Tan dentro de mí

47 12 2
                                    

-Sabes en qué estaba pensando?

-...No

-Todos los de tu especie son como tú?

-...

-Dices que eres como un demonio, un ángel... Quiero decir, no eres humano, eso es obvio, así que me preguntaba si hay otros como tú y si son similares físicamente a tí o si se comportan como tú.

-Eso no te incumbe.

-Pero tengo curiosidad, dime, todos son tan...apuestos y altos?

-Ya cállate.

-Oye-dice pegada a mi oido y su aliento cálido me acaricia la piel-Oye- insiste ante mi silencio.

-Qué?-respondo de mala gana

-Gracias por ayudarme, creía que me odiabas, pero ya veo que no es así. Sabes? Me resbalé cuando buscaba madera y caí por esa pendiente-me cuenta mientras se acomoda en mi espalda.

-No tenía opción, estás lastimada.

- No tenías opción, claro...Oye, soy muy pesada? Bájame si es demasiado, puedo caminar, solo me corté un poco con las ramas...

-Solo guarda silencio, harás que me arrepienta de ir por ti.

-Grosero!-chilla golpeándome con sus manos la espalda- Bájame, qué no escuchas? Deja que me baje, me tienes harta con tus groserías!

Dejo caer a la humana que maldice al darse con el suelo al notar en el viento el aroma de otros humanos.

-Oye!

Otra joven se acerca al lugar en donde estamos, aunque a una distancia aún prudente. Una anciana viene tomada de su brazo.

Doy la vuelta mientras ella me mira entre sorprendida y molesta y me pierdo en la espesura del bosque.

-Rin!-escucho que gritan ambas mujeres.
.
.
.

Los gritos de horror se mezclaban con los sonidos de la noche y la respiración agitada de un malherido hombre.

Atrás, la pequeña villa sigue en llamas y el aullido de los lobos se expande a través del bosque.

A su paso iba quedando muerte y desolación. Con movimientos apenas perceptibles de sus manos los hilos de la vida humana se cortaban sin dudar.

El fuego y los lobos parecían ser los responsables. Nadie podía verlo caminando entre las empobrecidas casas en llamas de aquel pueblo.

Sesshōmaru dio una última mirada hacia aquel lugar condenado a la muerte y continuó caminando despacio hacia el río.

Poco antes de llegar, un hombre malherido se interpuso entre él y la humana que escapaba río abajo en un bote.

-Alto ahí!-exigió amenazándolo con una espada vieja y sin filo.

-Morirá de cualquier forma. Ambos lo harán-dijo con calma poniendo toda su atención en quien se daba a la fuga.

-No.-balbuceó el hombre entre la sangre que empezaba a ahogarlo.-Sé quien eres, deja que se vaya, por favor.

-Por qué debería?-respondió devolviendo su atención al humano frente a él.

-Toma mi vida, pero, te lo suplico déja que ella se vaya.

-Hmp-una sonrisa maliciosa se dibujó con sutileza en su rostro-No puedes negociar conmigo.

El hombre cayó de espaldas y finalmente fue arrastrado por el río tan pronto como Sesshōmaru movió un solo dedo. Luego, él siguió el curso del agua hasta que pudo ver el bote siendo llevado por la corriente.

[Nadie que haya nacido en ese lugar puede seguir con vida-fue la orden que él recibió y no lo cuestionó. Le daba igual.]

De un salto se ubicó frente a la mujer, también herida, que se abrazaba con fuerza a sí misma. El olor de la sangre era tan fuerte que de seguro aquella mujer moriría desangrada incluso si el se daba la vuelta. Sin embargo su alma permanecería vagando en el bosque.

-Por favor-pidió ella.

Sesshōmaru terminó impaciente aquella desagradable tarea y se dispuso a marcharse, pero en ese instante el débil llanto de un bebé lo detuvo.

Volteó hacia donde se encontraba aquella mujer y se inclinó para verla más de cerca. Abrazando su pecho la mujer mantenía entre sus brazos a un recién nacido, aún con la suciedad que venir al mundo dejaba.

-Maldición-masculló entre dientes.

Él jamás había sesgado la vida de un infante, de eso se encargaban otros igual a él. Solo las almas transgresoras eran tomadas por el gran Sesshomaru.

Levantó el dedo índice para reclamar aquella vida, pero al instante se cuestionó lo que haría.

El diminuto bote se acercaba presuroso al final del río, desembocando en una cascada. Si dejaba a esa criatura dentro, moriría.

Pero, además, la orden recibida era erradicar a cualquiera que hubiera nacido en ese pueblo. Ese humano había nacido en el río.

Cerró los ojos, separó al bebé de la madre y dejó caer el bote mientras él se internaba en el bosque.

Caminó con el pequeño humano en sus brazos por una distancia prudente y lo dejó junto al camino.

El bebé seguía llorando y él ya estaba harto de esperar a que otros humanos encontraran a esa ruidosa criatura.

Sin saber que más hacer, se acercó nuevamente al bebé y tocando su frente con su mano lo dejó en un profundo sueño.

-Te llevaré con otros como tú-explicó al comprender que nadie usaría ese camino. Todos estaban muertos en aquella región contaminada por la ambición de los ángeles caídos que habían formado familias con los humanos

En el siguiente asentamiento humano dejó a la aún dormida criatura junto al pozo y esperó hasta el amanecer cuando una anciana se acercó ahí en busca de agua.
.
.
.
- Nosotras no iremos!

-Pero Kagome, Es una fiesta en tu honor, te marcharas muy pronto y yo cumpliré 18 en unas semanas, por favor-pidió Rin uniendo ambas manos.

-Rin, santo cielos, acaban de castigarte por salir del convento sin permiso y ahora quieres que nos vayamos de fiesta?!

-Por favor, las otras chicas no me habrían invitado si no fuera por ti, anda. Puede que solo sea una tonta fiesta para ti, pero es la primera vez que me invitan, Kagome, por favor-continuó lloriqueando a su amiga.

-De acuerdo, pero solo iremos un rato y regresamos temprano.

Rin dio un salto de alegría y se colgó al cuello de su amiga.

-Te amo, eres la mejor amiga que jamás he tenido!

-Es en serio, no quiero problemas, Rin.

-Lo sé, lo sé. Preparémonos para la fiesta de mañana!

La Muerte Y La FlorWhere stories live. Discover now