Capítulo I

159 8 14
                                    

21 de diciembre de 1560.
7:45 a.m.

K a t h e r i n e  d e  A u s t r i a .









    Mis sueños parecían ser calmados por primera vez en lo que parecía ser mucho tiempo. Mi mente por fin colabora en tratar de no atormentarme cuando tengo tiempo de sobra para ponerme a pensar y relajarme. Pero eso no duró tanto como pensé que lo haría considerando que siento a alguien mirarme más allá de mis sueños, por lo que gracias a mi instinto me despierto.

    Detrás de mí siento lo que presuntamente son los primeros rayos del sol en este día. Estoy en una cama, algo pequeña comparada a lo que acostumbro a tener gracias a mis privilegios y conforme abro los ojos me doy cuenta de que no sólo estoy en una cama pequeña sino también en una habitación que desconozco. Algún lugar que nunca he visto, un lugar al que nunca había entrado. Y de repente noto quién me había estado viendo mientras dormía.

    Un joven de pelo castaño oscuro con facciones algo varoniles sentado a mi lado, sus ojos parecen ser de un azul muy claro, tanto como el cielo, aunque miran distraídamente hacia algún punto vacío de la pared, pensando en alguna cosa. Tal vez en mí. Tan sólo espero que no me haya hecho daño entre anoche y hoy.

    En definitiva no se trata de Floyd, quien se encuentra ausente en el lugar.

    Un segundo...

    ... ¿Y si este hombre ya me ha hecho daño? ¿Y si esta es su habitación y yo estoy en su cama?

    Como no me mira, aprovecho el momento para cerrar los ojos y tratar de calmarme. Siento la tela de mi vestido sobre mi cuerpo, incluso el corsé aunque un poco más suelto para que pudiera respirar mejor mientras dormía, sin embargo mis pies están descalzos por lo que concluyo que mis zapatos están en alguna parte del suelo. Pero al abrir los ojos otra vez, me doy cuenta de algo más. Esto no es España.

    No es el castillo en el que yo vivía, esto no es la corte española y aquí no hay ni un solo rastro de Floyd. Que yo recuerde ayer él y yo ya estábamos a punto de llegar a la frontera con Francia en un viaje improvisado, técnicamente una huida, para llegar a la corte a tratar de empezar de nuevo y de paso conocer en persona a una de mis primas por parte de mi madre.

    Mary I, la reina de Escocia. O según los españoles dado que hablamos una lengua distinta a ella que habla escocés, en mi país natal la llamaban María.

    No sé en dónde estoy, pero en definitiva no es alguna habitación de alguna casa o castillo de España, me encuentro en algún lugar desconocido. Un lugar en el que no pienso seguir por mucho tiempo, y aún menos cuando no veo a mi confiable —y único— amigo por ahí. Me deslizo rápidamente hasta salir de la cama y encuentro mis zapatos, así que me los pongo y me preparo para correr.

    Menos mal que son de tacón bajo.

Oye, oye, ¡espera! Te vas a marear —el joven se para y se pone en frente de mí para detenerme, levantando una mano en señal de alto. Habló en francés, e incluso parece francés, eso significa que ya estoy en Francia...

    ... O no sabe español.

    Y aunque sí siento cómo me mareo por levantarme demasiado rápido, no dejo que lo sepa. Menos mal que aprendí varios idiomas por mi posición.

¿Quién eres? ¿Vas a herirme? ¿A arruinarme? ¿O ya lo hiciste? —pregunto.

    El chico, o mejor dicho hombre dado que parece casi de veinte, frunce el ceño de inmediato.

Después del OlvidoOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz