Por suerte, el presentador dejó de parlotear y ahora fue el turno de los jueces de tomar la palabra.

—Ya ustedes nos conocen, queridos concursantes, pero es hora de que nosotros los conozcamos a ustedes —continuó el chef Solaire.

—Para su primer desafío cocinarán un platillo que los represente —sentenció el chef Yeon—. Sus habilidades, orígenes y vivencias. Muestren todo eso en un plato.

—Tendrán a su disposición la despensa con todo lo que puedan necesitar —intervino la chef Reyes—. Su tiempo es de cuarenta minutos a partir de... ahora.

Tim no supo lo que debía hacer a continuación, pero el resto de los concursantes salió corriendo hacia un lado, así que él hizo lo mismo, hasta que entraron a una gran despensa con ingredientes de primera calidad.

Su mente trabajaba a toda velocidad, decidiendo lo que iba a hacer, recordando todos los ingredientes y tratando de coordinar su cuerpo para no chocar con alguno de sus compañeros. Una vez tuvo todo en su canasta, regresó a la estación que previamente le habían asignado.

Después de trabajar tanto tiempo en la cocina de un restaurante, Tim sabía cómo manejar el tiempo y trabajar bajo presión. Era una habilidad indispensable para ser un chef profesional. Sin embargo, no contaba con las cámaras y la constante vigilancia de los jueces. Más de una vez, el chef Yeon y la chef Reyes pasaron por su estación y discutieron con Solaire. En esos momentos, Tim luchaba por permanecer sereno y mantener la concentración.

El tiempo terminó justo cuando terminaba de emplatar, y no fue hasta entonces que se permitió respirar de alivio. No sabía si lo que había hecho impresionaría a los jueces, pero al menos lo había intentado.

—¡Bien, el tiempo se acabó! —anunció el presentador—. Ahora nuestros jueces pasarán por cada estación para degustar sus creaciones.

Tim observó sus tres platos, y luego lo que hicieron sus otros compañeros. Una estación más allá, se encontró con la mirada de Naoko.

Ella le sonrió.

Y por primera vez en todo el día, Tim sintió miedo.


***

Para un chef, no había momento de más angustia que esos pocos segundos en los que alguien probaba el primer bocado de tu comida. Podías creer que toda la preparación salió perfecta, pero hasta que no probaran el plato nada era seguro.

Y si a eso le sumamos que las personas que probarían tu comida eran tres figuras de renombre mundial, la angustia era infinitamente peor.

Los jueces comenzaron a recorrer estación por estación, con la cámara tras ellos. Preguntaban al chef en cuestión lo que había cocinado, probaban unos bocados, bebían agua y se iban. Sin más. Sin ningún elogio o comentario, sin siquiera un mínimo gesto que delatara sus pensamientos.

En ese momento, estaban en la estación antes de la de Tim. Saludando a Naoko.

—Señorita Naoko, ¿esto que veo es ramen? —preguntó el chef Solaire, sin poder ocultar su impresión.

—Así es, señor —respondió ella, orgullosa.

Tim entendía la sorpresa de los jueces. El ramen era una preparación que normalmente tomaba una hora o más. Que Naoko lo hubiera logrado en menos de 40 minutos en serio era impresionante.

—Es un ramen de chuleta de cerdo —explicó ella, mientras los tres jueces lo probaban—. Provengo de una familia de varias generaciones de chefs, así que para nosotros la comida es muy importante, y el ramen es un plato distintivo de mi cultura y mi familia.

Amor y Wasabi [TERMINADA]Where stories live. Discover now