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Varios días habían transcurrido tranquilamente desde entonces.

Error comenzaba a dejarse llevar por las conversaciones expontaneas de Ink, pues a pesar de parecer callado, el abino era en realidad un parlanchin ocurrente, que en ocasiones llegaba a decir incoherencias.

Las conversaciones de ambos se volvieron amenas, aunque Error se mostraba bastante dispuesto a hablar de sí mismo, no era el caso de Ink, siempre que Error le hacía preguntas más íntimas, como las cicatrices en todo su cuerpo, o la convivencia con su tutor, Ink las ignoraba por completo y casi siempre terminaban por discutir cuando Error insistía por mucho tiempo.

Ink no logró conocer a las demás entidades de su amigo, ni siquiera llegó a saber que tenía un trastorno.

Error se quejaba constantemente de las tareas dejadas para realizarse en casa porque, a su parecer, eran excesivas, al punto de llegar a ser abusivas. Si no fuese por la beca, Error le pediría a Reaper ver clases en casa, así se evitaría tantos problemas.

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Había comenzado a nevar un día por la tarde. La tormenta era fuerte y en poco tiempo cubrió la ciudad. Todas las calles estaban cubiertas de una espesa capa de nieve y seguramente el día siguiente no tendrían clases.

Reaper había vuelto de la universidad un poco más tarde de lo habitual, afortunadamente ya para esas horas de la noche, la tormenta había cesado.

—Que maldito frío hace afuera— resoplo Reaper al cerrar la puerta principal. Toda su ropa y cabello estaban cubiertos de partículas de nieve que comenzaban a derretirse y a mojar la tela.

Ink se encontraba en la sala, con una laptop en sus piernas, realizando algún trabajo. Se notaba que hacía su mejor esfuerzo para mantenerse despierto y Error estaba dormido a su lado, apoyando la cabeza en el hombro del albino.

Era la primera vez que Ink se quedaba hasta tarde, el reloj ya casi marcaba las 2 a.m, pero Ink no se había percatado de esto.

Reaper saludó al albino con una mano y el adverso correspondió de la misma manera. Reaper le preguntó en voz baja si se quedaría esta noche, puesto que ya era muy tarde y era peligroso por la nieve en las calles. Al cabo, se acercó a Error, con cuidado, le quitó sus lentes, le dio suaves golpes en una de sus mejillas para despertarlo, pero no reaccionó, así que lo cargó entre sus brazos.

—Este trabajo es muy largo, aún faltan 20 páginas y Error no parece querer despertar, haré el trabajo de ambos mientras él descansa. Si no es mucha molestia, me quedaré hasta terminar— Dice Ink, masajeando sus ojos con la yema de los dedos. Aunque se sentía cansado, debía terminar el trabajo si quería justificar su estadía, además de no querer escuchar los reclamos de Error por no haber terminado.

—Quédate hasta mañana. Es peligroso que regreses tan tarde a casa. ¿Ya le dijiste a tu padre? —

El adverso asiente con la cabeza. Sus ojos se desvían hasta el rostro del joven entre los brazos de Reaper y le observa quejarse dormido.

«Perece un bebé» piensa Ink. Al cabo, Error abre con lentitud sus ojos hasta formar pequeñas ranuras, sus miradas se conectan por un momento antes que Error voltee a ver a Reaper y una sueve sonrisa le adorne el rostro, para inmediatamente volver a cerrar sus párpados y caer en un sueño profundo.

—Iré a dejarlo en su cama— le dice Reaper a Ink y este solo asiente con la cabeza.

Pasaron unos 20 minutos antes que Reaper volviera con unos sandwiches y bebidas calientes para ambos. Le ofreció un plato a Ink y ambos se sentaron a comer.

Trastorno De Identidad Disociativa Where stories live. Discover now