26: Una vida nueva

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Chira ansiaba con ganas aquel momento. RK había tenido la oportunidad de vengarse finalmente de las falsas promesas que le hizo Namael y fue él quien se encargó de cortarle las alas, así que lo justo era que le dejaran encargarse de Yuri. Podía saborear la victoria al imaginar clavarle las uñas en el cuello una vez más, esta vez sin que nada pudiera detenerlo, sin embargo, lo que encontró al entrar no fue lo que esperaba.

Yuri estaba en perfectas condiciones, no había rastros de heridas en su piel blanca, de nuevo perfectamente limpia a la vista y con esa maldita mirada de superioridad, como un gato que observa a un ratón desde lo alto.

"Te ves sorprendido, Chira querido".

Chira rodó los ojos en un claro gesto de hastío. Nunca le gustó que le hablaran de esa forma, mucho menos si era Yuri quien lo hacía para burlarse.

"No te confundas, Yuri. Me da igual si recuperaste tus fueras, eso solo hará esto más divertido", aseguró con toda la confianza que poseía, la cual era muchísima incluso si, interiormente, dudaba un poco de aquella situación.

"Guarda tus energías para más tarde, Chira", canturreó Yuri desde el sillón negro donde se había sentado. Era increíble pensar que cada habitación tenía un estilo único, aquella, por ejemplo, parecía la sala de juntas de una empresa grande y elegante con grandes ventanales que dejaban ver el resto de Los Ángeles.

Más tarde. Chira frunció el ceño y no lo pensó, se lanzó directo a Yuri. Se colocó encima suyo y le rodeó el cuello con ambas manos. Estaba deseoso de despellejarle él mismo y nada iba a detenerlo, no pensaba esperar más. Le iba a arrancar esa estúpida sonrisa de la cara de una buena vez y para siempre. Yuri no conocería otra cosa salvo el dolor que podía causarla rabia amarga de Chira.

"Se acabó, Yuri. No hay lugar para traidores aquí".

Yuri no reaccionó, le dio la mirada más fría e indiferente de su arsenal y eso provocó más al bailarín encima suyo, quien comenzó a clavarle las uñas con fuerza para perforar poco a poco su piel. Apenas las primeras gotas oscuras aparecieron mientras presionaba más la tráquea, apareció Dae Young.

"Tienes razón, Chira, no hay lugar aquí para los traidores".

Chira sonrió más, Yuri se removió un poco porque la presión comenzaba a dificultarle respirar; eso no sería suficiente para causarle la muerte, claro, pero la molestia no era menor y el instinto de supervivencia se activaba. Chira movió una de sus piernas de tal manera que clavó una rodilla contra el costado de Yuri. No pudo evitar un gruñido ahogado de dolor.

"Sin embargo, no hay ningún traidor aquí".

Con un chasquido, Yuri desapareció bajo las manos de Chira y se materializó de nuevo unos metros lejos, cerca de un minibar. Intentó recuperar el aliento con calma y, a pesar de las nuevas heridas, le sonreía triunfante a Chira.

"¿A qué mierda te refieres?"

Dae Young rio por lo bajo y se acercó a su demonio, estiró las manos a sus hombros y comenzó a masajearlos un poco para relajarlo. Se inclinó cerca del oído de Chira con suavidad.

"Yuri solo estaba siguiendo mis órdenes, Chira. Por eso no puedo entregarte su vida, pero te prometo que te divertirás como más te guste de todos modos, incluso puedo jugar un poco contigo más tarde".

Sus dedos se deslizaron por el cuello de la camisa de Chira, apenas rozando la piel del demonio que seguía enojado e indignado. Se sacudió del agarre de Dae Young y giró para quedar frente a él, cruzó una pierna sobre la otra y también los brazos sobre el pecho. Su rostro lo decía todo: demandaba una explicación, no era justo que le quitaran aquella oportunidad de deshacerse de Yuri por fin. Quería verle sin vida finalmente, librarse de sus aires de superioridad solo porque tenía derecho de antigüedad. Deseaba tirarle del pedestal donde se había colocado y tomar su lugar.

Dae Young le acarició el cabello antes de ir hasta el frigobar. Con otro chasquido aparecieron siete vasos donde fue poniendo hielos y comenzó a llenar con whisky.

"Todo tiene una explicación, deberías saber que yo también tengo mis planes, pero solo falta... Ah, ahí está."

RK llegó también. Había algo extraño en su mirada, en la forma en que se tiró en el sillón y subió los pies a la mesa del centro. Alzó una ceja, sorprendido de ver a Yuri al lado de Dae Young.

"¿De qué me perdí? ¿Por qué no ha muerto todavía?"

Chira soltó un bufido molesto.

"Cálmense un poco. En cuanto estemos todos lo sabrán, ¿no es así, Yuri?"

Dae Young era experto en ignorar la tensión del ambiente. No le afectaba en lo más mínimo, porque podía arreglarlo todo con otro simple chasquido de sus dedos, pero le divertía bastante verlos pelear y actuar como si lo conocieran realmente, cuando era claro que ninguno podía predecir las decisiones que tomaría.

Hubo un silencio duro y pesado por unos segundos, Chira hizo el ademán de ponerse en pie, pero la puerta se abrió una vez más. Xinya entró primero y su rostro cambió por completo al ver a Yuri presente. Dio un paso al frente, apresurada, pero se detuvo al ver a los demás. Los vio por un segundo, sobre todo a Dae Young, antes de mandar todo a la mierda e ir directo a Yuri, rodeándole por los hombros para poder atraerle hacia sí con alivio. Murmuró algo en aquel idioma antiguo que usaban cuando se conocieron y le detuvo con fuerza.

Lo único que hizo que los otros demonios no les prestaran tanta atención, fue la persona que entró detrás de Xinya.

Tenía un traje hecho a la medida, completamente negro y que realzaba sus hombros. El cabello brillaba en el mismo color, aunque a diferencia de las veces anteriores, su frente había quedado al descubierto. Su porte era perfecto y la expresión en su rostro era incluso más segura que antes. Louis Lee tenía un aire soberbio incluso mayor al de Chira, caminó como lo hacía Dae Young usualmente: como si fuera el dueño de la sala, por encima de todos los demás. Parpadeó y, por un segundo, sus ojos se tornaron completamente negros antes de volver a la normalidad.

"Chira, ¿no decías que querías darle la bienvenida a Sung In-ah? ¿Por qué no lo haces más tarde? Tómalo como mi oferta de paz".

Sonaba más como un premio de consolación, pero podría tomarlo. No dijo nada, no lo aceptó en voz alta, sino que mantuvo aquella actitud negada incluso cuando Dae Young, Yuri y Xinya se acercaron a los sillones para acomodarse. El diablo puso la charola con los siete vasos al alcance de todos y se sentó en el sofá individual.

"¿A quién más esperamos?"

Señaló Xinya viendo el vaso que sobraba, tras tomar el suyo y pasarle uno a Yuri a su lado, de quien no pensaba separarse de nuevo.

"Qué bueno que preguntas".

Dae Young miró hacia la puerta y los demás lo imitaron. Namael entró terminando de abrocharse el botón de la camisa. RK se puso de pie de un salto, pero Louis tiró de él para obligarlo a sentarse de nuevo. A pesar de eso, las quejas no tardaron en aparecer y todos alzaron la voz. Se señalaban de traidores y las amenazas de muerte corrían entre todos, incluso Louis terminó metido en aquello al tratar de callar a los demás. Dae Young los dejó por un momento como si fueran niños pequeños que necesitaran eso, se dedicó a dar un par de tragos a su bebida, hasta que se aclaró la garganta y dejó su vaso.

"Suficiente".

Esa única palabra hizo el silencio. Una orden tan firme y precisa como si tuviera un control en las manos donde bastaba presionar un botón para manejarlos a todos los demás.

"Ahora que estamos todos, demonios y ángeles caídos... ¿por qué no se sientan y me escuchan de una maldita vez?"

Estaba molesto, harto de aquellas niñerías, no cabía duda de eso.

"Me gustaría que dejaran sus estúpidas peleas personales para después. Tenemos que hablar del apocalipsis, pero antes de eso... hay un Armagedón que los siete debemos ganar".

Los demonios intercambiaron miradas incluyendo también al ángel sin alas. El final estaba cerca, pero antes de eso venía la guerra.

El diablo está en los detallesWhere stories live. Discover now