Sueño

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Un día algo más cálido, el muchacho ya no pudo volver a su rutina. Ya no tenía sentido ordenar ni limpiar. Los vasos impolutos, los baños absurdamente asépticos: ordenar lo ya ordenado hubiera sido un insulto a su racionalidad. Se limitó a estar en su cuarto, buscando ofertas de empleo, pensando en estudiar una carrera. Rox no había aparecido en toda la tarde, y él solo pensaba en su cálida mirada de legítima preocupación y sobre todo, en aquellas palabras a modo de advertencia: "No debes confiar en los animales silvestres, lechuzas, zorros, pumas, blablablá. No eres un niño, ni mucho menos tonto para darte cuenta que si bien vivimos en una zona residencial, estamos muy lejos de las grandes avenidas, de la ciudad, de la vida real de la mayoría, quiénes pasan horas en los buses de ida y vuelta a sus trabajos. Estamos más cerca de los cerros, no los de la ciudad, sino, unos como de algún sueño o leyenda de la sierra. Aquí cerca deben haber toda clase de animales salvajes, ten cuidado."

Demasiados detalles, demasiada preocupación, algo impropio de Roxana, o Rox, como ella pidió que la llame desde niños. ¿Qué le preocupaba tanto? ¿Por qué hablaba de esa forma tan peculiar y con un tono casi solemne? ¿Acaso sabía algo que él jamás podría entender?

 Al fin halló un trabajo que lo convencía parcialmente. Eran más de las dos de la tarde, no había almorzado pues no tenía hambre y hasta había realizado más ejercicios de los que solía - los hacía en secreto, ni él entendía el absurdo de ocultar algo que no era malo, pero su personalidad tenía esos matices impredecibles-. La calle vacía, evocaba a una escena sacada de alguna película. Solo se "oía" el silencio,  el tictac de los varios relojes antiguos que había en esa casa clasemediera. Repentinamente, la puerta se abrió per no era Rox.

La LechuzaWhere stories live. Discover now