Despertar al Sueño

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Desperté mientras tenía otro sueño de laberintos en los que no sabía dónde ir. La noche era extremadamente oscura,  y la oscuridad era similar a una especie de neblina espesa, tanto como la brea,  que no me dejaba avanzar... ¡Al diablo! Es solo un sueño, el reino de lo onírico no manda en mi vida. Mi vida es plena y exacta. No desbordes, nada de excesos, solo la tensa calma de existir en paz... ¿Dije tensa?

Rox entró en su cuarto, él estaba desnudo mirando su techo blanco y ausente de telarañas. Al verlo desnudo, y topar su mirada vacía con la suya sintió un natural estupor.

- Descuida, sé que me ves desnudo, no te angusties, no significa nada para mí.

Rox se mordió el labio reprimiendo cierta cólera, pues se sentía descubierta y humillada de cierta manera que no supo explicar. Antes que ella pudiera decir algo, él respondió como adivinando su pregunta:

- Quiero decir, no tengo la certeza, pero es muy probable que en tantos años de tener estos hábitos: ducharme y caminar sin nada hasta mi cuarto, tener abierta la puerta; tú como mi mejor amiga y vecina, teniendo la costumbre de visitarme sin avisar... es decir, no te estoy acusando y la desnudes para mí es solo...  - ella se apresuró a responder algo nerviosa.

- Sí lo sé, igual disculpa. Y además es raro, a esta hora ya estás desayunando  o dando de comer a las palomas... - él se levantó lentamente con su parsimonia habitual y se colocó un pantalón obviando la ropa interior.

- Disculpa por no vestirme de inmediato, a veces me olvido la incomodidad que causa a la mayoría la desnudez. Y para ser exactos, de seguir mi horario habitual, ya habría estado dando de comer a las palomas desde haces quince minutos. Ya puedo oír sus picoteos y gorgoteos. 

- Ajá, por ello es tu culpa toda esta escena. - respondió ella en tono de broma y luego sonrió esperando inútilmente una sonrisa cómplice de su amigo.

- Mira, no he podido seguir con mi horario. Me acababa de levantar, empapado en sudor frío por una pesadilla. Te confío estos detalles que no contaría a otros, pues te quiero demasiado y confío ciegamente en ti. Además he decidido buscar trabajo para evitar andar cavilando...

- Ya era hora bebé... - dijo ella con su habitual sarcasmo, y aunque a su amigo pareció incomodarle su comentario, ella lanzó una carcajada como si no le importara. Él se acercó y la abrazó.

 - ¿Y esto qué es? - dijo ella petrificada.

- De dónde vengo le dicen abrazos. - sonrió

- No te entiendo de mierda, así no eres tú.

- Perdona, quizás fui muy efusivo.

- No es por eso, es que eres tan cambiante... - Rox se sintió algo mal pues sí quería ese abrazo, pero siendo alago tan repentino no supo cómo reaccionar. No hubo tiempo para aclarar nada, pues ambos fueron interrumpidos por un fuerte golpeteo en la ventana de abajo.

La amplia y silenciosa sala estaba cubierta de una solemne oscuridad cuando ambos bajaron las escaleras. Los vasos impolutos parecían inamovibles en la vitrina y gran parte de la neblina de la calle ya había ingresado por la gran ventana que daba al ordenado jardín de la fachada. A contraluz se dibujaba una silueta familiar que dejaba caer unas plumas de  paloma desde su pico.

- Te dije que no malcríes a esos animales. - Dijo Rox seriamente mientras su amigo miraba embobado los ojos profundos de aquella lechuza.

La LechuzaWhere stories live. Discover now