Emma ha tenido una vida difícil, debido a sus constantes ataques de ansiedad y al problema de adicciones de su madre. Aprendió a valerse por sí sola desde muy pequeña. Un suceso trascendental en su vida la hizo descubrir que es la hija del mismísimo...
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Michael,
Soy padre, mi sueño se hizo realidad.
Estoy aterrizando en la ciudad de Chicago, la llamada de Bill me dejó totalmente en shock. No puedo creer que tengo una hija, ¿Cómo Stella pudo ocultarlo tantos años? Estoy echo un manojo de nervios. Por lo que sé, mi pequeña ha pasado por tanto sufrimiento que no merece, tan solo tiene 11 años, me indigna la manera en la que me arrebataron la oportunidad de verla crecer y protegerla.
— ¿Está listo señor? La camioneta nos espera — preguntó Matt, logrando sacarme de mis pensamientos. — Sí, enseguida voy — respondí acompañado de un largo suspiro.
El trayecto al hotel parecía eterno, espero con ansias que ya estén ahí, muero por conocerla.
Al llegar, como siempre nos hospedamos con un seudónimo, entramos por la parte trasera del edificio y alquilamos el piso completo sólo para nosotros.
Mi decepción fue grande al darme cuenta que la suite está vacía, comienzo a caminar de un lado a otro como un desquiciado.
— ¡Calma Mike! Harás un agujero en el suelo si sigues así — dijo frank acompañado de una tía burlona. — Lo siento Frank, estoy tan nervioso — dije pasando una mano por mi cabello. — Me imagino muchacho, pero deberías estar feliz, estás a punto de conocer a tu hija — dijo mientras da una palmada en mi hombro. — Lo estoy, pero siento al mismo tiempo un sinfín de sentimientos encontrados. Culpa, enojo, tristeza — solté un gran suspiro — Imagina lo que tuvo que pasar esa niña, mi niña al lado de su madre en ese estado. No me lo perdonaré jamás — cubrí mi rostro con ambas manos. — ¡Mike! Tú no eres culpable, no sabías de su existencia, Stella desapareció y no dio señales de vida en todos estos años — dijo. — ¿Crees que tarden mucho? — pregunté ansioso. —Llamaré a Bill, recuerda que tienes toda la vida para compartirla con ella. Siéntate en el sofá y relájate — dijo casi en un grito mientras se dirigía a la puerta.
Me senté en el cómodo sofá y me dispuse a esperar.
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Emma,
Hoy podré conocerlo al fin.
Mi vida cambió en el momento en que mi madre falleció, y está por cambiar - de nuevo - ahora que conoceré a mi papá.
