I- Luna (Liu QingGe x Shen Yuan)

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Sal, el aire sabía a sal. La tormenta apenas se había disipado y la tripulación del capitán apodado el dios de la guerra, no podía estar en mejor forma. Su navegante Yang Yixuan había hecho maravillas con el timón dándoles una victoria alucinante en el salvajes olas. ¡Cuántos navíos no se perdían en las profundidades del océano! 

Más adelante por el camino de la grulla existía todavía una zona más complicada de navegar. La tormenta que apenas domaron era una prueba más leve de lo que les asecharía, por lo que debían acostumbrarse al sabor saldo intenso en el aire cada vez más. 

Liu QingGe ajustó bien su cinturón.—¡Atención!—gritó a todo pulmón llamando a su tripulación. —Nos estamos acercando, para llegar al tesoro de jade debemos navegar por éxito por el trazo en forma de grulla. Cuento con ustedes.—escupió con energía. El capitán podía tener un rostro marmoleado, pero su tono de voz siempre era insípido pero vigorizante. 

—¡Sí, capitán!—contestaron en unisonó. 

Satisfecho, se acercó hacia su navegante. 

—¿Estás listo?

—¿Bromea? ¡Estoy más que listo, mi capitán!

Se acercó hacia el mapa y observó con detenimiento el camino.— Bien. Todos a sus puestos. 

Yang Yixuan sonrió enormemente.—¡Todos a sus puestos!

El mar no era para hombres frágiles. 

Pero el dios de la guerra no era frágil. 

Durante uno de las feroces tormentas al salvar a un integrante de tripulación cayó al mar. Las olas agitadas y feroces lo engulleron haciendo que el resto de sus hombres no pudieran visualizarlo de inmediato. Sería imprudente quedarse ahí a buscarlo, de hacerlo sabían que su capitán los mataría. El navegante, con el corazón apretado ordenó que se moverían y regresarían cuando la tormenta se calmara hacia el lugar. 

Ellos confiarían en su capitán. 

Lo recuperarían vivo a cualquier costo. 

*

La noche se hizo presente y la tempestad paró. 

Liu QingGe tosió un poco de agua, sintió sus ropas pegajosas chupar su piel, mientras que piel expuesta tenía arena. Solo podía ver la luz que emanaba la luna, de lo contrario solo se encontraría en total oscuridad. Con dificultad se sentó confundido. 

Ah...era verdad. Había caído de su barco. ¿El mar lo había arrimado a la orilla? debía ser un milagro que estuviera bien. 

—¿Te encuentras bien?—dijo una voz amable. 

Liu QingGe saltó de pronto. Giró asustado poniéndose a la defensiva. Lo que su mirada alcanzó a visualizar fue la mística figura de un torso desnudo, blanco como la perlas lo cual provocó un sonrojo en pómulos, brillante como el vino al embriagarlo. Tenía una color verde, las escamas brillaban con la luz suave de la luna al rebotaban en las más mojadas. Su cabello era obscuro y caída como las cascadas, y sus ojos se iluminaban como dos grandes esmeraldas relucientes. 

En su vida como pirata nunca había visto algo tan hermoso como la sirena que tenía frente a sus ojos. Se quedó sin habla. 

Al no obtener respuesta la sirena se acercó a él aún más. —¿Te duele algo?—volvió a preguntar. —Caíste muy al fondo, ¿aún tienes agua dentro de ti?

—Tú...¿tú me salvaste?—No tenía la menor idea como conversar con la criatura mítica. Se entendía mejor con los golpes. 

La sirena sonrió revoleteándole el corazón al marinero. — Hice lo que otro cualquiera hubiera hecho. —dijo con suavidad moviendo su aleta. Pasó sus esmeraldas por las piernas del otro, el capitán se quedó sin botas así que quedaban a la vista sus finos blancos pies. Después miró su cola. Estaba bastante curioso. 

—Me llamo Shen Yuan—se presentó mientras se quitaba un mechón de la cara con su mano escondiéndolo detrás de su oreja. 

Los latidos de Liu QingGe aceleraron. No entendía por qué se sentía tan hechizado. Lentamente se hizo para atrás. 

—Liu...Liu QingGe. —apenas pronunció.

Maravillado, Shen Yuan sonrió mientras las nubes abrían paso a la grande y luminosa luna que bendecía aun más su sonrisa, dejando ver los detalles su belleza. —¡Mucho gusto Liu QingGe!

El dios de la guerra estaba absorto. 

Escuchaba la solas rugir. 

El agua helada le tocaba los pies.

La suave arenas les cosquilleaba las manos. 

El viento le arrullaba. 

Las estrellas y constelaciones bailaban. 

Esa noche el capitán descubrió el tesoro más bello en toda su vida, no necesitaba aquél tesoro de jade, pues ya había encontrado al suyo. 

Y la luna fue testigo de ello. 

*

Notas de autor: ¡No me quería ir a dormir sin antes publicar esto! Van a ser drabbles, ósea historias muy cortitas. Espero les gusten uwu. 



Leyendas del marWhere stories live. Discover now