Capítulo VI

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27 de diciembre de 1560.
7:55 a.m.

K a t h e r i n e  d e  A u s t r i a .











    Pasaron días desde que me interrogaron y sucedieron unas cuantas cosas. A Claude la volvieron a interrogar, esta vez tomando su diario como evidencia, en el que escribió que su madre la había envenenado —lo que más temía— y a Catalina la iban a llevar al Parlamento de París, pero ella escapó hace un par de días con la ayuda de María, quien recibió niños hambrientos desde Escocia, al parecer su país está sufriendo demasiado.

    Por otro lado Cedric, el secretario de Narcisse, está muerto y según mis espías fue el mismo regente quien lo mató por lo de la rata, y Lola me contó que decidió irse a Inglaterra cuando se dio cuenta de la verdad.

    Al parecer la media hermana de mi madre, Elizabeth I, le pidió a Lola ir a la corte a cambio de la liberación de los rehenes escoceses que tienen. Entre ellos el padre y los hermanos de Lola, quien aún no se va pero su decisión ya está hecha, no hay nada que se pueda hacer para cambiarlo.

    Floyd me comentó anoche que Bash se había ido a París en busca del cuerpo de su medio hermano Francis, al parecer mi teoría era cierta todo este tiempo. Sin embargo, uno de los tantos espías que tenemos en la corte nos reportó que vieron al caballo de Bash desde lejos dirigiéndose hacia acá, así que los dos estamos justo en la entrada del castillo, cuando efectivamente llega Bash, estando Catalina detrás de él en el carruaje.

    Narcisse y el cardenal Morel también se encuentran aquí, comentando cosas sobre el retorno de la Reina madre.

Detengan a la Reina madre en custodia —ordena el regente cuando el carruaje se detiene y el conductor ayuda a Catalina a bajar, aunque nadie entre los guardias hace nada—. No pensarás que puedes regresar aquí y conservar tu libertad —le comenta a la mujer que se dirige hacia nosotros.

Regresé a ganar mi libertad —responde con confianza.

Descarguen al Rey —es lo único que dice Bash para que dos sirvientes sacaran un ataúd del compartimiento que hay detrás de aquel extraño carruaje de carga.

¿El Rey? —Narcisse está más que sorprendido.

    Cabe destacar que ambos muchachos salieron del lugar donde sacaron el ataúd. De repente veo a Mary, Lola y Kenna dirigiéndose hacia acá también, al parecer acaban de enterarse.

He enfrentado muchos juicios. Pero ninguno tan doloroso como ser obligada a ver el cadáver de mi primer hijo —el rencor en la voz de Catherine hacia Narcisse es más que evidente.

Oh, Dios, Catherine —es lo único que el regente puede comentar.

Es una imagen que no me puedo sacar de la cabeza, Stéphane. Y tú la pusiste ahí. No me diste elección, soy inocente y el cuerpo de Francis lo demostrará —los sirvientes colocaron el ataúd en el suelo—. Abran el ataúd. Mary, Katherine, cierren los ojos.

    Lola intenta hacer que Mary se voltee para no ver el cuerpo de su difunto esposo mientras que Kenna se cubre la cara.

Katherine, en serio, no tienes que ver esto —me susurra Floyd tratando de pegar mi cabeza en su pecho, pero yo no le dejo hacerlo.

    Lo único que puedo hacer aparte de ver el cadáver en descomposición del pasado rey es oír que Mary se va desconsolada junto con Lola y Kenna. Ya sé que debo evitar el tema de Francis cuando le hable después de esto. Al igual que el cardenal y Narcisse, Floyd y yo estamos sorprendidos.

Después del OlvidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora