Capítulo 8

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Nunca era fácil encontrar comida para ellos, tienen que ingeniárselas y lamentablemente usar sus poderes; o morirían de hambre.

Después de salir en busca de comida y regresar al refugio, Eugene se acercó a Thomas, quien se encontraba sentado sobre la silla de escritorio, solo que alejado de todos.

- ¿Qué sucede, hermano? -preguntó el chico con gafas.

- Es solo que... sabes que no me gusta robar.

- Lo sé, pero no es eso lo que te tiene así.

Se conocían demasiado bien, era imposible que no lo notara. Thomas mantenía la mirada fija en el los cables que repartían electricidad a la ciudad.

- No -susurró tan bajo que apenas logró oírlo su amigo.

- ¿Quieres hablar sobre eso? ¿O mejor cuando estés listo?

- Aún no estoy listo -Thomas le dio la última mordida al pan que había robado.

- De acuerdo. Recuerda que estoy aquí siempre.

Ambos sonrieron. Pueden tener una vida de mierda, pero no es una vida vacía, tienen a personas que los quieren y apoyan.

- Tengo que recargar, -dijo el rubio- ¿vienes?

- Gracias, pero yo puedo recargar aquí -señaló con la cabeza las computadoras- y no voy a dejarlos solos en mi guarida -de igual manera, señaló a sus otros amigos.

- Tienes razón. -rió- Nos vemos luego.

Y desapareció con un rayo color blanco. Ese era el color de su poder cuando no estaba muy de humor.

Aunque correr no le quitaba energía de su poder, lo que usó en la batalla de ayer, sí; solo que estuvo tan cansado que no lo notó.

Recorrió la ciudad en busca de un cartel de neón, pero no uno cualquiera, como los que dicen "abierto" en los locales; Thomas quiere un pez más gordo que lo deje satisfecho.

Mientras seguía en su búsqueda, pensaba en una sola persona; no era Eugene, no era Fech, no era Delsin, no era su madre, ni su padre, tampoco su hermana Ava, era nada más y nada menos que Dylan O'Brien. Por más que intentaba dejar de pensar en aquel chico, no podía.

Entonces se le pasó una idea por la cabeza: podía llamarlo y decirle que está libre para que volvieran a verse. Era una locura, pero todo estaba a su favor: tenía tiempo, sus amigos creerían que está buscándo neón para recargarse, la ciudad no estaba tan concurrida debido a la presencia de "Bioterroristas". Si veía a Dylan, estarían tranquilos.

Decidió hacerlo, después de recargar. Lo irónico es que en cuanto tomó su decisión, pasó justo enfrente de un restaurante de mariscos donde tenía un enorme letrero de neón. Fantástico.

Subió al techo del edificio y se puso frente al cartel, cerró los ojos para concentrase, puso ambas manos cerca de una de las enormes letras de neón, abrió las palmas suspirando. Una refrescante sensación lo inundó, como si el neón llenara sus venas y lo completara.

Ya recargado, corrió a donde el DUP (que debió notar que un enorme letrero de neón se apagaba de repente) no lo encontrara y llamó a Dylan.

/ / / /

Había terminado su entrenamiento por hoy, cuando recibió una llamada. El corazón de Dylan dio un vuelco al ver "Tommy" en la pantalla.

Quedaron de verse a una cuadra de la Aguja Espacial, ya que Thomas podía pedir indicaciones para ir a ese lugar y no se perdería; de ahí irían al café donde se conocieron.

Mi brillo lo causas tú (Dylmas) |EDITANDO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora