6

74 17 5
                                    

"Nunca pierdas la esperanza. Las tormentas hacen a la gente más fuerte y nunca duran para siempre."
Roy T. Bennett

Aria

En el aeropuerto me recibe mi mamá usando unos lentes de sol, se ve sonriente, bonita, maternal, en pocas palabras: radiante. Tengo muchos adjetivos para describirla, "luchadora" es otro apropiado, con fuerza, fe y valentía abrazó la vida durante el proceso de salud más difícil de su vida y se quedó con nosotros.

Es como un sol matutino, mientras que en éste momento yo me siento como una nube que se desvanece con el viento.
Me acerco haciendo rodar la maleta, la imagen me parece un poco surreal, teniendo en cuenta que tenía meses sin verla, y no planeaba encontrarme con ella sino hasta en unos meses más.

—¡Bienvenida a casa!—Exclama contenta y me extiende los brazos.

Dejo que mi cabeza descanse en su hombro y me rodea. Su abrazo me transmite calidez y esperanza, aunque todo esté mal, por primera vez en éstos días tan oscuros, comienzo a creer que estaré bien. Inhalo el aroma de su perfume floral, mientras que ella acaricia mi cabello.

Salimos al estacionamiento y juntas emprendemos el camino que nos llevará a casa. Recorremos la autopista con los vidrios abajo, siento la calidez del viento, y me sorprende que en éste punto, mi madre no me haya hecho alguna pregunta de rutina, sólo ha estado cantando las músicas que suenan en la radio.

Me quito los lentes de sol y dejo al descubierto mis ojos rodeados de un halo oscuro, hacía tanto tiempo que no tenía ojeras tan pronunciadas, me veo cansada, y así me siento, tan agotada, siento que quiero dormir.

Me aclaro la garganta y eso parece llamar la atención de mí mamá.

—¿Ocurre algo?—Pregunta.

—Eh...—Titubeo—¿No vas a preguntarme cómo estuvo mí vuelo? O ya sabes... cosas como esas.

Entrecierra sus ojos color chocolate y me recorre con la mirada—¿Y tú quieres que te haga esas preguntas?

Estudio su pregunta.

Me encojo de hombros—Es que me ha parecido extraño que a éste punto, no me hayas preguntado nada.

Extiende su mano y conociendo su deseo, extiendo mi mano para unirla con la suya.

Tamborilea su mano libre sobre el volante—Quiero hacerte preguntas desde que hablé contigo ayer hija. Pero no quiero que te sientas bajo ningún motivo presionada a responder, o atacada de alguna forma.

Medio sonrío—No me pasa éso contigo mamá, rara vez ocurrió en mí adolescencia y ahora que soy un adulto mucho menos. Siempre es sencillo charlar contigo.

Me guiña un ojo—Creo que es porque soy buena oyendo a las personas.

—Especialmente a tus hijos.

Asiente—Sobretodo con ustedes—Nos detenemos en un semáforo y le da un vistazo a mi rostro—No has dormido bien estos días, ¿Cierto?

Suspiro y me hundo en el asiento—No mamá. Me cuesta mucho conciliar el sueño.

Tuerce sus labios en un gesto.

—¿Te has alimentado correctamente?—Pregunta.

Me rasco el cabello—Ayer tuve dos buenas comidas.

—¿Y los días previos?

—No quiero sonar como alguien irresponsable, porque sabes que no lo soy mamá—Hago una pausa—Pero tengo que reconocer que éste fin de semana pasado me estuve autosaboteando—Digo sintiendo un poco de pena por mí misma, así que decido poner más atención a la ciudad que nos rodea.

Empezar otra vezWhere stories live. Discover now