07. sisters troubles

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—¡La vieja de la biblioteca no recuerda ni su nombre!

—Eso es cierto, una vez la vi por la avenida corriendo lejos de su hijo gritando que era un ladrón—recordé el verano pasado. Mamá yo íbamos de compras y me contó que Petunia ya comenzaba a delirar demasiado y tenía serios problemas con el Alzheimer, lo que me llevaba a preguntar ¿que hacía trabajando con niños? pero quién era yo para juzgar.

—Mierda, no llegaremos a tiempo—se quejó la rubia provocando que la profesora nos observara con una ceja enarcada a lo que los tres sonreímos—, no llegaremos a tiempo de escribir todo lo que queremos en la conclusión, chicos. Debemos resumir un poco.

Nos faltaban veinte preguntas.

Y nos quedaba media hora.

—Hay que crear un plan—enfatizó Enzo, sacándome el libro de las manos para pararlo en medio de la mesa y obligándonos a ambas a que escondiéramos nuestros rostros en eso y que de esa forma el profesor no nos viera las expresiones.

—No estamos en la puta película de misión imposible, lil cow—se quejó Amy con una mueca de frustración.

—Ahora sí—confirmó el chico llevándose un dedo al mentón como si estuviese pensando algo, pero todos sabemos que eso no era posible o por lo menos no para algo bueno—, ustedes distraen a anteojitos y yo salgo disimuladamente para prender la alarma contra incend...

—Enzo, no—lo frené.

—¿Por qué? Es un buen plan—se defendió. Mi mejor amiga se encogió de hombros sin mostrarse en contra tampoco.

—¿Olvidas cuando lo intentamos? Casi nos expulsan—negué con la cabeza.

El año anterior quisimos ver que sucedía ai presionar ese botón pero justo uno de los celadores nos vio y terminamos con una sanción de tres días culpa de eso.

—Podemos pedírselo a alguien—propuso la ojiazul como última opción. Odiaba tener que pedirles a mis compañeros un acto de caridad porque a ninguno le salía del alma ser amable—, quizás a Maya, esa chica hace todo un mes antes de la fecha de entrega—miró a Enzo—, le gustas, podrías ser tú quién lo pida.

—¿Dices que me prostituya?

—¿Señorita Pérez?

Los tres sacamos lentamente las cabezas del improvisado escondite preparándonos mentalmente para cualquier ataque nocivo de la profesora, pero la sorpresa fue mayor cuando nos encontramos con el director parado en medio del salón y todas las miradas puestas en mí.

¿Ahora que hice?

—Le juro que yo no fui—exclamé con nerviosismo, haciendo que Lorenzo chocara su rodilla contra la mía de manera disimulada cuando el director enarcó una ceja.

—No se preocupe, solo necesito que me acompañe a mi oficina—todos comenzaron a murmurar a mis espaldas aunque Amy los fulminara con la mirada—, y traiga sus cosas también.

Sin entender nada de la situación, obedecí al superior y guardé mis cuadernos para seguirlo por el pasillo. Trataba de hacer lugar en mi memoria para recordar si la había cagado con algo pero increíblemente no encontré ninguna variable que me permitiera comprender.

𝗦𝗢𝗙𝗧𝗖𝗢𝗥𝗘 ━━━ ashtray.Onde histórias criam vida. Descubra agora