Capítulo 4

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Emma,

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Emma,

    Pensar que hace semanas mi madre estaba viva, y ahora de camino a su sepelio todo se desmoronaba. Estaba enojada conmigo misma y eso dolía, sentía que pude haber hecho algo más por ella.

    Mis ojos estaban cansados, estaba hecha un mar de lágrimas debido a los nervios y la ansiedad. Me sostengo la cabeza con ambas manos, hago una mueca de repulsión. Sentí como una mano más grande y suave se posó sobre la mía y la tomó para acariciar mis dedos con su pulgar, me transmitía un poco de calma como siempre lo hacía, sin embargo justo ahora creo que nada funcionaba.

    Después de un largo camino, el auto se detuvo, aproveché para quitarme el cinturón de seguridad con mucha prisa para luego abrir la puerta y salir corriendo hacia la gran entrada del lugar. El día se veía gris, sentí como mi respiración se aceleraba y escuchaba pasos igual de apresurados detrás de mí.

— Emma... — escuché una voz bastante lejana y aseguro que no se trataba de la distancia, sino era producto del mareo que estaba sintiendo en ese momento — Emma —.

Y reaccioné.

- ¿Si? - respiré hondo.

Sabía que debía tener un mal aspecto por la manera en la que mi padre me veía y tenía sus manos en mis mejillas.

- ¿Te sientes bien? - preguntó.

Asentí. Pero en realidad no lo estaba.

- Mantén la calma corazón - dijo con voz suave.

- No puedo estar tranquila papá - contesté - no ahora - me alejé de él esquivando su cuerpo y caminando apresuradamente hacía la entrada de la iglesia, ni siquiera me detuve a observarlo o esperarlo.

    Sé que nadie podrá quitarme este dolor que estoy sintiendo ahora mismo, era imposible calmarme y mis ojos tampoco se cansarían de llorarle. Lo que más me lastimaba era la manera tan imprevista que ocurrieron las cosas, de un momento a otro se fue.

    Ahí estaban toda la familia Jackson, mis primos, tíos, mis abuelos. Estaba mi tía Rose e incluso John, mi compañero del bar. Todos se acercaron a saludarme y darme su pésame. Fui y me senté al frente junto a papá, quien se mantenía observando al suelo y en silencio. Y la ceremonia dio inicio.

— En estos tristes momentos, estamos aquí reunidos para despedir a Stella Johnson, una persona que nos dejó muy pronto e inesperadamente - dijo el sacerdote quien caminaba por el altar con un pequeño libro entre sus manos — también estamos aquí para acompañar a una pequeña niña, expresarle nuestra solidaridad en este doloroso momento — comentó mientras volteaba a verme.

    Miro a mi alrededor, no apareció ninguna de las personas a las que mi mamá llamaba amigos, aquellos que solo le ayudaban a conseguir sus drogas.

    El ataúd de color marrón oscuro y repleto de flores estaba frente a nosotros, recordándonos que la vida es muy corta. Apreté aun más la mano de papá y apoye mi cabeza en su hombro.

El diario de Emma JacksonHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin