Quizás ambas cosas.

Observé un poco la casa. Era acogedora, nada del otro mundo. Con un aroma a hierba que podrías drogarte de solo aspirar el aire, música de Snoop Dogg y el ruido de una máquina extraña. Sumando a la voz de Fez discutiendo con Rue acerca de que no teníamos que estar allí.

Yo se lo dije.

—Wao, ¿este es tu lugar de trabajo?—cuestioné observando una computadora con un extraño programa abierto en ella, junto a la pantalla con todos los panoramas a los que alcanzaban a enfocar las cámaras.

—No toques nada, maldita sea—me agarró de la muñeca para que me alejara de sus jueguitos tecnológicos, gesto que hizo que me molestara aún más.

¿Quién se creía que era para tocarme así?

Oh, claro. El niño tatuado que vende droga y es súper malo. Ese personaje que se formó solito en su cabeza hizo que se le subieran los humos y sea insoportable, ahí estaba la clara respuesta de todo.

—Hey, a mí no me toques así que no soy ningún juguete, ¿estamos claros?—le di un manotazo para zafarme de su agarre y sin esperar respuesta alguna de su parte, me di la vuelta haciendo que mi cabello húmedo chocara con su rostro a propósito y me encaminé hacia donde Fez se encontraba. Escuchando insultos a mis espaldas, claro.

El pelirrojo continuaba intentando de convencer a Rue que nos fuéramos ya que no era un buen momento para estar allí y sinceramente prefería no preguntar la razón. A veces era mejor quedarse con la duda.

—A mí no me mires así que yo no sabía que veníamos aquí—me adelanté a aclararle al mayor cuando noté su expresión de fastidio. Se ve que venía de familia eso—, e incluso antes de entrar le dije que era una mala idea.

Suspiró frustrado llevándose las manos a la cabeza. La morena volvió de no-sé-donde completamente cambiada y terminándose de colocar unos calcetines blancos.

—Ash puede prestarle ropa a May, total ambos miden lo que un niño de diez años—sugirió provocando que entrecerrara los ojos en su dirección en forma de amenaza.

No era enana, solo que mi crecimiento era un poquito más lento. Aparte estaba muy conforme con mi metro cincuenta y seis.

En cambio Ashtray si lo era. Era un enano maldito, egocéntrico, idiota y maleducado.

—Pueden volver en unas horas, pero ahora te juro que no tengo nada Rue—explicó harto, por la vez ya no sabía cuál. Debo admitir que lidiar con una adicta no era para nada fácil y menos si era alguien como la rizada—, ahora deben irse o...

Un celular vibró.

Ok, ¿pero por qué todos lucían como si esto fuera una película de suspenso de Alfred Hitchcock? ¿Se supone que debíamos preocuparnos?

Fezco le dio una mirada cómplice a Ashtray, quién en algún momento se acercó a nosotros, y este cazó la indirecta ya que fue hasta una desconocida habitación para volver con un arma.

Bien, este era el momento en que corría de vuelta a mi casa. No me gustaban las armas, las odiaba. Me daban miedo. Comenzaba a querer hiperventilar y a odiar demasiado a Rue. No debí haberla seguido, quizás caminar más de treinta cuadras bajo la lluvia era mucho mejor que esto, pero ya estábamos allí y por el momento era linda, inteligente, agradable y sociable pero rebobinar el tiempo no podía así que tenía que hacer algo al respecto.

𝗦𝗢𝗙𝗧𝗖𝗢𝗥𝗘 ━━━ ashtray.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora