75 | el último adiós

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—Recuerda, debes regresar las Gemas al momento en que las tomaron o crearás muchas realidades alternativas desagradables —le explicó Bruce a Steve.

—No te preocupes, Bruce —dijo Steve, cerrando el maletín que contenía las Gemas—. Me desharé de las realidades alternativas.

—¿Sabes? Lo intenté —dijo Bruce—. Cuando tenía el guante, las Gemas, traté de hacerla volver —Freya miró al suelo cuando Bruce mencionó a Natasha—. La extraño.

—Yo también —dijo Steve.

—Si quieres, podría ir contigo —sugirió Sam.

—Eres un buen hombre, Sam —sonrió Steve—. Pero es mi responsabilidad.

Freya y Sam dejaron que Steve y Bucky tuvieran su momento y vieron cómo se abrazaban. Steve luego se volvió hacia Freya y la encontró esperándolo. Él la abrazó con fuerza y ella le devolvió el abrazo como si nunca hubiera querido dejarlo, pero lo hizo, y cuando dio un paso atrás, Steve la besó.

Saboreó el beso porque sería el último. Pasó la última noche envuelta en el brazo de Steve, sin dormir. En cambio, hablaron y Freya encontró consuelo en el hecho de que Steve estaba teniendo su final feliz. El de ella estaba en algún lugar, y cuando se separaron del beso y Steve apoyó su frente contra la de ella, se dio cuenta de que, en cierto modo, era un final feliz.

Sin animosidad, sin rupturas crueles... solo dos personas que descubrieron que el mundo tenía un camino diferente para ambos y, a veces, los caminos se cruzan por una razón. Steve no era su para siempre, pero tal vez la persona perfecta para ella estaba ahí, y el amor de Steve la había abierto a la posibilidad de volver a amar.

Tal vez no ahora, tal vez no por mucho tiempo, pero Freya volvería a encontrar el amor, tal como lo haría Steve.

Había sido una asesina, una espía... había sido tantas cosas, pero ahora era diferente. Era tía de tres hermosas niñas, la mejor amiga de una mujer que la necesitaba más que nunca ahora que su esposo se había ido, una aliada de tantos héroes en todo el mundo y el universo y, sobre todo, era una heroína. Había superado su creencia de que era un monstruo y había encontrado la felicidad en las personas que la rodeaban. El desarrollo de Freya desde que tenía 18 años asustada y descubriendo un mundo más allá del cautiverio había sido algo digno de contemplar, y su viaje aún no había terminado, incluso si su relación con Steve sí.

—Te voy a extrañar —dijo Freya, su voz se quebró un poco.

—Yo también te voy a extrañar —dijo Steve, besando la frente de Freya—. Pero siempre estaré contigo.

Sacó su brújula de la guerra, y cuando la abrió, Freya se sorprendió al ver que su rostro le devolvía la sonrisa, reemplazando la foto de Peggy que Steve siempre había tenido—. Steve...

—No todo —respondió Steve, metiendo la mano en su bolsillo y sacando un collar—. Athena me ayudó a hacer esto.

Era un relicario, y dentro había dos fotografías. Una de Steve y Freya en 2012, de un artículo periodístico que los capturó a los dos en Nueva York y otra de 2015, en la fiesta que Tony organizó para celebrar su victoria contra Strucker. En la parte posterior del casillero estaban las palabras "siempre estaré contigo" grabadas en oro, contrastando con la plata del relicario.

—Steve, es hermoso —susurró Freya.

Steve sonrió—. Es algo pequeño. Pensé que se vería bien con el collar que Aria te hizo.

—Sí, lo hará —rió Freya—. Estás haciendo esto muy difícil, ¿lo sabes?

—Lo siento —dijo Steve—. Para mí también es difícil.

GRAVITY | Steve Rogers ²Où les histoires vivent. Découvrez maintenant