Es un secreto a voces, incluso muchos dudan de su veracidad. ¿Que aquel chico alegre y extrovertido es peor que Jiang Cheng? ¡Debía ser una broma!
Al menos aquel no estaba amenazando a todo el mundo con romperle las piernas por algo que no le parec...
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Wei Wuxian no era el único que tenía fobias.
Se podía esperar que cualquiera tuviera temores, incluso que él también los tenía, mas se imaginarían algo aterrador.
Y es que vaya, claro que era aterrador.
Él, Jiang Cheng, también tenía una fobia, una que ni su hermano ni hermana conocían, que ni sus padres podrían imaginarse.
Él odiaba con su vida a las arañas. Esos seres del demonio, con ocho patas y de distintos tamaños que incluso una mordida podría matarte. Que para más, todos sus encuentros con ellos, se caracterizaban por ser de gran tamaño y peludas.
Como esta vez.
Resulta que habían ido de cacería nocturna y todo bien hasta ahí, incluso su hermano no se había metido en problemas, lo máximo que hizo fue molestar a Lan WangJi. Desde la vez que ocurrió lo del perro —porque sí, algunos de los que iban también estuvieron esa vez— ya no molestaban a Wei Wuxian.
Todo estuvo bien, tanto que le daba un mal presentimiento. Y sí, siempre era bueno hacerle caso a esa vocecita que te dice "tu hermano va a hacer una mierda que te meterá en problemas, otra vez. Si no está haciendo nada hasta ahora, es porque planea algo jodidamente molesto".
Cuando llegaron al cuarto luego de la cacería, Nie Huaisang estaba terriblemente pegajoso, no se despegaba de su lado. Cada vez que le preguntaba que ocurría, este quedaba sin habla. Sabía que algo pasaba y también sabía quien era el responsable, por lo que con mayor razón entró a la habitación.
Apenas se asomó, se arrepintió. Sabía que sus presentimientos no fallaban.
Mierda, Wei Wuxian tenía una puta tarántula en su mano.
—¡Jiang Cheng! Mira, encontré a esta arañita ¿verdad que es bonita?
Bonitos sus cojones.
Ni siquiera podía hablar. ¿Por qué entre todas las personas, fue Wei Wuxian quien le mostraba a ese ser del demonio?
—Sácala.
—Vamos, se parece a ti.
—¡Sácala!
—¿Por qué? —se le quedó mirando y al parecer, conectó cables, algo que pocas veces sucedía— ¿Acaso le tienes miedo?
—¡No!
Gritó más fuerte de lo que quería, pero es que no podía dejar al descubierto ese miedo, menos frente a su hermano.
Preferiría que un Wen lo supiera antes que Wei Wuxian.
Y es que —aunque no le gustara admitirlo— temía lo que pudiera hacerle en un futuro si se llegaba a enterar.
—Ah, ¿entonces?
—Creo —intervino Nie Huaisang, trabándose un poco— que solo está enojado porque no se permiten mascotas en Gusu.
