1

1.1K 46 3
                                    

Primer día de Instituto, repitiendo el último año de bachiller. Todo por culpa del profesor de matemáticas y la profesora de historia. Al menos no estoy sola, ya que mi mejor amiga Cata tuvo el mismo problema y le toca repetir.

Salgo de casa, después de despedirme de mi padre, y camino tranquilamente hasta el Instituto. Tengo curiosidad por saber que compañeros tendré y si habrá profesores nuevos. Y, sobre todo, si Cata caerá en la misma clase que yo.

El camino no es muy largo, tan sólo tengo que caminar 10 minutos y cruzar una carretera. Hay mucha gente en la puerta, sobre todo los que entran este año al instituto. Se ven realmente niños pequeños, que no pasaran de los 10 años.

Veo a Cata sentada en el banco de siempre, así que me acerco y en cuanto me ve, se levanta y viene corriendo. Nos abrazamos fuertemente y nos separamos, nos sentamos.

—Buah, que mal que repitamos, pero al menos estaremos juntas.
—¿Has mirado ya las listas? —pregunto.
—Sí —asiente— estamos en la misma clase.
—Uff, menos mal. Y oye, que tú te enteras rápido de estas cosas, ¿quién será nuestro tutor?
—Al parecer han entrado nuevos y aún no se sabe. Hay varios cursos que estamos en duda.
—Joder, así que gente nueva.
—Pues sí, imagino que estarán ya dentro porque a los únicos profesores que he visto ya les conocemos.
—Yo lo único que espero es que no nos toque con quienes sabes.
—Esperemos esperemos, porque ya nos podemos ir olvidando del título.
—Por eso...

Suena el timbre, hora de entrar. Nos levantamos y caminamos adentro del edificio, Cata ya ha localizado la clase así que la sigo. Tercera planta, que máquinas agh.

Pasamos a la clase y la mayoría ya están sentados, así que nos vamos a la última fila. Primera regla de un repetidor: sentarse atrás.

Los minutos pasan, hasta que alguien golpea la puerta. Miramos todos hacia la misma dirección y vemos a una mujer sonriendo.

—Buenos días alumnos —entra y camina hasta el escritorio— soy vuestra tutora Mayra Sánchez, y también os impartiré matemáticas.

Parece maja, al menos no tendremos a Alfonso, eso ya es una victoria personal tanto para Cata como para mí. La profesora explica un poco cómo llevará la asignatura y sus pautas de evaluación. Luego nos hace copiar el horario y nos dice los profesores de cada asignatura. Hay varios nombres nuevos que nunca había escuchado, pero lo que más alegría me ha dado es cuando ha dicho quién va a impartir historia.

—Bien, la asignatura de historia os la dará Reborn Live. Es nuevo, pero ya tiene experiencia enseñando. Os aseguro que amareis la asignatura gracias a él.

No es María José Alcaide, así que es bien recibido ese nuevo profesor. Ni sé quién es pero ya me cae bien. Ahora, capaz es hasta peor que María José así que tampoco voy a celebrarlo tan rápido.

Terminan las 3 primeras horas, que son con la tutora, y salimos al recreo. Vamos hasta la cafetería y vemos cómo ya hay alumnos empujándose para ser atendidos, cada año igual. Como siempre hago, le pido a mi amiga que me diga que quiere y con su dinero en mano, me meto en medio de todos y empujo para ponerme delante.

—Pero bueno, Scarlett, ¿otro año aquí? —me dice Eugenia, la dueña de la cafetería.
—Desgraciadamente sí, ya sabes.
—Ya hija, este año a tope ¿eh?
—Por supuesto —sonrío.
—¿Lo de siempre?
—Lo de siempre.

Le doy el dinero, lo coge y va a prepararnos los bocadillos. Digamos que hacerte amiga de la dueña de la cafetería te da beneficios, entre ellos tener un bocadillo recién hecho y calentito. No tarda mucho en darme ambos junto a los refrescos.

—Muchas gracias, que sea leve la mañana.
—Igualmente hija.

Me doy la vuelta y justo cuando consigo salir de la multitud, me choco contra alguien y me cae algo caliente en la camiseta. Miro hacia abajo, es café. Me cago en...

—Disculpa, no quería tirarte nada.
—Pero serás... —miro hacia arriba y veo a un hombre, no creo que llegue a los 30, con traje y corbata— ten más cuidado.
—Si si, perdóname de verdad. ¿Estás bien?
—Súper de puta madre con café ardiendo encima, ¿por qué?
—Enserio, perdóname, aquí están todo el rato empujando.
—Lo sé, en fin —suspiro— haré como que esto no ha pasado por el bien de los dos. Estás perdonado, pero no te pidas el café tan caliente, joder.

Me marcho de allí sin esperar respuesta y cuando Cata me ve, abre mucho los ojos. Se acerca, coge su desayuno y me mira.

—¿Qué ha pasado ahí dentro? ¿Otra batalla de comida o qué?
—Que va, un capullo me ha tirado la bebida encima. Exactamente café ultra caliente. Vamos al baño porfa, necesito limpiarme.
—Por supuesto, vamos vamos.

Caminamos hasta el baño, varias personas nos miran pero las ignoramos. Entro, abro el grifo y con papel, me intento quitar la mancha lo mejor posible. Levanto la camiseta y veo que tengo la tripa roja, quemaduras. Me cago en su estampa. No sé quién será ese pero espero no volver a verlo nunca más.

Logro quitar una parte considerable de la mancha, seco con más papel y nos volvemos al patio. Nos sentamos en un lugar donde da bien el sol y empezamos a comer.

—Pero, ¿quién ha sido el que te lo ha tirado?
—Ni idea, sinceramente. No le he visto nunca.
—¿Será de primero?
—¿Un niño de 12 años tomando café? Algo que dice que Eugenia no se lo vendería ni de coña.
—¿Entonces? ¿Cómo iba vestido?
—Muy raro, iba con traje y corbata. Y, sinceramente, no creo que tenga más de 30 pero no menos de 25.
—Entonces es un profesor, seguro.
—Si es un profe, ya me cae fatal. Y coge el tío y me pregunta que si estoy bien. ¿Cómo quiere que esté mientras su café está tirado encima mía y me está quemando? Muy listo no es.
—Todos podemos tener accidentes, tranquila. A lo mejor ni nos dará clase así que no te preocupes.
—No si la molestia se me pasará en unos minutos, pero que haya preguntado eso me ha parecido de cachondeo.
—Entendible, era lógica.
—En fin, olvidemos esto.
—Seeep, que ahora nos toca ponernos al día. ¿Cómo has pasado las vacaciones?

Pasamos el recreo comiendo y hablando de nuestras vacaciones, ya que no hemos hablado apenas desde el final del curso pasado. Yo las he pasado un mes en el norte y el otro nos fuimos al Caribe. No es la primera vez que había estado allí, pero me fascinó igual que la primera vez que fui. Cata ha estado en Estados Unidos junto a sus abuelos, exactamente en Virginia y Nueva York. Es su primera vez fuera del país, así que lo ha disfrutado como nunca.

Suena el timbre, nos ponemos de pie y toco la mancha, está totalmente seca. Tiramos las latas de refresco y subimos a la clase, aún nos quedan dos horas más con la tutora y la última con uno de los profesores. Si no recuerdo mal, vamos a conocer al de Historia, así que a ver cómo es. Yo solo espero que sea bueno.

Nessuno può sapere  [PAUSADA]Where stories live. Discover now