Number ten

1.8K 168 45
                                    

El tiempo que pasaba en la cafetería cada vez era más. Ahora me doy cuenta de lo duro que es tener un trabajo, estudiar, hacer tus cosas y después de eso no querer escuchar ningún maldito ruido.

Lo más odioso de este trabajo era en la tarde, cuando las madres llegaban del colegio y entraban a la cafetería. Los niños gritaban como locos y lloraban.

Solo rogaba que se terminarán esa maldita dona y ese batido para irse del lugar. Mientras tanto el dolor de cabeza me estaba haciendo quitar aquella sonrisa que debía mantener siempre para los clientes.

Por otro lado, la abuela estaba mejorando. Pero no podría venir a trabajar porque aún seguía en cama, pero aún así mejoraba de apoco. Todo el dinero que hacía en la cafetería iba para los remedios de la abuela y algunos ahorros que tenía por ahí.

Hace tiempo no veía a Cinco, desde aquella ocasión. Pero hoy era otro día que cruzaría mirada con él. La campana de la tienda sonó y me di la vuelta.

Cinco Hargreeves.

Mordí mi labio, molesta. Frente a mí se encontraba mi ahora enemigo. Persona a la cual detesto hasta la muerte. Se sentó como el gran idiota que es sobre la banca enfrente del mostrador. Sonrió para extender un dólar.

— Un café negro

— ¿Algo más? — Pregunté, él sonrió para negar lentamente. Me di la media vuelta para caminar, pero me detuve.

— Se puede una T/n para llevar — Mordí mi labio furiosa.

— Que estúpido de tu parte

— Jamás dije cual T/n, hay miles de T/n en este mundo. Muchos mejores — Remarcó la palabra.

— Si, hay muchas — Asíntio dándome la razón — Pero pocas las que aman de verdad.

Se quedó atónito y me di la vuelta, le había cerrado la boca de una sola palabra. Eso me dejaba tranquila y sabiendo que no volvería a decir alguna tontería.

Preparé el café y estaba por ir a entregarselo cuando la luz azul apareció detrás de mí. Un poco nerviosa sentí su respiración en mi cuello, continúa con lo mío.

— Deja todo y ven conmigo — Susurró y sentí como mi piel se erizó.

— No

— Si, porfavor

— No, Cinco — Me di la vuelta, lo mire y negué con la cabeza. — No soy un juguete.

— ¿Ahora no eres un juguete? ¿Y todo eso que hicimos qué? — Le di una bofetada y este solo tocó su mejilla.

— Vuelve ahí — Apunte a la banca — porque solo eres un cliente y nada más. — Me di la vuelta para continuar con lo mío.

La luz volvió aparecer, al darme la vuelta, él ya no estaba. Y aunque una angustia sentía dentro de mí, también estaba feliz. No quería volverlo a ver, nunca jamás.

Volví a casa, ví a mamá sobre el sofá con una mirada inquietante pero también sería como si fuera a decirme algo. Me asome a ella y está se puso de pie de inmediato.

— ¿Cómo pudiste? — Frunció el ceño

¿De qué hablaba? Está vez no había hecho nada que la decepcionará. Porque casi siempre sacaba una mala nota y veía su cara de decepción o quizás me quitaba cosas para que estudiara más y dejé de perder el tiempo.

— ¿De que hablas mamá?

— ¿Crees que soy tan idiota como para no enterarme? Estás con alguien mucho mayor que tú y sobre todo eso te escapabas a mis espaldas

Oh no, abuela, maldito el día en el que te conté sobre Cinco y nuestras aventuras.

— Mamá no es como crees — Me aleje un poco de ella.

— ¿Cómo creo? Eres solo una niña, no tienes la mayor capacidad de pensar como alguien de su edad — Hablo molesta y si tono de voz ya no era el mismo.

— Fue en un momento que...

No termine de decir la palabra que recibí una bofetada. Mordí mi labio un poco molesta y volví mi vista a ella.

— ¿¡Porqué nunca me escuchas!?

Esto de soportar que diga que cosas debo decir me estaba hartando. No voy a comentar los mismos errores que ella cometió. No me voy a embarazar, ni mucho menos voy a tener al bebé solo para que alguien se quede a mi lado.

— ¡No me levantes la voz!

— ¿¡Y tú si puedes!?

Abrió la boca sorprendida por mi respuesta

— Soy tu madre

— ¡Pues no parece! ¿¡Quien diablos manda a una niña de tan solo catorce años a trabajar a una cafetería!? Si quieres que me comporte como una niña de mi edad... Haz las cosas como tal.

Subí las escaleras para encerrarme en mi habitación. Esto ya no daba para mas, ella siempre a sido así y siempre lo será.

No trato de ser una víctima, pero a veces solo pienso que me trajo a este mundo para que mi padre no se fuera de casa. Aunque él de todos modos logro su objetivo y se fue al fin y al cabo.

Me senté sobre la cama para dar un suspiro, me di la vuelta y ahí estaba Cinco.

— ¿Otra vez triste? — Rodé los ojos

— Ya vete... Me dejas como loca

— No me puedo ir, si tú estás triste — Me miro con esos hermosos ojos verdes.

— Solo eres parte de mi imaginación. Cinco se reiria a carcajadas si sabe que imagino a un Cinco mucho más cariñoso y perfecto — Susurré.

— Nadie de aquí le va a decir — Tocó mi mejilla y sonreí.

A veces creo que estoy loca, y luego recuerdo que si lo estoy. Me recosté sobre la almohada para suspirar nuevamente y cerrar mis ojos.

Mañana iba a ser un largo y agotador día, espero no tener que oír a mamá otra vez gritar o eso iba a volverme me loca de lo que estoy.

— Buenas noches

Era mi Cinco imaginario. Solo sonreí y relajé mi cuerpo.

𝐈𝐭'𝐬 𝐈𝐬 𝐆𝐢𝐫𝐥Where stories live. Discover now