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Al día siguiente, el clima no estaba mejor. Seguía con llovizna y frío, pero al menos la niebla ya no era demasiado densa.

—¿A donde quieres ir después?—le preguntó el mayor a Felix, quien estaba sentado en el respaldo del sillón balanceando los pies mientras Bang recogía las envolturas de su desayuno.

—Mmh, quiero ver Auroras boreales—habló sonriente.

—¿Las Auroas boreales? Uhm, se pueden ver en Idaho.— se encaminó hacia Felix, parándose frente suyo y apoyando ambas manos a cada lado de sus caderas con una sonrisa, ladeando ligeramente la cabeza.

—Suena bien, pero podríamos ver otros lugares de paso a Idaho—habló sin poder quitar esa sonrisa tímida de su rostro, aún cuando ya le había besado.

Lo había besado anche y al despertar. Y quería hacerlo en aquellos momentos.

—Mmh, me parece bien—Felix asintió e hizo con sus labios un pequeño piquito, el cual Bang se inclinó para dejar un beso casto—lo que ordenes—habló sobre su boca antes de volver a dejar otro beso.

Sin embargo ésta vez Felix enredó sus brazos en su cuello, impidiéndole apartarse y jalandolo hacia él, abriendo sus piernas para poder sentirlo más cerca.

Chan le besó con gusto, llevando sus manos a su cintura y profundizando el beso. Le encantaba besar los labios de Felix, eran finos, suaves y estaban algo fríos, sin embargo se volvían tibios al contacto con los suyos. Chupó suavemente sus labios, saboreandolos.

El rubio abrió ligeramente la boca y el mayor no rechazó la invitación para adentrar su lengua, acariciando la de Felix y éste soltó un ronroneo gustoso.

Sentía sus mejillas seguramente sonrojadas, algo estúpido para un tipo de veintitrés años que ya había hecho algo más que besar a alguien. Pero Felix era...único. El muchacho le mantenía tímido y sumiso.

Quería complacer a Felix de muchas formas y verlo en todas sus facetas.

Levantó al menor del respaldo y el rubio se separó con una sonrisa y el rostro rojizo. Lo sentó en el mueble de forma correcta, para después prender la televisión.

Felix se acurrucó cerca suyo y el mayor le rodeó protectoramente antes de concentrarse en la película animada que pasaban por la televisión.

El zorro y el sabueso.

La tarde la pasaron nada más que dándose mimos y unos cuantos besos, únicamente deteniéndose para ir al baño o a comprar sus comidas.

Minho les había llamado en la tarde para preguntar cómo se encontraban y que tal estaba el clima allá. Ambos le dijeron que probablemente mañana partirían y el mayor les pidió tener cuidado y que le continuara enviando fotos de Felix.

Chan obedeció la orden y le envió una foto de Felix sentado en el sofá, con la nariz manchada de merengue del pedazo de pastel que había comprado en la cafetería vecina.

La noche llegó y ambos estaban en aquel sofá, mirando un documental sobre las Quokkas.

—Felix—le llamó el mayor y este le miró.

—¿Cómo te hiciste la herida en tu hombro?—preguntó, apuntando hacia la pequeña herida que había visto sobre su hombro izquierdo.

—Ah...bueno, me la hice escondiéndome de mi mamá.—habló, jalando su sudadera y descubriendo su hombro con la pequeña cicatriz—me escondí en el patio del vecino debajo de su asador para carnes. Intenté levantarme y no había visto que tenía encima aún un cuchillo.

Bang acarició la cicatriz con las yemas de sus dedos y Felix sonrió al sentir el cosquilleo de su piel contra la suya.

—¿Las demás heridas...las hizo ella?—preguntó no sabiendo si tenía el derecho a saber.

Tú de estrellas. CHANLIX AUWhere stories live. Discover now