Capítulo 3

158 19 3
                                    

Llevaba ya tres años en aquella fría habitación. Las mismas paredes, la misma compañera, la misma cama, la misma monótona iluminación, la misma forma de pasar las horas... pruebas, hablar con David, por teléfono, recibiendo resultados que siempre negaban cualquier enfermedad, y no les culpo, no había que buscar, porque yo no estaba loca, nunca enfermaba, nunca hablaba sola. Algo distinto a la racionalidad de los médicos, que son incapaces de creer en nada que no esté demostrado, o simplemente lo pueda ver cualquier persona. Que no pueda verlo alguien que no sea yo... Aunque en el mundo hay mucha gente. Alguien será como yo. Distinta... Con habilidades especiales. Con mejor vista, mejor percepción, más observadores.... No... Soy demasiado especial para que haya más gente como yo. Tan distinta... Tan... Yo. Que egocéntrica... pero aun así, no he conocido a nadie capaz de ver lo que yo veo, de sentir lo que yo siento. Algo difícil de creer, algo fuera de lo común, algo... diferente, algo... algo que ni yo sé lo que es.

Con mi compañera de cuarto ocurre algo similar. Fátima tiene una muñeca especial, de trapo, parlanchina, diferente. Habla con ella, conmigo, sola, pero no con los médicos, por eso lleva 5 años encerrada. Dos más que yo. Parece llevarlo bien... pero no es así. Cada día, a las seis en punto recién cumplidas, se levanta de su cama, va al baño y acompañada por el agua helada que emana el grifo derrama sus propias cataratas, silenciosas. Llanto silencioso casi imperceptible. Largo y deprimente. En ocasiones, transmite tanto dolor, que alguna que otra gota salada se escapa de mis ojos. Pero yo no merezco llorar. Ella sí.

Hace tres años que no veo a mi madre, ni a María, ni a Laura, ni a Angie. Las echo de menos. Demasiado. Hace tres años que vivo en una burbuja, hablas con el exterior, el exterior te habla, pero no les ves, no sientes su calor, ni su apoyo, las voces distorsionadas dejan de servirte a la segunda semana. Solo espero que dure poco. Estoy ya deseando salir de este antro. Llevo tres malditos años aquí dentro, lo único que puedo hacer es esperar a que algún día mi príncipe azul, entre por esa puerta y me salve. Entonces todo habría acabado. Pero el mundo no es de color rosa, la perdiz se la come el más rico y es a ti a quien dan con la puerta en las narices.

¿Por qué los médicos eran tan idiotas como para entender que no estaba loca? Que no todos ven, que la vida tiene misterios ocultos que te hacen pensar y replantearte las cosas, porque eso es lo que nos hace descubrir, creer, buscar y ser curiosos. Eso es lo que nos hace humanos. Diferentes.

"supporZ['dP


PERDIDAWhere stories live. Discover now