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Camila

Nos habíamos vuelto inseparables.

Durante la semana, cuando Lauren tenía que trabajar, iba a la ciudad durante una noche o dos. Ella pasaba los días en su oficina y yo iba a museos y pasaba el tiempo con Dinah en su restaurante. Algunas veces incluso me encontraba con ella para almorzar. Ayer, nos empaqué comida para un día de campo y comimos en el parque no lejos de su oficina. En la noche, íbamos por cena u ordenábamos para llevar y comíamos en la cama. Los fines de semana los pasábamos en Montauk, retozando en las diferentes playas.

Incluso comenzó a enseñarme cómo surfear, otro elemento cubierto de mi lista de Mi Turno. Era muy mala en ello, pero unos cuantos revolcones en las olas siempre terminaban con besuqueos en la arena, así que valía la pena. No podía recordar haberme sentido así de feliz en años.

Pero el tiempo ahora se estaba moviendo demasiado rápido. Ya había enviado más de cien currículos y tenido un montón de entrevistas. Mañana tenía una segunda entrevista en una escuela no demasiado lejos de mi casa en Nueva Jersey. El puesto sería perfecto para mí, una incapacidad de un año enseñando Introducción al italiano, para estudiantes de escuela secundaria. Aunque pensar en algo que ocurriría después del Día del Trabajo, me hacía sentirme un poco enferma del estómago.

Esta noche íbamos a ir a un festival de música para el que había comprado boletos, otro elemento de mi lista. Para el final del verano, no me quedarían muchas cosas.

—Hoy recibí un interesante correo electrónico —dijo Lauren.

Estaba acostada en mi cama, desnuda, con las manos detrás de su cabeza mientras me observaba intentar encontrar algo apropiado para ponerme para un concierto de doce horas. De hecho, había buscado en Google festivales de música más temprano para ver lo que vestía la gente, porque estaba fuera de práctica. Las fotos que habían aparecido me pusieron nerviosa. No solo porque no tenía un top de bikini tejido, micro minifaldas de mezclilla y botas vaqueras, sino porque no me pondría nada de eso si lo tuviera, ni siquiera si parecía ser lo que vestirían la mitad de las asistentes mujeres.

—¿Ah sí? ¿Sobre qué trataba el correo electrónico?
—Un edificio en Chicago que está a la venta. Asomé mi cabeza fuera del armario.
—¿Chicago?
—Sí. Solíamos ser los dueños. Es una larga historia, pero mi padre había querido expandir los espacios de oficina temporales fuera de Nueva York. Su plan era abrir una oficina en Chicago. Compró un edificio ahí tres años antes del accidente. Era un almacén viejo y desvencijado que necesitaba un montón de trabajo para ser adaptado.

—Oh. Vaya. Pero dijiste que estaba a la venta. ¿Así que era el dueño y lo vendió?
Lauren sacudió su cabeza.

—No. De hecho, yo lo vendí. Cuando mi papá lo compró, había un inquilino a quien todavía le quedaban algunos años en su contrato. Trabajamos intermitentemente en los procesos y los planos para la adaptación mientras estaba la universidad. Era algo nuestro. Se suponía que era el primer proyecto que manejaría después de graduarme. Pero después del accidente, estar en dos estados era demasiado con lo que lidiar. Solo éramos Taylor y yo, y no podía estar corriendo de ida y vuelta a Chicago todo el tiempo durante la construcción. Ella tenía solo catorce años. Así que lo vendí. Aparentemente está a la venta de nuevo.

—¿Estás pensando en comprarlo de regreso?
Se encogió de hombros.

—No lo sé. Es extraño que esté disponible de nuevo tan pronto. Ahora que Taylor está lejos en la escuela y las cosas aquí en la oficina van bastante bien de nuevo, probablemente podría retomarlo. Todavía tengo todos nuestros planos viejos. Se siente como que debería al menos ir a revisarlo. Creo que voy a volar para allá un día de la próxima semana. Realmente nunca he estado en la propiedad. Estaba en la universidad para este tiempo.

Grown up (Camren Gip)Where stories live. Discover now