La cultura del "Después"

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Es curioso todo el tiempo que demoré para decidirme hablar sobre este tema, y es que partiría de una hipótesis equivocada si suponemos que quién lo escribe (su servidor), es alguien que no forma del problema y que tiene aversión al mismo, que es un maestro del ahora, pero resulta que es justo lo contrario, me declaro culpable de ser un practicante de la cultura del esfuerzo.

Así que hoy quiero escribir sobre esto que llame "la cultura del después" porque es justo ese patrón de comportamiento repetitivo el que practicó con mayor frecuencia de lo que me gustaría admitir.

Supongo y he leído al respecto, que la conducta de dejar las cosas para después, es un acto arraigado en nuestra psique humana, es la resistencia de nuestro cerebro para mantenerse en la comodidad de no hacer nada que le haga sufrir, de molestar o incomodar, o de volver a ser principiante, (situación complemente entendible en nuestros primeros estadios como especie, cuando mantenerse resguardado de los peligros del exterior era una cuestión de vida o muerte),

Generalmente y de esto hay evidencia que lo soporta, a las personas no nos gusta hacer otra cosa que no sea lo que nosotros queremos hacer.

Mientras escribo estas líneas me estoy esforzando para hacerlo, y me resulta más difícil que cuando escribo un relato, novela o cuento, porque de alguna manera intuyó que este ejercicio implica escarbar profundo en mi mente, ya que analizar los motivos ulteriores para no hacer algo, es una tarea que también cansa, porque desde luego supone desnudarse, así que permítanme está introducción para presentar algunas de las razones por las que yo creo que la cultura del después / del mañana / para el rato se encuentra tan profundamente arraigado en nuestro comportamiento.

En primer lugar, me gustaría hablar de lo que llamó "la excusa", que no es otra cosa que dejar las cosas a lo último para utilizarla como una muletilla para el desastre, un paracaídas para el fracaso, hacer todo de golpe, apurado, descuidado, un escudo para proteger nuestro ego.

Por qué "la excusa" curiosamente crea en nosotros el pretexto perfecto para luego usarla como ariete intelectual en defensa de nuestro ego, para luego poder decir cosas como: "si lo hubiera hecho con tiempo las cosas fueran distintas" "brillante pero flojo" "sólo porque no quiero, sino imagínate que sería capaz".

Para muchos de nosotros dejar abierta una fisura en la cual nos podemos refugiar cuando las cosas no salen bien, evita encarar nuestra realidad, ya que si las cosas las hiciéramos con el debido tiempo, preparación y el resultado no es lo que esperábamos, tendríamos que lidiar con una situación desagradable, porque sabríamos a ciencia cierta que detrás de todo ese temor, dejadez y pereza se esconde nuestra ineptitud, poca inteligencia, creatividad, o simplemente nos haría notar nuestra incapacidad de resolver problemas, siempre es más fácil decir " hubiera sido diferente"

El segundo motivo, es el más sencillo, no nos gusta ninguna imposición del exterior, conozco escritores que son capaces de escribir una novela de seiscientas páginas, pero tienen bloqueos mentales a la hora de escribir un oficio, una contestación, o una tarea que alguien le encargó, en este caso, la única alternativa a esta arista de la "cultura del después" o de pereza intelectual, es hacer las cosas al momento para que el cerebro interprete que las cosas están en marcha y tienen que terminarse.

Una tercera razón, es la resistencia al cambio, cuando encontramos una manera de hacer las cosas que encaja en el marco de referencia de nuestras aptitudes, preferimos que las cosas continúen como están, preferimos mantener el control de las condiciones en las que para bien o mal nos hemos podido adaptar, en lugar de aventurarnos en terrenos desconocidos en los que tendríamos que pasar de nuevo a través del duro proceso del principiante.

En este último punto me gustaría distinguir entre las imposiciones de afuera como el caso de un cambio de giro de actividades o incluso cambiar de trabajo, o tratar las secuelas de un accidente, también vivir como sea posible en una crisis ambiental o humanitaria, en estos casos resistirse al cambio y dejar las cosas para ese después distante es solo una prolongación del sufrimiento.

Zenón de Citio el filósofo estoico nos habla del amor "Fati" que consiste en abrazar el destino de las cosas que no podemos controlar, y asumir con prontitud la última de nuestras libertades humanas, la capacidad para encarar las circunstancias en nuestros propios términos, en estos casos la cultura del después afortunadamente choca directamente con una de las características más hermosas de nuestra especie, la de ser resiliente y aceptar el destino que nos tocó vivir.

Ahora en el caso de la disciplina autoimpuesta, ya sea para alcanzar una meta o para mejorar nuestras aptitudes, la narrativa es distinta, ejemplos de estos serían cuando empezamos una dieta, o intentamos mantener la disciplina sobre un ejercicio especifico, una tarea en particular, o una habilidad que queremos desarrollar, en estos casos, si la voluntad no es lo suficientemente fuerte o el deseo de hacerlo no sobrepasa a nuestra necesidad de mantener la comodidad, la cultura del después encontrará la excusa perfecta para evitar cumplir lo que nos propusimos, total siempre hay un mañana.

La cultura del después tiene una hermana siamesa la creencia de un mañana permanente, a esta actitud las acompañan frases como "Empiezo mañana" "El próximo mes" "Después de la fiesta, el cumpleaños, o el año nuevo" siempre hay un después, nunca un ahora.

La cultura del después aplaza las metas, sabotea el esfuerzo, y mina la confianza.

Quiero terminar diciendo que aplicarse en el aquí y ahora es la única solución que se me ocurre para vencer está cultura del después.

Finalmente, como dice el escritor Eckhart Toller en su libro El poder del Ahora, "no hay momento más bello que el presente"

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