▪ Idea Principal:
El es y será el mejor héroe, aunque está vez no tuviera esa capa roja, aún así, la determinación en sus ojos seguía ahí.
Fanfic | Homosexual/Oc.
Desvío de la trama Original.
Actualizaciones cada que pueda.
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Pesares.
Recuerda que siempre observaba con anheló a ese niño de aparentemente, edad menor a la de él, ese chico disfrutaba con una sonrisa correr de un lado a otro.
Una curiosa capa roja danzaba al son de sus pasos, alegando con voz alegre y diciéndose ser un héroe, salvando a todos.
Aunque por desgracia este terminaba con golpes por todo su cuerpo, abusivos que no pensaban más que con sus puños, aquello solo le hacía odiar más y más a esas personas, supuestamente "pandilleros geniales".
Pero de genial, no tienen nada. Solo una actitud engreída por haber derrotado a un niño que ni defenderse sabía.
La katana de manera se rompió a la mitad por un fuerte golpe contra la otra, la cual hizo caer a su contrincante, quien con miedo observó aquel acontecimiento, tenía tanta irá contenida.
—¡Suficiente Bushida! —reprocho el instructor.
El infante desvío la mirada con molestia. Mientras que el otro menor se alejó con nervios a flor de piel.
Un suspiro salio del adulto. Había acogido a aquel niño como uno de sus discípulos solo porque su Padre, –un viejo amigo–, le pidió de favor, solo para distraer al niño de su inevitable muerte si no encontraba a un donante.
Porque si, al niño se le comenzaban a joder los pulmones por una enfermedad hereditaria, lo malo, era su contante distracción de sus prácticas, más ahora, pues últimamente estaba fuera de si, tanto que no era lo común.
A lo cual el chico acepto a regaña dientes. Con pesadez se sentó recargado contra la pared, ahora observando la práctica de sus compañeros. No era culpa suya, estaba molesto de aquellos idiotas que golpeaban al niño de cabellos negros y ojos azules.
Si el decía ser un héroe lo era, no tenían que negarle su alegría. Relajo su expresión, de nada servía desquitarse en el dojo, aunque no podía evitarlo, solo era buscar a las alimañas y atacar cuando menos se lo esperen.
Los jadeos a su lado junto a unos pesados tragos le hizo enfocar su vista en él otro niño, que curiosamente era parecido a su vecino, cabellos negros y ojos azules, pero esto último era diferente, su ojos representaban la profundidad, casi igual al oceano, en cambio su vecino, tenía los ojos claros, similares al cielo.
—¿Por qué estabas tan enojado? —se atrevió a preguntar. Solo por el hecho de verlo más relajado, aunque hundido en sus pensamientos.
—Nada importante —mintió.
El chico a su lado solo negó, si realmente no es algo considerable, no se hubiera enojado, pero lo entendía, tal vez no quería recordar el surgir de sus emociones negativas.
Con algo de calma se levantó dispuesto a entrar nuevamente, pues su contrincante ya se había recuperado.
—Solo estoy molesto por culpa de los pandilleros —escucho brevemente, pues ya se dirigía hacia el otro niño contrincante.
