Capítulo 11 | Preguntas sin respuesta

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El día del funeral llegó. Amigos, familiares, conocidos e incluso algunos reporteros de televisoras pequeñas asistieron al lugar donde se llevaría a cabo la sepultura de los dos rubios involucrados.

T/N y Levi llegaron al espacio donde la ceremonia estaba por comenzar. La chica acompañaba los pasos lentos del pelinegro que con molestia avanzaba sobre el suelo desnivelado.

–Pareces abuelito– comentó burlona unos pasos más adelante que su amigo.

A cambio no recibió mas que una mirada fría e incapaz de defenderse.

–Vamos, no seas tan amargado, ¿Qué pasó con el Levi burlón y odioso de siempre?– preguntó nuevamente en tono burlón.

–Parece que cambiamos papeles, estás más odiosa de lo normal– se quejó el hombre.

–Tengo que burlarme ahora que no puedes hacerme nada– se justificó.

–¿Crees que te haría algo?– se hizo el ofendido.

–No lo se. Pero no quiero averiguarlo.

–Hey– habló Mike apareciendo por la derecha, vestía de traje negro y tenía la nariz roja, parecía que había estado llorando.

–Hola– saludaron T/N y el pelinegro al unisono.

–Pensé que no vendrías, Levi– comentó el alto.

El pelinegro no respondió, ignoró al chico y siguió avanzando con dificultad.

–¿Cómo está él?– me preguntó Mike en un susurro discreto.

–Bien, solo necesita un mes de terapia física– respondí en voz baja.

–¿Y sobre la muerte de Erwin? Ellos eran muy amigos.

–Levi no quiere hablar sobre eso– dijo cabizbaja.

–Me lo imaginaba– suspiró – Vamos a ayudarlo o se caerá.

Los tres llegaron al salón principal, el ambiente causado por la lástima y el llanto resultaba abrumador. Sasha, Ymir, Eren, Nanaba y otros cuantos compañeros estaban presentes, solo faltaba Hange, esa castaña que no contestaba las llamadas.

La ceremonia dio inicio, los familiares de los fallecidos dieron algunas palabras de dolor por su perdida. Todos en la sala miraban con atención a las personas detrás del atril hasta que una chica interrumpió el momento levantándose de su asiento y saliendo del lugar.
T/N notó a aquella mujer  que reconoció inmediatamente, era pelinegra, vestía de rojo y negro así como también adornada su cuello con múltiples collares de cadenas delgadas.

–¿Qué ves?– interrogó Levi en voz baja al ver la mirada de su compañera.

–Ahorita vengo– avisó sin mirarlo e imitó a la jóven.

Mientras la estudiante caminaba con la mirada baja, trataba de recordar el nombre de la pelinegra.

–Tenía un nombre bien curioso – susurró  buscando hacer memoria –Mi... ¿Mireya? No.

Los pensamientos de T/N se vieron interrumpidos por la voz de la chica a la que seguía.

–Deja de seguirme– pidió Mikasa nerviosa.

–¿Por qué te vas?– cuestionó acercándose a ella.

–No quiero estar frente a un ataúd vacío.

–¿Vacío?

–¿No te enteraste? Robaron el cuerpo de Armin, esos idiotas solo juegan con el sufrimiento de los demás– contó entre dientes al mismo tiempo que apretaba su mandíbula.

–¿De quiénes hablas? No entiendo. ¿Quién robó el cuerpo de Armin? ¿Cómo sabes que lo robaron?

–No debí decir eso, olvídalo por favor– pidió nerviosa y dio media vuelta dispuesta a irse.

–No puedes soltar información como esa y solo pedirme que la olvide – dijo siguiendola –¿Qué pasó con Armin?

Mikasa volteó a verla con una expresión de preocupación.

–Cállate – volvió a decir entre dientes – Entre menos sepas mejor.

–Al menos explícame toda esta locura– suplicó desesperada.

La pelinegra dejó a T/N hablando sola. El miedo y la incertidumbre no le permitían a la jóven hablar libremente de su situación.
No podía decirle que su vida pendía de un hilo, que en cualquier momento podía aparecer muerta de la forma más horrenda posible o algo peor, como despertar en manos de la secta y que la hicieran sufrir sin matarla.

Mikasa había sido testigo de múltiples "procedimientos" y rituales a manos del grupo al que pertenecía, así que sabía de lo que eran capaces, por lo que en una decisión desesperada empacó la poca ropa que le cupo en una maleta de mano, esperó hasta llegar la noche y una vez que estaba segura de que la persona que más amaba en el mundo se encontraba profundamente dormida, se levantó y besó su frente para despedirse 

–Prometo regresar cuando sea seguro– susurró cerca de los labios de su amada– Te amo.

Dicho eso salió sigilosamente de su casa, mientras, al otro lado de la ciudad T/N acompañaba a Levi a su vivienda.

–No era necesario que vinieras, yo puedo solo– dijo el pelinegro de mala gana.

–No podría dejarte así, menos cuando tu departamento está en el tercer piso y tú apenas puedes caminar.

–Pero hay elevador – comentó obvio.

–Ash, ya avanza– sonrió mientras avanzaba.

Levi no estaba de humor, se sentía un completo estorbo para sus amigos, también sentía coraje por no saber nada de Hange, tristeza por la pérdida de su mejor amigo y si eso fuera poco, pensaba que era cobarde por no hablar con T/N sobre sus sentimientos, en cambio la chica sentía alivio por estar siempre acompañada del pelinegro, pero también se sentía abrumada por las muertes.

Antes de subir al elevador, ambos se encontraron con el vecino "informante" del edificio.

– Jóven Levi, estamos muy felices de tenerlo de vuelta– dijo amable –Incluso su familia llegó para festejar.

–¿Familia?– preguntó arqueando una ceja, el chico no tenía familia cercana y mucho menos conocían su dirección.

–Oh lo siento, parece que era sorpresa.

El pelinegro bajó la mirada mientras el elevador subía, sabía que algo estaba mal.

–Vete de aquí – le ordenó a su amiga al abriese las puertas.

–Te voy a dejar hasta tu puerta, tranquilo – sonrió.

–¡Dije que te largues!– gritó desesperado.

–No tienes que gritarme – susurró asombrada por la actitud de Levi –Recuerda tomar tus medicamentos.

El chico vio como su querida se iba, apretó la mandíbula y cuidadosamente caminó hasta su departamento. Al abrir la puerta todo parecía estar en orden, fue entonces que sintió un dolor inmenso en la cabeza y todo se tornó oscuro.

–Viti di iqui– repetía T/N con enojo mientras llegaba a la salida. Fue tanta la distracción que le causó la emoción del momento que no se dio cuenta que alguien la siguió por casi una cuadra.

Repentinamente alguien la tomó por detrás, le tapó la boca con su mano y le murmuró al oído:

–No grites.

Seguido de eso, sintió un pinchazo en el cuello, cosa que la hizo perder la conciencia poco a poco hasta perder toda su fuerza.

Shape of my heart | Levi Ackerman Where stories live. Discover now