34. NO TU UNO EN UN MILLÓN

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Las cosas no cambiaron mucho. Dos días pasaron y todo seguía tenso. Mis pastillas se acabaron. Tiré el bote a la basura. Igual ni me hicieron nada.

—Te dejé más o menos. Te vuelvo a ver y estás de la jodida—me inspeccionó Xavier. Me encontraba en el pequeño balcón, admirando el paisaje urbano—. ¿Por qué todos están como esperando quien se apendeja para apuñalarlo por la espalda? ¿Ya mandaste a la chingada a tu gringo? Porque desde que llegaron no han hablado nada, ni tocado, ni mirado. Y eso me da igual. Si cortaron que bien, pero ¿Damián? ¿Por qué están peleados? Ustedes son siameses.

—Los siameses también se pelean.

—Debe haber una razón muy grande para que eso pasara.

—¿Ya se lo preguntaste a él?

—Sí, pero me dijo que te preguntara a ti. Es la primera vez que veo tan molesto a Damián.

—Llegamos a un punto en el que no coincidimos en nuestros pensamientos y decisiones. Eso es todo.

—Woow. Claro como el agua—suspiré—. Bueno, si no me quieres contar está bien. No te lo había dicho, pero te ves muy guapa de rubia.

—Gracias, Xavi. Sinceramente tenía muchas dudas de regresar a mi tono natural...

—¿Qué? ¿Si eres rubia? ¿De verdad? —asentí—. Pensé que eras castaña, no...tan rubia. Si hubiéramos cogido lo hubiera sabido.

—Eres un pendejo—le di un manotazo. Rio.

—No sabes las ansias que tenía de verte de nuevo, Virza, y de estar a tu lado. Me gustas un chingo—dijo serio—. Y me siento un poco más feliz de saber que las cosas con tu gringo no están bien. No debería, pero, ya sabes, soy sincero.

—Lo sé, Xavi. La sinceridad es tu mejor y peor arma.

—No me disculparé por eso.

Lo sabía.

El amor puede ser el peor veneno. Caes en él y si te apendejas te puede ahogar y matar.

Después de las cosas que nos dijimos, estaba segura que todo había cambiado. No era algo a lo que simplemente puedes decir lo siento porque sabes que tienes la razón. Amo a Svahn, ese es un hecho, sin embargo, él nunca comprenderá mi situación. No de lleno. Él solo ve desde el exterior lo que pasa, pero dentro de mí, todo es un caos. Yo soy un caos que destruye todo a su paso. Y lo destruí a él.

Lo amo, pero no quiero a nadie que me juzgue o me cuestione. No quiero a nadie que me quiera controlar ni cambiar. No necesito cambiar porque estoy en lo correcto.

He pensado mucho y los miles de veces que repasé lo ocurrido en la oficina de Riccardo me hicieron llegar a la conclusión de que no cambiaría nada. Sí, estaba consciente del daño que Pepe me hizo, lo sufrí, pero por raro que se escuchara, por extraño que pudiera parecer, él era el único que me entendía.

Soy rara. Hasta una estúpida, pero no una enferma.

¿En verdad hice mal? Ya no quería cuestionármelo.

Al tercer día, en la noche, bajé a la cocina por agua. Me sentía ansiosa y gracias al cielo, al abrir el refrigerador encontré varias latas de cerveza. No dudé en abrir una y tomar profundo. Había bajado buscando cobre y encontré oro.

Disfruté del líquido bajar por mi garganta, avivando mi sistema. Justo lo que necesitaba.

Escuché ruido. Volteé, dejando la lata dentro del lavabo. Salí de la cocina, viendo a Svahn con una maleta, la cual dejó cerca de la puerta principal. El corazón me latió veloz. Era un sentir horrible.

Siempre Incorrecta© (#1) +21 ✓ ✓ ✓ COMPLETA [SAGA INCORRECTA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora