hombre alto y de pelo castaño. Traía el pelo mojado y se estaba desenroscando la bufanda del cuello.

- ¡Perdona! -abre los ojos de forma cómica. - No te había visto. -me sonríe. -

- No te preocupes. -sonrío de vuelta. - Ten un buen día. -continúo mientras me voy alejando a la vez que le sigo mirando. -

- ¡Igualmente! -y levanta una mano en forma de saludo antes de meterse en el ascensor. -

Vaya, de momento pleno con las personas agradables. Va a resultar que mi madre estaba muy equivocada cuando dijo algunos tópicos sobre los estadounidenses, aunque, este tipo parecía que tenía un acento más británico. Bueno, de cualquier modo, no tengo mucha idea, así que, ya una vez fuera del edificio, abro el paraguas, meto mi mano libre en el bolsillo del abrigo, y me pongo en marcha.


𝒓𝒊𝒈𝒉𝒕 𝒑𝒆𝒓𝒔𝒐𝒏, 𝒘𝒓𝒐𝒏𝒈 𝒕𝒊𝒎𝒆 - joseph quinnWhere stories live. Discover now