La verdad es poderosa

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Melione se encontraba mirando por el balcón del salón del trono

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Melione se encontraba mirando por el balcón del salón del trono. Era un día de otoño bastante gris, el cielo plomizo auguraba una gran tormenta mientras miraba las casas que se extendían debajo del castillo. Miró a los habitantes de la ciudad moverse entre las calles mientras trabajaban y hacían sus compras. Ahora ese era su pueblo y más que nunca, ahora que el peso de las palabras de la diosa se habían asentado en su cerebro. Era una de ellos, y además su reina. Una de verdad y no por un simple matrimonio. Aún le costaba asimilar lo que esas palabras significaban.

Se dio la vuelta y miró la sala del trono. No estaba mucho en aquella habitación enorme porque sentía que no pertenecía a aquel lugar. Miró de soslayo el trono de Nathair que se alzaba sobre la tarima, y le dio un vuelco el corazón al recordar lo que había pasado ahí tiempo atrás. Como había visto a su mejor amigo por primera vez, y a la hembra que anhelaba todas las noches poder tener entre sus brazos.

Miró al techo donde la ilustración que interpretaba a su madre decoraba el techo con una pintura fina y exquisita. No podía creer que esa fuera su madre, cuando hacía pocos días pensaba que era una simple humana con magia. Ahora sabía que no era humana, y que un gran poder albergaba en su interior. Sentía como este latía bajo entre sus venas y se mezclaba con todas las células de su cuerpo.

No envejecería. El peso del tiempo no pasaría por su piel y sería una reina justa y decidida. Eso era lo que había decidido tras volver al castillo entre los brazos de Antheia. Tomaría su destino que había escrito su madre para ella y lo cumpliría con creces. No quería que su pueblo, el que siempre había sido suyo, pasara por lo que una vez ella pasó. Aunque para ello debía de enfrentarse a la hembra que una vez había amado y que siempre guardaría un profundo cariño por ella.

La puerta de la estancia se abrió y Cian cruzó el espacio hasta ella con una sonrisa torcida y sus botas relucientes contra el frío suelo. Se acercó a ella y le dio un pequeño beso contra la mejilla, después se apoyó contra la barandilla del balcón y miró al cielo con sus profundos ojos verdes.

Melione se había sorprendido esa mañana al comprobar que las manchas de sus ojos se habían vuelto más grandes y verdes.

―Parece que va a caer una buena esta tarde.

―Si, se nota que viene el invierno.

―Eso me recuerda que Sliab me dijo que te avisara de la fiesta.

Ya la tuteaba siempre cuando estaban a solas y eso la hacía feliz.

―¿Qué fiesta?

―La fiesta de Feasgar. Es una tradición en tierras inmortales. En el día más corto del año nos juntamos para darnos regalos y cenar con nuestros seres queridos. También a la reina se le regalan ofrendas.

―No quiero ofrendas, mi pueblo no tiene suficiente como para poder darme algo a cambio de nada.

―¿Tu pueblo?―levantó la ceja sorprendido―. Nunca lo has llamado así.

Corona de venganza y magia ancestral [Legado Inmortal 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora