CAPÍTULO 12: La resaca.

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Pedro se despertó con el ruido del cacareo del gallo y las gallinas afuera del rancho, el escándalo le molesto, lo enfureció un poco, porque estaba amanecío y enratonao (resaca), se encontraba acostado en una pequeña colchoneta sobre unos troncos y al lado tenía a su primo Luis en bóxer durmiendo como un carajito (niño) en posición fetal.

—Verga este si es arrecho, en vez de quedarse afuera cantando la zona (vigilando), este cabeza e huevo se quedó dormido y hasta sin ropa como si estuviera en casa de su mamá. —murmuró moviendo la cabeza en señal de desagrado, por eso, volteo y lo empujo con el brazo.

—Párate mamahuevo que es tarde. Juancito va a venir hoy, que va a arreglar él peo de los mineros. —hablo en voz alta, tratando de despertarlo.

—Párate, Luis, deja la paja. —volvió a decirle, esta vez en voz más alta, casi gritando, pero Luis continúo durmiendo plácidamente y por un instante giro un poco la cabeza.

—Pedrito un ratico más. —Balbuceó con una tierna voz como la de un niño que pidió un poco más de tiempo para no levantarse de la cama e ir a la escuela.

—Dale, cabeza e huevo. —Le respondió Pedro con una sonrisa en el rostro, levantándose lentamente de la cama.

Pedro y Luis duermen con ropa siempre en la montaña por si tenían que salir corriendo o repeler una invasión de bandas contrarias, pero llegaron anoche sumamente borrachos, hacía mucho calor, por lo que Pedro entre su ebriedad se quitó solo la camisa, pero Luis por su parte se desnudó, la borrachera no lo dejó pensar bien.

Pedro se puso una franela, tomo una pistola, se la coloco entre los pantalones y se arremangó el fal. Tomó su cepillo de dientes y la pasta dental, se asomó por un pequeño orificio del rancho y vio que afuera estaban algunos de los muchachos de la banda junto a Pablo y Robert cerca de la improvisada cocina con una enorme olla montada en el fuego, todos muy relajados tomando café y conversando.

Pedro salió y al lado de la puerta estaba un enorme tobo de agua, tomo un poco y se cepilló los dientes, termino y se dirigió a saludar a Robert y Pablo, mientras iba caminando observo su reloj para saber la hora y se percató de que eran casi las 9 de la mañana y ya debía de estar por llegar Juancito con su combo (pandilla).

—Llave hasta que por fin te levantas. —Le dijo Pablo, entregándole una taza de café negro recién colado.

—Verga porque no nos levantaron. —Replicó Pedro, frunciendo el ceño.

—Marico estaban muy borrachos anoche y Robert y yo nos quedamos con otros muchachos hablando paja y haciendo guardia hasta ahorita. —Contestó Pablo.

—Verga, sí, Luis no vale ni medio y ahora debe de llegar Juancito con Joseito, que peo. —Respondió Pedro con algo de preocupación, rechinando los dientes.

—Tranquilo, ya monté una sopa de gallina para metérsela a Luis en lo que se levante. —Indicó Robert.

—Verga marico, con razón, el gallo tenía rato con su cantadera y escándalo, le mataste a una de sus jevas (novia). — manifestó Pedro entre risas.

—Verga te estamos atendiendo bien y te quejas. —apuntó Robert con una carcajada entre los labios.

—No, mi hermano, se le agradece —afirmó Pedro con un choque de puños entre Robert y una enorme sonrisa. Pues sabia que los gestos de Pablo y Robert eran honestos y genuinos. Él se sentó en un banquito de un tronco de un árbol cortado, a tomarse la taza de café y a pensar en lo que le toca afrontar ese día.

—No te des mala vida, ni le des tantas vueltas a la cabeza, tu tas claro lo que toca. —comentó Pablo al con total sinceridad, al notar su angustia.

Pedro CalleWhere stories live. Discover now