Decepción

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"¿Cómo puede estar tan tranquilo? ¿Cómo puede tomarlo tan natural? No es para nada su estilo confiar así... ¡Acaso tendría que explicarle como a un niño del peligro!", pensaba Roxana. Una mezcla de emociones que iban desde el enojo hasta la decepción, pasaban por su cabeza. Aquella tarde había entrado en la habitación de improviso, no a la hora habitual, pues había empezado a trabajar medio de tiempo en labores sociales. Quería mucho a su amigo, pero jamás seguiría sus pasos, por lo que buscaba hacer algo con su vida y aportar en la vida de otros que lo necesitaban. Sin embargo, pese a estar agotada decidió visitarlo como siempre. Su entrada interrumpió al chico justo cuando iba a decir su nombre. Pese a lo incómodo de la situación, ni la desconocida ni el chico parecieron molestarse con la presencia de Roxana.

La escena se repetiría cada tarde, y Roxana no se sentía cómoda al ver a esos dos echados, mirando fijamente el techo blanco de la habitación. ¿Eran idiotas? ¿No se aburrían? Ya no se sentía cómoda de estar ahí, sentía que estaba sobrando.  Llegó el día en que la paciencia de Roxana se acabó. Luego de visitar un asentamiento humano, y sentir el calvario de viajar en transporte público, llegó casi neurótica a casa de su amigo.

- Ven un momento, porfa. - ella jamás había hablado a nadie con ese tono agresivo e informal. Él se levantó de las blancas sábanas y dejó por un momento a la otra chica, quien no se movió ni un centímetro.

- ¿Qué mierda te pasa huevón? -  Exclamó furibunda Roxana. Pese a las groserías y la rabia de su amiga, él mantuvo su habitual calma.

- ¿A qué te refieres? -  dijo con parsimonia, y ella aún más enojada replicó - A que te pasas día y noche con esa tipa, que no sé de dónde carajos ha salido... ya no limpias, ni ordenas, y estás mas indolente que nunca... ¿Acaso sabes quién es, de dónde viene, su nombre al menos? ¿Vale la pena abandonarte así por ella?

- Es una vecina, pero eso no me importa. ¿Acaso tu sabes mi nombre? Pues el de ella importa menos. Somos ella y yo ahora, en el presente. Ten un poquito de calma, pues para ser obje...

- ¡A la mierda la objetividad! No sé que quieras hacer de tu vida pretendiendo ser un robot, o fingiendo tener asperger. Pero lo que realmente me preocupa es ver por primera vez nublada tu razón...

- ¿Celos? - dijo él calmadamente

- ¡Idiota, y después de todo un machito!... - tomó aire y se calmó. Pesé a la escandalosa discusión al lado de la puerta del cuarto, la otra chica simplemente pestañeó un poco y se acurrucó en la cama. No se sentía aludida. Parecía un gato u otro animal al que no le interesan los humanos y al que sus discusiones le suenan como un ruido incomprensible. Rox se calmo y recuperó el aliento - No hay nada normal en esto: ni la tipa esta, ni la relación que tienen, ni lo que hacen todos los días. No soy yo quién para mandar en tu vida, pero de verdad, conociendo tus relaciones anteriores, solo espero no tener que salvarte por última vez. 

Frustrada por el silencio de su mejor amigo que parecía estar ido y, a quién amaba de una forma  pura, no pudo más que retirarse en silencio reconociendo que era inútil hacerlo entrar en razón. El muchacho, volvió a lado de la chica como si nada hubiera pasado, mientras los peldaños de la escalera crujían bajo los pasos lentos de Roxana. Y aunque le pareció un tanto raro que su nuevo amor no comente nada acerca de lo sucedido, siguió mirándolo embelesado. Estaba enamorado, ilusionado, y toda esa "basura en la que no creía". Y ciertamente era basura, al menos esta vez, pues eso que él estaba sintiendo no era en absoluto amor, era más como un hechizo, y uno muy dañino que le iba robando la vida.

La Lechuzaحيث تعيش القصص. اكتشف الآن