🐾DIECINUEVE🐾

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UNA SEMANA ANTES DEL FINAL DE CLASES

Nino recorría el área de casilleros de un lado a otro, apretujando su gorra contra el pecho y con diversos pensamientos alborotando su mente.

—Acabarás haciendo un hoyo en el suelo. —El joven se detuvo inmediatamente al reconocer el característico tono calmo de la latina—. ¿Qué pasa?

______ se adentró al lugar, sentándose en una banca y observando atentamente al chico.

—Esto es más difícil de lo que pensaba —bufo dejándose caer a su lado—. ¿Cuánto más debo esperar? Amo a mi mejor amigo, pero mentirle a mi novia...

—Solo queda una semana de clases, Nino —busco tranquilizarle ella, colocando una de sus manos en la espalda del contrario.

—¿Y si no lo hace para entonces? —dijo con temor, apretando más su gorra.

La latina repitió una y otra vez lo dicho por el moreno en su cabeza. Era algo que ya había pensado muchas veces, pero la solución era bastante sencilla.

—Si él no lo hace, lo haré yo.

🐾

El ante-último día había llegado. Uno más y finalizaba el año escolar; un día y sería la última vez en la que Adrien vería a ______ en el colegio.

El miedo a decepcionar a la latina lo había llevado a encontrarse en esa situación: mirando completamente destrozado como el curso de la chica festejaba en el receso.

"Te amamos ______" se leía en un gran cartel colgando de las escaleras.

Nadie debía decírselo, el tiempo mismo se encargó de revelarle que la chica que había robado su corazón se marcharía nuevamente a su país, dejándolo solo, tal y como se sentía antes de conocerla.

Irónico, puesto que nunca hablaron en persona, nunca estuvieron "juntos" como la palabra lo manda. Sin embargo, desde que la conoció en aquella desolada noche lluviosa, una calidez extraña albergaba su pecho. 

Se sentía más comprendido, más apoyado, más querido y, lo más importante, menos solo.

Ese era su mayor temor. La perdería, sin saber si sus sentimientos eran correspondidos y volvería a su rutina de soledad, con la única compañía de su kwami que lo veía como una máquina de quesos andante.

Un suspiro desganado escapó por sus labios al ver a la latina divirtiéndose con los que habían sido sus compañeros la última parte del año. Una gran sonrisa adornaba su rostro y su cabello danzaba al ritmo de sus movimientos.

—¿Piensas dejar que todo acabe así? —Nino se sentó a su lado, luego de estar viendo la reacción del rubio por un tiempo—. No te entiendo, hermano. Siendo el gran Adrien Agreste, ¿A qué le tienes miedo?

—Exactamente a eso —susurro por lo bajo, sin apartar la mirada de la joven—. Temo que solo me vea como el gran Adrien Agreste y no como realmente soy, alguien más allá del muñeco que creó mi padre.

El de gorras frunció el ceño con rabia. Quería gritarle que dejase de ser tan terco y aceptase lo que sentía por la chica; quería gritarle que ella no era así, que ambos la habían escuchado hablar y el dinero y renombre "Agreste" era lo que menos le importaba.

Ella solo quería saber quién se escondía tras esas notas que la habían cautivado.

—Entonces solamente te quedarás aquí sentado, lamentando tu existencia y sin realmente intentar cambiar el cómo sucederán las cosas —dijo furioso.

¿Adrien creía que a su mejor amigo le encantaba verlo en aquel estado? Porque claramente no era así. ¡Él deseaba que, por una vez en su vida, el rubio fuese realmente feliz! ¿Por qué era él mismo quien colocaba barreras imaginarias para evitar serlo?

El modelo pensó por unos segundos las palabras de su amigo, sin embargo, siendo incapaz de responder, prefirió marcharse del lugar, acabando de esa manera la conversación.

Fue hacia el área de casilleros, donde sabia que no habría nadie por estar todos en la fiesta de despedida de la castaña. Como si fuese solo un títere controlado, inconscientemente de su actuar, se detuvo frente al casillero de aquella chica que le aceleraba el corazón.

Recordó el cómo la conoció, como siguiendo sus consejos logró olvidar su viejo amor por Ladybug, como le ayudo a ser más feliz consigo mismo y a permitirse amar una vez más. ¿Por qué las cosas no podían ser más fáciles?

Sus ojos se inundaron en lagrimas al pensar que nuevamente perdería a alguien tan importante para él.

"—Mi mamá decía que a veces, cuando alguien llora, hacen falta menos palabras y más abrazos"

Recordó las palabras que pronunció aquella primera noche y sonrió con melancolía.

En este momento estaría necesitando un abrazo tuyo, ma chérie —pensó hundido en la tristeza.



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¡Hola! Bastante corto, porque preferí dejarlo así y acabar haciendo un capítulo más.

En el capítulo 21 finalizará la historia♥

El siguiente capítulo vendrá muy pronto y terminaremos de una vez con "Para la chica que sanó mi corazón"♥

Para la chica que sanó mi corazón | Adrien Agreste y túWhere stories live. Discover now