Espero pacientemente delante de mi ordenador a que los datos de la ventana que tenía abierta se actualizasen.
Ya había participado en algún rodaje de pequeño presupuesto ayudando a mi tutora, pero lo que estaba por suceder era más serio. Pronto iba a conocer si me concedían un puesto para el trabajo de becaria que había solicitado.
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Probablemente ahora mismo no sepas de qué te estoy hablando, deja que me explique:
Soy de una ciudad de Cataluña, Barcelona. Nací y me crié aquí.
Siempre me he desarrollado como una niña muy artística: les hacía el vestuario a mis muñecas, me pasaba todo el día dibujando, me hacía mis propias joyas, amaba visitar otras ciudades y observaba curiosa cada detalle de sus edificios más conocidos... En definitiva, toda mi vida giraba en torno al arte en todas sus expresiones, excepto en la escuela, donde me veía obligada a desempeñar tareas como las matemáticas o la química, para las cuales nunca puse ningún empeño por entenderlas, simplemente hacía por aprobarlas para no tener que pensar más en ellas.
Esto comenzó a cambiar cuando vi la posibilidad de unir mi pasión por el arte, y la capacidad de poderlo llevarlo a un estado físico. Y efectivamente, cuando pude elegir qué carrera universitaria quería cursar, opté por la Arquitectura.
Me matriculé en 2015 en la Universitat Politécnica de Catalunya. El grado consistía en 5 años de formación con un trabajo de final de grado, y un posterior máster habilitante para poder ejercer la profesión.
Tras algunos baches, ya que las matemáticas y la física seguían siendo un obstáculo, conseguí graduarme del grado en 2020. Pero el virus del covid complicó mi ingreso al máster.
El coste de la luz y la gasolina subió, en definitiva, todo había aumentado el precio, y con mis padres jubilados y un hermano pequeño, el dinero que ganaban por la pensión se destinaba principalmente a gastos básicos, como la comida y la casa.
En esta situación me vi con la obligación de desviarme de mi carrera profesional, y empezar a ingresar algo de dinero por mi cuenta.
Es entonces cuando un día de camino a la compra, di con un anuncio de un curso de Caracterización y Maquillaje Profesional cerca de dónde vivía. Serían dos años, con unas prácticas finales, y luego la obtención del título oficial. Me guardé uno de los folletos para revisarlo más tranquilamente en casa. Maquillar es algo que siempre me ha gustado, más allá de taparme un grano o esconder las ojeras, me entusiasmaba el hecho de poder expresarme sobre mi piel, y que el resto de personas pudieran verlo.
Ese mismo día me senté delante de mi escritorio para revisar las opciones que tenía; por un lado, ofertas de trabajo precarias en hostelería y varias tiendas de Inditex, en los que, ni es salario ni las horas eran dignas para un ser humano, y por el otro lado, el curso de la escuela superior.
Tras meditarlo con mis padres, vimos que la oferta del curso podría tener gran potencial en un futuro a la hora de encontrar algún trabajo definido. Así que, así fue, me matriculé, 800 euros cada año, sería como una inversión, supongo...
Actualmente, en el 2022, ya he participado en algunos trabajos, desde maquillar a novias para el día de sus bodas, hasta hacer la caracterización en varias obras de teatro. Cobraba lo mínimo, puesto que no era 'profesional' aún, pero todo ello lo he ido ahorrando. En cosa de algo menos de un año, tras finalizar las prácticas, por fin podría trabajar al fin como capacitada.
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No solía ser una persona optimista, pero realmente estaba segura de que me darían el puesto.
Mi profesora estaba especialmente encantada conmigo, y me hizo una carta de recomendación muy completa a una antigua profesora que tuvo ella, y que, al parecer, ahora tenía gran repercusión en este mundillo. Ahora sólo quedaba esperar.
Ya está: DATOS ACTUALIZADOS. Se leía en la pantalla.
Cliqueo y automáticamente se abre el contrato de prácticas.
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Pues entonces era real, en menos de una semana me mudaría a Estados Unidos para comenzar la grabación de la temporada 4 de Stranger Things.
