Capítulo 35

10.1K 1K 762
                                    

Dakota

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Dakota.

New York.

Tomo aire en el momento que bajo del taxi en el que vengo. He llegado a New York finalmente.

Son las diez de la mañana.

Bajo del taxi al mismo tiempo que el chofer baja para darme mi maleta, acepto esta y solo pago por sus servicios, agradezco y lo veo irse. Mi vista va de nuevo hasta el hotel frente a mí, el hotel de Volker.

—Señorita Foster —dejo de mirar el edificio en el momento que una voz me llama, miro a uno de mis costados. Sánchez está ahí—. Me alegra mucho que haya regresado.

Se acerca y solo doy una pequeña sonrisa.

—¿Qué tal todo por aquí? —pregunto mientras quito los lentes negros que hay en mis ojos.

—Todo bien, señorita —responde—, el señor Diekmann ha estado con un humor de perros, pero, no nos toca lidiar mucho con él ya que se la pasa encerrado en su oficina en la empresa.

—Nada fuera de lo normal —afirmo y asiente.

Miro de nuevo el edificio y tomo mi maleta.

—¿Quiere que le traiga un café? —pregunta él—. Que tonto, eso no se pregunta —sonríe—, le traeré un café, señorita Foster.

—No hace falta —respondo.

—Sí, no se preocupe, ahora se lo llevo —intento negarme de nuevo, pero, sé que lo necesito así que no digo más.

Se aleja de aquí y solo tomo mi maleta para caminar hasta adentrarme al hotel. Paso por recepción y después voy de inmediato hasta la zona de servicios, camino por el pasillo de las habitaciones y antes de poder llegar a la que se supone es mi habitación escucho ahora la voz de Oliver, sale de una habitación también.

—Señorita Foster —me mira con asombro—. Regreso.

Asiento mientras quedo frente a él.

—Regrese —afirmo con obviedad—, no tuve oportunidad de hacérselo saber antes, señor.

—No se preocupe —responde mientras comienza a caminar alejándose—, deje sus cosas y después venga a la terraza del hotel, debo darle algunas indicaciones ahora que está aquí de nuevo.

—Seguro, señor —respondo.

—La espero arriba —asiento y sigue su camino.

Finalmente entro a mi habitación, cierro la puerta detrás de mí y dejo mi maleta, no tengo ganas de desempacar así que solo saco un cambio de ropa de la misma.

Me había duchado en la central de Moscú, durante el vuelo solo me dedique a dormir por lo cual tengo encima un conjunto deportivo para estar cómoda.

Cambio mi ropa por una falda blanca, me coloco una camisa en color lavanda y coloco mis botas también, dejo mi cabello suelto y cayendo en sus típicas ondas, esta vez no me había preocupado por el alaciado.

CRIMINALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora