8 Error 2: Leche

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—Aquí está su café—ingresó corriendo y Davo arqueó una ceja.

—¿Tuviste que viajar a Colombia por él?

—Lo lamento—explicó—. Es que había mucha gente en la cafetería.

«Voy a matar a Neben».

Una nueva nota mental, de las tantas que Matthias había armado durante la semana que llevaba. De hecho, creía que tenía más notas en su mente que en la propia agenda de Davo. El jefe le dio un sorbo y un mordisco a la tostada. El muchacho fue hasta su escritorio con su comida. El estómago le rugía.

«Nada de alimentos en los escritorios».

Era una de las reglas de Davo, pero al parecer esa era muy flexible, considerando el desastre de migas que estaba haciendo él con las tostadas.

Matthi lo observó mientras se preparaba sus tostadas con mermelada. Carajo, esto ni siquiera le llenaría la muela. Era de comer abundante y, desde que estaba en ese trabajo pensó que al menos había bajado 2 kilos.

La gente de Celeron llegó una hora después. 2 hombres de la edad de Davo, impecables, aunque ni la mitad de guapos que su jefe. Matthi pensó que tal vez lo era, pero su enamoramiento le impedía ver la realidad.

—No lo entiendo Davo—dijo uno de ellos—. Hemos invertido mucho dinero en esto, tenemos una fecha prevista para la inauguración.

—Y se cumplirá, créeme—replicó—. Estamos haciendo hasta lo imposible.

—Acabas de decirme que están retrasados—expresó el otro—. La inauguración del casino es en 6 meses, ni más ni menos ¿No hemos equivocado al elegirte?

Davo tenía sus codos afirmados en el cómodo sillón, sus manos juntas descansado en su abdomen, sus piernas cruzadas.

«Simpleza y seguridad».

Esa era la postura, Davo buscaba dominar el juego mostrando esa faceta.

—Me han elegido desde hace 10 años, ¿se han equivocado durante una década?

El tipo puso sus labios en línea recta y se removió incómodo en el sillón. Matthi contuvo una pequeña sonrisa. Les había trasladado el desagravio, la pregunta incisiva. Se pusieron de pie en ese momento.

—Por supuesto que no—dijo finalmente—. Eres el mejor Davo, por ello te elegimos.

—Entiendo su preocupación, pero la palabra fallar no está en mi diccionario. Todo estará listo para la fecha acordada.

—Es bueno saberlo.

Davo se puso de pie y saludó a ambos hombres quienes se retiraron de la oficina. Se rascó la frente, enojado por tener que dar explicaciones de cosas previstas. En ese momento, su estómago gruñó y él lo sostuvo.

—¿Está bien?

—Sí—dijo el hombre—. Es una molestia nada más.

—¿Necesita algo? —. Nuevamente el estómago resonó como un estruendo. Davo se sostuvo más fuerte y el ruido volvió con ímpetu.

—Carajo—dijo Davo apenas poniéndose de pie—. Debo ir al baño.

Se movió rápido, tan velozmente que Matthi se sorprendió. Vaya, sí que tenía apuro. Comenzó a preocuparse cuando su jefe no salía del baño después de 40 minutos. Matthias se acercó y golpeó la puerta.

—Sr. Petrich, ¿está bien?

—No—dijo el hombre—. Voy a necesitar de tu ayuda.

—Dígame.

¿Un nuevo amor? ¡Ni loco! Libro 1 T. L.A (+18)Место, где живут истории. Откройте их для себя