33 Los Jordan

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—¿Notaste a Davo diferente en la teleconferencia? —indagó Massimo mientras preparaba un cóctel Margarita para su esposo.

—Creo que está cansado—afirmó Phillip sentado en la hamaca esperando al italiano que le traía pasión a su vida.

—Es que follarte a alguien de la mitad de tu edad debe ser agotador.

—Todavía sigues con eso.

—¡Es la verdad! —gritó agitando la coctelera—. La manera en que casi me golpeó cuando hice la broma del trío.

—Te voy a pedir que no hagas esos comentarios con ellos.

—Tranquilo—respondió—.Ya aprendí la lección.

Llenó las copas y las llevó hacia la hamaca para sentarse junto a su hombre.

—Tendrá una reunión con el equipo apenas lleguen y luego con nosotros.

—Deberíamos traerlos aquí después.

—Creo que es mejor que los dejemos explorar Aruba, ya sabes tiempo para ellos.

—No—dijo Massimo poniéndose de costado— ¿Sabes qué me encantaría?

Phillip chasqueó la lengua. Su esposo nunca dejaba de sorprenderlo.

—¿Qué quieres ahora?

—Deberíamos invitarlos y pasar la tarde en la piscina romana.

—Massimo, por favor.

—¡Vamos! ¡Podría ser divertido!

—La última vez que tuvimos una tarde en la piscina sabemos como terminó.

—Ay, eres malo—dijo haciendo un puchero, acurrucándose cerca de su marido— ¿La pasamos bien o no?

Phillip contenía la sonrisa que quería salir y partir su cara.

—Vamos, admítelo, a ti te gustó. Y tus socios también disfrutaron, es más, creo que reavivó su matrimonio.

—¿Quién mierda te crees? ¿Cupido?

—¡Oh sí! ¡En una versión XXX! Solo para el hombre más deseable del planeta.

—Dices cada cosa.

—Digo verdades, Phillip Jordan. Eres lo más hermoso que encontré en mi vida. Nunca le agradeceré lo suficiente a Vanesa por elegirme, de lo contrario, nuestros caminos nunca se habrían cruzado.

Phillip dio un sorbo al cóctel y lo dejó en el piso, e hizo lo mismo con el de su marido, quitándoselo de las manos. Luego acarició su nuca y presionó firme, llevando su rostro hacia adelante para capturar sus labios, los cuales, se fundieron en un beso picante.

Massimo presionó la cadera de su esposo, y su mano subió hacia los abdominales. La respuesta de Phillip fue abrir esa dulce boca y enterrar su lengua en él, mientras su mano derecha iba hacia la espalda, debajo de la camiseta blanca.

—Me encanta cuando te calientas rápido.

—Contigo es muy difícil no hacerlo.

Habló sobre esa boca pulposa y volvió a perderse en ella, al tiempo que la mano de Massimo que estaba sobre los abdominales descendió hacia el pene que se endurecía.

—Entonces, ¿te gusta la idea de invitarlos?

—¿Qué pasa?—indagó Phillip divertido—. A falta de argumentos usas el sexo.

—Ya sabes que para mi es el mejor de los argumentos—. Massimo presionó la erección y Phil dio un sonoro gemido—.Me alegra de que estemos de acuerdo en esto.

¿Un nuevo amor? ¡Ni loco! Libro 1 T. L.A (+18)Where stories live. Discover now