Capítulo 58

18.8K 1.1K 1.4K
                                    

Dakota

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Dakota.

No puedo detener las lágrimas que ruedan por mis mejillas, mi pecho no deja de oprimirse y el vacío que sentí desde el primer segundo que desperté se atenúa cada vez más.

—Por favor —susurro mientras Volker me sostiene contra él—. Dime que solo fue un mal sueño, por favor, amor.

La tristeza que emana y el dolor que cubre sus ojos me hacen saber que todo es una realidad, que nos lo han arrebatado.

Oculto mi rostro en su pecho mientras mi sistema intenta no colapsar, pero es imposible no hacerlo, duele y duele mucho.

Los sollozos queman en mi garganta, mi interior arde sin poder controlar los gritos que salen de mi boca y mis mejillas no dejan de humedecerse a cada instante mientras las lágrimas siguen saliendo.

Una de mis manos se posa en mi abdomen y eso hace que el dolor aumente al saber que él estaba ahí. Que estaba ahí y lo perdí. Lo tenía conmigo y dejé que me lo arrebataran. 

—No —susurro—. No, no, no —niego con la cabeza mientras las imágenes de Magnus regresan a mi cabeza. Aquel sueño no deja de causar estragos en mi mente haciendo que el dolor solo aumente combinándose con la tristeza, el enojo y el sufrimiento.

Su 'mami' se reproduce en mi cabeza mientras su pequeña, dulce y hermosa voz no deja de resonar en mi interior.

Su sonrisa, su cabello, sus ojos, el ser tan pequeño, indefenso e inocente aparece sin cesar.

Las lágrimas aumentan aún más cuando me recuerdo a mi misma con él en mis brazos, su pequeño cuerpecito en mis brazos mientras buscaba aquella calidez que se supone solo yo debía de darle.

El dolor me golpea con fuerza, mi pecho duele, duele mucho, siento que me están oprimiendo con fuerza, siento que me están arrancando la vida.

Los brazos de Volker me envuelven y eso hace que mi dolor aumente, un bebé nuestro, nuestro bebé.

—Lo siento —susurro entre sollozos—. Lo siento mucho.

No puedo detener los gritos que comienzan a inundar la habitación, no puedo detener las lágrimas porque lo único que sucede es que estas aumentan mucho más.

Mi cuerpo entero duele pero duele aún más el dolor que se alberga en mi pecho y que se extiende con rapidez por todo mi cuerpo. Es un veneno que se encarga de terminar conmigo.

"—No te preocupes, mami."

La voz de quien ahora sé es mi hijo no deja de calar en mi cabeza como aquella canción que de un momento a otro no puedes dejar de entonar.

Escucharlo llamándome 'mami' hace que mi mundo se rompa a cada segundo que pasa porque ahora sé que eso no sucederá y que tendré que conformarme únicamente con un sueño, un último sueño.

CRIMINALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora