Miércoles, 7 de julio de 2021

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Paula da vueltas y vueltas sobre la cama del hotel. Está intentando levantarse, pero le cuesta, ayer se quedó despierta hasta las mil. Tras el partido, fue a la rueda de prensa y después estuvo en un conocido restaurante de Londres. Ella trabaja para un periódico deportivo español, El Graderío, y aunque lleva dos años siguiendo a la selección española,  este es su primer evento grande, la Eurocopa. Y va a vivir una final con España. Está eufórica por ello. Después de siete años cubriendo partidos de Segunda División  (y alguno de Primera también) en su periódico, su jefe le dio la noticia de su vida: se iba a encargar de seguir a La Roja.

Son las once de la mañana y hay nubes sobre el cielo de Londres. Paula abre los ojos lentamente. Está algo aturdida. Se levanta, va hacia el cuarto de baño y se mira en el espejo. Tiene ojeras. No recuerda bien todo lo que pasó el día de ayer. Se vuelve a sentar en la cama y saca un café frío del minibar. Se lo bebe lentamente y después se come unas galletas de avena.

Su teléfono móvil vibra; le está entrando una llamada.

-Niña, ¿donde andas? Te estuvimos esperando para el desayuno.

-Dios mío, Manolo, estoy reventada...no he salido de la habitación.

-Bueeeno, por ser tu primera vez en una Euro te lo perdonamos.

Manolo era compañero de profesión de Paula, aunque del mundo de la radio, y los dos eran buenos amigos además. Junto a ellos viajaban más periodistas de varios medios con los que hacían piña, ya que casi siempre coincidían todos siguiendo a la selección española. Y se alojaban en el mismo hotel.

-¿Os vais de turismo por la ciudad hoy, o lo dejamos para mañana?

-Paula, hoy se juega la otra semifinal. Y yo tengo que estar por Wembley...

-¡Ay, es verdad! Qué cabeza la mía...

-¿Tú también vas?

-Uy, no, no, todavía no soy tan importante...no me han concedido esos privilegios en el periódico-rio ella-Pero lo veré por televisión.

-Bueno, niña, me reclaman. Si bajas a comer danos un toque.

-Claro-rio ella.


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Mientras tanto, en otro hotel londinense no muy lejos de allí, los jugadores de la selección española se estaban echando unas risas viendo la televisión inglesa. Un programa tipo Gran Hermano, con concursantes muy estrafalarios y gritones.

-¿Dios mío, que le ha echado en el pastel, tío? ¿Qué es eso?-se preguntaba Koke.

-¿Pasta de dientes?- sugirió Pedri.

-Se va a poner fino el que se lo coma...puag...

-¡Hostia, la Peggy esa es igual que mi ex-vecina la del quinto!-rio Jordi Alba-Ja, ja, ja, ja...

Lucho entró en la habitación-sala del hotel en la que habían montado una especie de comedor-salón-lugar de relax.

-¿Qué, disfrutando de la cultura británica?-asomó una sonrisa irónica-Vaya telita con el programa, los berridos de Samantha se escuchan desde mi habitación...

-Míster, un poquito de piedad, déjanos despejar la cabeza...-rogó Sergio Busquets.

-Demasiado tarde chavales. Os tengo que anunciar que hay una sesión vespertina  de entrenamiento. El resto de la mañana lo podéis dedicar a los realities, a la play, al mus o a lo que os de la gana. Tenéis hasta las 2. Hay que prepararse para lo que venga.

-Yo quiero ver la otra semifinal-pidió Álvaro Morata.

-Eso por descontado. A las nueve menos cuarto os quiero a todos en esta sala y veremos el partido juntos.

Un rato después, algunos de los jugadores decidieron dar un pequeño paseo por la ciudad, sin alejarse mucho del hotel. Unai Simón, Marcos Llorente, Pedri, Mikel Oyarzabal,  Gerard Moreno y Eric García salieron a tomar el aire y a estirar las piernas mientras recorrían algunas calles de la capital británica. 

Paula también salió a pasear, pero sin compañía. Se llevó un par de infusiones de una tetería. Después pasó por un kiosko y compró el periódico del día (The Guardian). Sentada en el banco de un parque echó un ojo a la crónica de la semifinal Italia-España de ayer. No era demasiado extensa y en la única foto del encuentro en esa página aparecían Álvaro Morata y Gerard Moreno celebrando el gol que les llevaba a la prórroga.

La joven suspiró recordando la emoción del día de ayer: las olas de los aficionados españoles que tuvieron la oportunidad de asistir (solo residentes en UK y periodistas acreditados debido a las restricciones sanitarias), la animación de Manolo el del bombo, los aplausos, el gol de Álvaro, la tensión en la prórroga, los penaltis...y la vuelta de honor de los jugadores al acabar el partido.

Una voz detrás suyo la sacó de sus pensamientos.

-Tu crónica es bastante mejor que la de The Guardian.

Paula se giró y al hacerlo se topó con Mikel Oyarzabal.

-¿Mikel? ¡Pero bueno, qué casualidad! ¿Qué haces por aquí?-se puso de pie.

-De paseo con algunos compis. Te vi a lo lejos y quise saludar.

-¿Oye, de verdad leíste mi crónica? Pensaba que los futbolistas no leíais nada de prensa deportiva, por vuestra propia salud mental y eso.

-Jajaja, bueno, normalmente es así, pero en tu caso sí que sigo lo que escribes, y sé que otros compañeros también lo hacen. Lo de ayer fue la hostia y lo reflejaste genial.

-Gracias-Paula se sintió halagada. Llevaba muchos años escribiendo crónicas deportivas y no era la primera vez que un jugador le decía algo así , aunque le costaba creérselo del todo.

-¡Paulii!-saludó Pedri con un abrazo. Después llegaron los demás futbolistas hasta allí.

-Buenas...

Paula y los chicos estuvieron un pequeño rato charlando en el parque. La muchacha no sabía si estaba despierta o soñando. Si bien es verdad que llevaba un par de años siguiendo a la selección y que tenía buena relación con varios jugadores (y con Luis Enrique), en muchas ocasiones las entrevistas o preguntas no duraban lo que ella quisiera, ya que trabajaba para un medio pequeño y la federación limitaba las intervenciones. Y ahora estaba ahí con ellos hablando tranquilamente, sin cronómetros ni nada.

Ese día Paula conoció a Marcos Llorente. No habían coincidido nunca así que era la primera vez que se veían cara a cara.

-Encantada.

-Lo mismo digo-soltó el rubio con una gran sonrisa.

-Chicos, es casi la hora de comer, deberíamos regresar al hotel-advirtió Gerard Moreno.

-¿Paula, te vienes con nosotros?-invitó Unai Simón.

-Uy, gracias, pero no tengo demasiada hambre, y debo regresar a mi hotel. Tengo que escribir la columna de mañana sobre la Euro-dijo ella.

-Agur chiquilla-Mikel se despidió con un breve abrazo-Nos veremos por ahí.

-Claro, ¡hasta luego! 

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Héroes de WembleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora