39 Placer y amor, en la misma medida

3.2K 428 51
                                    

La gasa blanca se movía con la suave brisa oceánica, una danza sensual igual a la que llevaban Matthi, Davo, Phillip y Massimo. Se besaron en los pasillos, rieron, acariciaron y luego terminaron en el dormitorio. En esa enorme cama King size de sábanas de lino, similares a las de los reyes de la antigüedad. Massimo no escatimaba en detalle y Phillip tan solo lo seguía, perdido en ese delirio de lujuria permanente en el que lo hundía su marido, ese hombre que una vez le destruyó el corazón, y paradójicamente lo tomó en brazos y le mostró un amor tan inmenso como nunca había vivido.

Matthias y Davo venían un poco más atrás, se detuvieron en el umbral de la puerta, viendo como los anfitriones secaban su piel humedecida y perdían la única prenda que los cubría.

Davo estaba nervioso, nunca había vivido algo así de pasional, y menos de la mano de un joven que apenas comenzaba a transitar el camino del amor.

—¿Davo? —.Los dedos temblorosos sobre el mentón, el empresario se giró hacia Matthi quien no entendía el motivo por el cual habían quedado estáticos, al tiempo que Phillip y Massimo se lanzaban sobre la cama.

Davo, como el amante incansable que buscaba ser, sostuvo el hermoso y juvenil rostro entre sus manos y volvió a besarlo, su sedosa lengua abriéndose paso hacia el calor de la cavidad bucal.

—Te deseo en mí—susurró Matthi al borde de la desesperación.

El hombre introdujo una vez más las manos entre el traje de baño que destilaba agua y lo deslizó hacia abajo por las suaves piernas con vello escaso. Los dedos del empresario surcaron las piernas y se marcaron sobre la cadera, tatuándose por el fuerte agarre. Matthias agarró la mano poderosa sobre su cuerpo y se mordió el labio inferior. Davo lo sostenía con su otro brazo y Matthias aprovechó para acariciar con su mano derecha los pectorales perfectos y marcados y dar un pellizco en el pezón.

Davo se estremeció cuando los dedos apretaron la protuberancia color canela y la giraron a un lado y al otro, poniéndolo erecto.

—Te gusta jugar.

—Si es contigo, mucho. Demasiado, quizás.

Volvieron a buscar sus labios, uniéndose en un beso descarnado al tiempo que los musculosos brazos de Davo empujaban el cuerpo delgado contra el suyo. Matthi enredó sus dedos en el elástico del traje de baño de Davo y lo arrastró hacia abajo, la tela cayendo a su pies y sus pieles calientes y húmedas listas para darse más que besos.

Un gemido profundo resonó en la habitación, ambos se giraron a la pareja que estaba en la cama. Massimo estaba sentado sobre Phillip y este lo penetraba, ingresando muy despacio. El italiano estaba erguido sobre su esposo, su pelvis se contraía y el cuerpo iba hacia atrás, cabalgando lentamente, gozando el enorme falo que lo abría e ingresaba profundo.

La boca de Davo se arrastró por su mandíbula, los ojos azules de Matthi estaban sobre la pareja que se deshacía en gemidos y generaba calor en el ambiente.

—Eres tan suave—Davo dio un chupetón sobre la mandíbula—, ¿cómo lo logras?

—Siempre tuve poco vello, inexistente en algunos lugares.

Davo lo llevó hacia el sector de la cama no ocupado por los Jordan. Matthias se sentó en la orilla viendo como su jefe, ese hombre magnífico que se asemejaba a una escultura empuñaba su impresionante verga delante de él.

La habitación estaba en penumbras, dos lámparas de cuarzo daban una tenue iluminación entre amarillo y naranja. Las siluetas se perfilaban con gracia y sensualidad, sus cuerpos brillaban al calor de la excitación y el sudor.

—Quiero que termines lo que comenzaste en la piscina.

—¿Jefe mandón?

—Exigente—recalcó y Matthias, sin esperar un segundo más, sostuvo entre sus manos el pene húmedo que se empapaba de líquido preseminal.

¿Un nuevo amor? ¡Ni loco! Libro 1 T. L.A (+18)Onde histórias criam vida. Descubra agora