Capítulo 26

78 10 6
                                    


Las paredes me parecían cada vez más y más pequeñas. No era capaz de controlar mis instintos que me obligaban a huir a un lugar más abierto, a perderme en frondosos bosques, a perseguir algún animal oculto en la espesura.

Pero aquí dentro solo podía huir. Era lo único en lo que podía pensar.

De la nada apareció un humano que al verme gritó y salió huyendo. Muy sensato por su parte. Pero al momento salió otro muy alto y robusto a socorrerle. Este se plantó ante mí, ignorando mi naturaleza, sonrió y sin usar ningún tipo de arma se lanzó a por mí, como si de un simple lobo me tratase.

-"Lobito que sepas que de esta no sales" gritó mientas se acercaba peligrosamente hacia mí.

Mi instinto actuó antes que mi cordura y me abalancé a su cuello. Lo agarré con mi poderosa mandíbula y desgarré su yugular como si fuera gelatina. Al instante calló al suelo, muerto.

De las sombras emergió una enorme loba blanca, tan grande como yo. La hembra alfa de una pequeña manada de la que formaba parte.

No me agradó su visita, quería que se fuera. La gruñí y ella debió de comprender mi mensaje porque se fue de la misma forma que llegó.

Seguí corriendo hasta llegar a la puerta que separaba las celdas del patio. Cerrada. No convertiría una simple puerta en un obstáculo. La embestí y rompí el cristal escapando al patio.

********

Tenía que seguirle, en su estado podía hacer daño a mucha gente.

"Venga Sept, tienes que transformarte" pensé

Lo primero en cambiar fueron mis orejas que se volvieron puntiagudas y se colocaron sobre mi cabeza.

"Venga Sept, tu puedes" me repetí

Mis uñas de las manos crecieron y se apuntaron y mis dientes crecieron un poco

"Vamos..."

No conseguí transformarme completamente, igual que siempre. Me quedaba a la mitad. Orejas puntiagudas en la cabeza, uñas largas y afiladas, sentidos más agudos y un poco más pequeña de tamaño. Ahí me bloqueaba.

"Venga Sept, tu puedes, transfórmate en un lobo"

Pensé en el bosque de al lado de casa donde mamá y Diciembre siempre corrían libres siendo lobas. Pensé en su transformación y entonces pude. Mis huesos se hicieron más pequeños, mis músculos cambiaron, mi nariz se apuntó en un hocico y me cubrí de pelo. Conseguí por primera vez transformarme.

Oí un aullido al que contesté y un tercero respondió.

Olisqueé el aire y salí corriendo en busca de uno de los tres lobos. Había oído gruñidos y gritos así que no fui muy lenta que se diga.

Corrí rápida por los pasillos de la cárcel hasta llegar a uno en el que reposaba exánime un hombre con la yugular desgarrada. Lo salté y continué siguiendo el rastro del lobo. Llegué a la puerta del patio que tenía un cristal roto y salté a través de él.

-"¿Yan?" gruñí.

No hubo respuesta. No creo que los licántropos mantengan su conciencia al transformarse. Probé a buscarle siguiendo su rastro hasta un árbol que había plantado en mitad del patio, allí el olor se disipaba.

Di un par de vueltas al árbol y me paré a observar el terreno. No olía su rastro ni veía su aura. Oí el crujido de unas ramas y decidí volver a transformarme en humana. Esta vez fue como si la imagen de la loba castaña y la de Sept se superpusieran dando paso a mi figura humana.

-"¿Yan?" lo llamé de nuevo.

Un bulto pesado arremetió de pronto por mi espalda y me tiró al suelo.

-"AU" me senté y miré mis rodillas y muñecas ensangrentadas. Las lamí retirando la sangre de ellas, para ayudar a su curación.

Me incorporé y miré a mi alrededor, esperando expectante a un segundo ataque. Vi a un lobo azabache correr hacia mí. Me arrodillé, cerré los ojos y junte las palmas de mis manos entrando en trance. Cuando estaba a punto de alcanzarme me moví un centímetro a la derecha sin abrir los ojos y con las palmas de las manos aún juntas rodeé su cuello y lo tiré al suelo. Volvió a levantarse y a atacar, pero yo, con los ojos aún cerrados y las manos unidas, esquivé su ataque, me levanté de un salto y le golpeé en la nuca con la palma abierta con fuerza y precisión como si de un movimiento de artes marciales se tratara y volví en mí.

Calló al suelo desvanecido y volvió a su figura humana. Fui rápida hacia él y le medí el pulso. Respiré aliviada, no lo había matado.

Poco a poco iba recobrando su humanidad, abandonando sus instintos animales y su apariencia lobuna, volviéndose poco a poco más humano, recobrando su verdadero cuerpo.

Coloqué las manos de la misma forma que en la que estas estaban al concentrarme en el ataque, solo que esta vez abrí los ojos, quedándose grises, dejando fluir desde estos una luz morada que vagó por todo mi cuerpo y salió por mis manos entrando en su cuerpo iluminándose en la cabeza- donde situé mis manos- hasta sus pies. Gruñó y acto seguido abrió los ojos. Gracias a dios estaba bien.


PERDIDAWhere stories live. Discover now