El poder de la mirada

128 24 54
                                    

Tras dejar a la madre de Cian que les había acogido calurosamente en su casa, Melione y su amigo continuaron su camino hasta la ciudad

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Tras dejar a la madre de Cian que les había acogido calurosamente en su casa, Melione y su amigo continuaron su camino hasta la ciudad. Ella sentía la acción sanadora del remedio casero de la hembra que calentaba su espalda y le aliviaba el dolor. Sonrió al recordar una de las tantas anécdotas que la mujer le había contado sobre su hijo, y como el amor se destilaba a través de sus palabras.

Ella se planteó si eso hubiera sucedido con su propia madre o con su padre, si en vez de haberles tratado con odio hubiera sido cómo una de sus hermanas y les hubieratratado con la otra mejilla. Pero luego pensó en Nathaniel y en como él había sido el mejor hijo para sus padres y el mejorhermano y al final le habían repudiado al igual que ella.

Mandó una plegaría al cielo para que su hermano estuviera bien, y su mujer, y su hijo. Esperaba poder verlos algún día. Le echaba mucho de menos.

Sin darse cuenta llegaron a la entrada de la ciudad, donde se podía ver a la gente pasear por las calles. Deseaba poder mezclarse con todo aquel gentío y por una vez olvidarse de lo que era ser una reina y lo que conllevaba. Quería volver a ser una mujer normal.

Así que sin pensarlo dos veces bajó de su montura, miró a Cian que seguía sobre la suya.

―Lleva los caballos al castillo, tomate la tarde libre. Nos veremos para cenar.

―¿A dónde pensáis ir?

Melione comenzó a caminary se giró levantando los hombros.

―No lo sé, a investigar por ahí―sonrió y se adentró entre la gente.

Emprendió su viajeentre la multitud, nadie la miraba e incluso chocaban con ella sin darse cuenta. Sonrió al cielo, era lo que necesitaba, no ser nadie por una vez en su vida. Caminó por la calle observando los puestos ambulantes que había, todos gritaban para hacerse oír entre los peatones, que hablaban animadamente unos con otros.

El bullicio alentó su triste corazón e hizo que bombeara con nuevas fuerzas. Se detuvo delante de un escaparate, donde había varias bufandas colgadas de unos percheros. Unos guantes descansaban contra unos paraguas, y había unos sombreros de ala ancha decorando una esquina.

Las bufandas le parecieron suaves y cómodas, así que entró en el interior de la tienda. La bolsa de oro que llevaba siempre dentro de la capa tintineó con un sonido alegre, como si supiera que iba a ser usada.

―Buenas tardes―dijo mirando los estantes de las tiendas.

Estaban llenos de sombreros de distintas formas y colores, también había varias bufandas y guantes diferentes. En una esquina había una gran pila de paraguas y sombrillas que tenían estampados de colores vivos. Se quedó fascinada mirándolos y el dependiente se acercó a ella. Un macho con una barba poblada de blanco y un bastón entre sus nudosas manos.

―Buenas tardes ¿en qué puedo ayudarla, señorita?

―Este invierno será el primero que pase en Emyerald, ¿hará frío, verdad?

Corona de venganza y magia ancestral [Legado Inmortal 2]Where stories live. Discover now