18: Morir es (completamente) seguro

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Tan pronto como Yuri puso la idea sobre la mesa, comenzaron los preparativos. Louis no deseaba arriesgarse sin asegurarse de que el plan tenía más probabilidades de éxito que de fracaso. Iba a morir. No estaba listo para ello, pero tampoco para entregar su alma a Dae Young. No todavía.

Como el interior de su casa estaba asegurada y solo Namael era capaz de entrar, reservó una suite de hotel donde podrían matarlo y revivirlo de acuerdo con el plan. Yuri poco a poco se había mostrado más confiable, abriéndose sobre sus razones para aquella traición. Según dijo, se había cansado de estar bajo las órdenes del diablo. Llevaba tantos años al lado de Dae Young que solo deseaba paz. No podría tenerla, si le mataban ahora que era un demonio, su alma sería cenizas. No tenía salvación, pero evitar que el ejército de Dae Young creciera parecía ser consuelo suficiente.

A pesar de eso, y de ver una faceta un poco menos fría del demonio, tenía sus dudas.

"¿Tú le crees, Namael?"

El ángel volteó a verlo tras encender unas velas al lado de un sello sigil que había hecho en el suelo de la suite.

"Creo que todos pueden redimirse y encontrar perdón."

"Pero es una... un demonio. ¿Por qué lo haría ahora?"

"El tiempo pasa diferente para nosotros". La puerta se abrió. Yuri entró con una caja de plástico en las manos y caminó hasta el tocador para ponerla ahí mientras revisaba el interior. Desde el espejo tenía una buena vista de Louis, el ángel y el desfibrilador que el humano insistió en conseguir solo por si acaso, como si los poderes de un ángel y un demonio no fueran suficientes para traerlo a la vida. "Y nada de lo que obtuve en estos años me dio lo que realmente anhelaba. Dae Young me matará cuando se entere de esto, pero al menos quiero hacer una cosa que valga la pena."

Sus palabras sonaban sinceras, y lo que había en su mirada parecía que de verdad atendía a una causa noble. Tal vez algo había cambiado, sus ojos parecían menos densos, quizás...

"Louis, ¿estás listo?"

La voz de Namael lo sacó de sus pensamientos por un instante. Se había estado moviendo en automático por la habitación, ayudando con lo que quedaba por hacer. Namael había terminado con el sigil, Yuri parecía tener también todo listo. Louis asintió.

No lo estaba.

"No te puedo prometer que no va a doler, pero intentaré que no sea demasiado sufrimiento."

Asintió de nuevo a las palabras del demonio y terminó por acomodarse en la cama. Nunca pensó que moriría de esa forma, mucho menos tan joven, sin saber si aquel plan funcionaría. Yuri apareció una vez más en su campo de visión, a su lado estaba el ángel, una escena que jamás se había imaginado para él. Tantas, tantas cosas inesperadas habían pasado desde que conoció a Dae Young, que ya no le quedaba mucha fuerza para resistirse a todo ello.

"Ten fe", dijo Namael y Louis cerró los ojos.

Sintió una mano ligeramente fría en su cuello y esta bajó hacia su pecho. Había una extraña presión ahí en la que intentó no concentrarse. En lugar de eso, pensó en los petauros que tuvo de mascota unos años atrás. Habían muerto, pero el tiempo con ellos fue hermoso y los amaba como a nadie más. Eran dos, uno más oscuro que el otro, con sus enormes ojos negros. Perdió la consciencia en algún punto, su corazón se iba pausándose hasta que se detuvo. Cuando abrió los ojos, sintió un frío extraño y miró a su alrededor.

Era un terreno llano y descolorido, incluso podía notar bruma rodeándolo. No veía nada mirase a donde mirase, tampoco parecía haber ruido. ¿Acaso debía esperar ahí?

"¿Namael?", intentó llamarlo, mas no obtuvo respuesta.

Decidió moverse un poco. Yuri le había explicado que el limbo era diferente para cada uno. Llegaría primero a un sitio como aquel, probablemente, y luego podría encontrarse con algún paisaje similar de su vida, donde se definiría su destino. Habría una especie de puerta o entrada. Si la cruzaba, quedaría atrapado en el limbo. Mientras estuviera en ese territorio muerto, Dae Young no podía reclamar su alma.

Contó los pasos tratando de moverse solo en línea recta, detrás de él la bruma se cerraba y sus pies no dejaban huellas. Era desconcertante, todo se sentía demasiado como un punto medio.

Poco después, distinguió por fin una entrada. Era un arco, la estructura era coreana y tenía escrito en hangul "Bienvenido". Se detuvo justo antes de cruzar el gran arco de piedra, intentando otear al otro lado. Gwacheon. Sentía que su ciudad natal era aquella silueta que comenzaba a dibujarse.

"Si fuera tú, no cruzaría."

Se le erizó la nuca al escuchar esa voz que no pertenecía a Namael ni a Yuri. Giró el rostro y vio a Xiinya con las manos en los bolsillos del pantalón bombacho negro, con unas correas que caían por los costados.

"¿Qué...?"

"Tranquilo, solo vine a cobrar tu deuda. No pensé que estuvieras tan ansioso, pero ¿quién soy yo para juzgar?"

Louis sintió sus piernas temblar, era un miedo que no había sentido antes al estar frente a aquel demonio. Se recargó con una mano en una de las columnas del arco, dándole la espalda a su limbo.

"¿Dónde...? ¿C-cómo...?"

Xinya sonrió inclinando su cabeza hacia un lado.

"El tiempo aquí no existe, pero allá afuera, en el mundo real, tuve el tiempo necesario para hacerme cargo del ángel. Te estoy haciendo un favor al ser yo quien vino, sabes cómo con Chira y RK, se morían por ponerte las manos encima."

Louis tragó saliva y retrocedió otro paso.

"Oh, oh, cuidado. No cruces antes de tiempo." Sacó las manos de los bolsillos y se acercó al humano atemorizado que tenía en frente, intentando encontrar palabras que pudiera protegerlo, pero antes de que Xinya pudiera tomarlo, una silueta más apareció también.

"¡Wang Xinya! ¡No lo hagas!"

Era Yuri. Su sangre oscura escurría por un costado y se acercaba cojeando hasta ellos. Tenía el cabello alborotado y algunos rasguños en el rostro y el cuello.

Xinya se detuvo y giró hacia Yuri, mirándola de una forma extraña.

"Te dije te alejaras de todo esto, Yuri. No quiero matarte."

"Déjalo ir, Xinya... Déjalo volver."

Respiraba con la misma dificultad con la que se movía y en sus ojos había una súplica.

"Xinya, por favor... tú no eres así."

"Era, Yuri. No lo era. Así como tú tampoco nos hubieras traicionado."

Las palabras detuvieron a Yuri. Louis se había convertido en un simple espectador, pero aquello duró poco antes de que la batalla se desatara entre ese par demoníaco. Xinya atacaba y arremetía con una fuerza mayor a la que Louis hubiese imaginado, mientras que Yuri solamente se defendía. ¿Por qué? Louis podría jurar que Yuri sería capaz de darle buena batalla a la otra demonio, pero solo se defendía y aguantada, los ataques que daba no parecían ir con la intención de hacerle daño. Casi parecía que protegía a Xinya, quien se movía veloz, como si aquello fuera un baile.

Louis observó a su alrededor, los nervios crecían en su interior hasta que por fin logró despegar un pie del suelo, luego el otro y echó a correr.

El diablo está en los detallesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora